EL PODER DE LO SIMPLE
Estos organismos primitivos, pueden convertirse en eslabones
fundamentales para la vida.
Las microalgas son microorganismos eucariotas (que
tienen núcleo verdadero), y fotosintéticos (es decir, que son capaces de elaborar
su propio alimento).
Son muy eficientes en la fijación de dióxido de carbono (CO2)
y uso de la energía solar para producir biomasa.
Son ubícuos, es decir, los
encontramos en todos los cuerpos de agua, lagos, ríos, mares, y en el suelo aún
en condiciones extremas. Y poseen gran diversidad taxonómica. Sus
requerimientos nutricionales son CO2, nitrógeno, fósforo, potasio,
magnesio y otros metales que actúan como cofactores enzimáticos.
En Nuestro País las están
estudiando para optimizarlas como recurso en alimentación humana, producción de
pigmentos naturales, elaboración de alimentos funcionales, depuración de aguas
residuales y reducción de CO2.
En la Facultad de Ciencias Naturales de
la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en su sede Trelew, funciona
desde 1997, el Laboratorio de Microalgas.
El
proyecto del laboratorio “Producción de alimento vivo, en etapa experimental,
para acuicultura” se desarrolla en las instalaciones del Instituto Provincial de Investigaciones
de los Recursos del Mar, en Playa Unión, Rawson, dentro del marco de la convocatoria de la secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva del Chubut.
Desde
2014 estudian además, “Procesos biotecnológicos para la producción de microalgas:
Evaluación de prototipos para cultivo, concentración y cosecha de microalgas”.
“Ya se avanzó en la construcción de una pileta de 1.000 litros en
instalaciones del INTI y se están realizando los primeros cultivos masivos de
microalgas con su posterior cosecha” indicó la profesora Isabel Albarracín.
Otro tema de investigación es: “Optimización
de condiciones de producción biomasa microalgas para aplicaciones
biotecnológicas”, en el marco del plan
estratégico de Cooperación Internacional y de Intercambio Académico entre
nuestra Universidad, la Facultad Regional Buenos Aires de la Universidad
Tecnológica Nacional y la Universidad de Antioquia, Colombia; para lo cual
están previstos encuentros en el transcurso de este año con las tres
instituciones en Buenos Aires y en Colombia.
“Dado que nuestro laboratorio pertenece a la Red de Microalgas de
Argentina -informó Albarracín-
participamos en el mes de abril 2015, de la 1° Jornada de trabajo sobre
Microalgas: Industria-Academia- Gobierno. Agregado de Valor, Energía y
Remediación; organizada por el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de
la Nación”.
En ella la Unión de
Industriales para el Saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo y
Reconquista, expuso la problemática a la que muchas empresas se enfrentan en el
tratamiento de los efluentes que generan.
Representantes de la Red de
Microalgas describieron las ventajas de la utilización de esta tecnología en el
tratamiento de efluentes que por otra parte genera energía, aceite para
biodiesel y/o biomasa para generación de biogás, fertilizantes y moléculas
con alto valor que pueden ser utilizadas en otras industrias.
“Son auspiciosas las perspectivas dado que
las actividades de investigación básica, desarrollo y mejoras productivas en
estas áreas son apoyadas con financiamiento del ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva, el ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca y el Banco de Inversión y Comercio Exterior”, señaló.
El equipo del
Laboratorio de Microalgas está actualmente integrado por Marcela Cravero, Ruth
Salomón, Gabriela Pío, Silvana D’Amico, Daiana Obholz y Carlos Moreira, y los
alumnos Daniela García, Ariel Parra, Jéssica González y Maximiliano Silva.
Entre
los estudios realizados es de destacar el diseño y desarrollo de técnicas de
cultivo para la producción de microalgas destinadas a la alimentación humana,
elaboración de piensos animales y dietas para la acuicultura, ya que estos
microorganismos son esenciales en las primeras fases de desarrollo de la
mayoría de especies acuáticas.
Además,
la producción de pigmentos naturales que se utilizan en la elaboración
de alimentos funcionales. En este sentido, Albarracín indica que “en los últimos años las microalgas son
consideradas como la principal fuente natural de ciertos pigmentos altamente
demandados en el mercado internacional, como el β-caroteno y la astaxantina
sugeridos en la prevención de ciertas enfermedades”.
También las microalgas
tienen gran importancia en la depuración de aguas residuales y en la reducción
de CO2 atmosférico, principal responsable del efecto invernadero.
Son reconocidas además como productoras de energía para la obtención de
biocombustibles, biogás e hidrógeno.
Existen especies que presentan ventajas
sobre las plantas terrestres dado su potencial reproductivo, pueden cultivarse
en altas densidades en superficies no aptas para uso agrícola, no necesitan de
agua dulce y algunas pueden crecer incluso en aguas residuales.
El Laboratorio tiene
como objetivos generales el aislamiento, identificación, caracterización,
conservación y provisión de microalgas.
Posee una colección de 70 cepas entre
especies marinas, continentales y cianobacterias, entre las que se han identificado
variedades de interés biotecnológico. “Es
muy importante el potencial de aplicación que posee la colección en los campos
de alimentación humana y animal, sustancias bioactivas, cosmética y
biocombustibles” señala la profesora Isabel Albarracín.
El Laboratorio
presta servicios para facilitar el desarrollo de nuevos sectores
bioindustriales basados en el cultivo y sus aplicaciones.
“En cualquier aplicación biotecnológica se requiere contar con especies
que sean altamente productivas, lo que significa alto contenido de los
compuestos de interés y alta tasa de crecimiento. Por lo que la selección de
las cepas adecuadas constituye la primera fase que se debe tener en cuenta en
cualquier desarrollo bioindustrial” explica la especialista.
Universidad Nacional
de la Patagonia San Juan Bosco-Facultad de Ciencias Naturales - Sede Trelew-Junio
2015
jueves, 28 de enero de 2016
jueves, 21 de enero de 2016
DICEN QUE DICEN
CÓMO LEEMOS????
La forma de comunicación escrita ha variado mucho desde sus inicios.
Desde las primitivas imprentas hasta los textos digitales nos fuimos adaptando a las nuevas tecnologías.
Un estudio analiza la modificación en los formatos y prácticas de lectura.
Investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora analizan esa evolución. “En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión” indica la investigadora Mercedes Rodríguez Temperley, y agrega: “En los textos digitales, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto”.
Para realizar el estudio “Nos basamos en la historia del libro desde su materialidad, desde sus soportes y analizamos cómo esa materialidad afecta los textos o su transmisión, cómo los formatos o soportes cambian los significados”, explicó la directora del proyecto de la cátedra de Literatura Española III, Rodríguez Temperley.
El proyecto nace con el nombre “Del códice medieval al hipertexto: Rupturas y nuevos retos en la era digital”.
Está dividido en dos partes, una teórica, donde se analiza la historia del libro desde su nacimiento, la evolución de su soporte y cómo ese proceso afecta el significado de aquellos que consumen su mensaje.
La otra parte se enfoca hacia la práctica, para lo cual se ha emprendido la catalogación, estudio y puesta en valor de la Colección Cervantina que se encuentra en la Biblioteca Bartolomé Ronco, en la ciudad bonaerense de Azul, una de las más grandes bibliotecas cervantinas de América Latina, donde se guardan ediciones de “El Quijote…” y otras obras de Cervantes que datan del siglo XVII.
Rodriguez Temperley explica que “en la tradición occidental existen varios tipos de soportes textuales ligados a diferentes momentos: el texto antiguo (ligado a la materialidad del rollo de papiro), el texto medieval (ligado a la materialidad del códice manuscrito), el texto moderno (ligado a la materialidad del libro impreso), hasta llegar a un cuarto momento posmoderno donde se destacan los soportes digitales y la aparición del hipertexto” y agrega: “La idea de hipertexto se genera en la década del ‘60, cuando surge un tipo de escritura o lectura no secuencial, la cual rompe con la idea de lectura jerarquizada que ha primado en los textos escritos”.
El otro punto que se analiza en el estudio son las prácticas de lectura y cómo éstas evolucionan con los cambios en los formatos que respaldan las obras, ya sea en pantalla o en papel.
“Los modos de lectura cambian con el tiempo, la lectura en una pantalla o en un texto impreso son distintas, podemos estar frente a las mismas palabras que conforman el texto, pero el proceso por el cual se crea el significado cambia”, resalta la investigadora.
Y añade: “En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión, hace pausas, es un ritmo de lectura variable; en los textos digitales, en cambio, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto: el lector lee un segmento, y de pronto aparece un hipervínculo que lo lleva a otro segmento diferente, fuera del texto, a otra interpretación, a otra información, y esa lo lleva a otra, por lo cual la atención está más dispersa y la lectura jerarquizada se quiebra, se hace discontinua”.
En ese sentido, sostiene que “hay quienes piensan que el lector cibernético está obligado a cooperar más que uno de un texto tradicional, por el otro lado, también hay quienes advierten una especie de juego, un ánimo lúdico, donde la llave no la tiene el lector, sino el autor de ese texto, quien se identifica más con un programador de un juego, del juego de la lectura”.
La investigación, que comenzó en el año 2014, tiene también como objetivo “entender los códices medievales y cómo ese formato pudo sobrevivir al paso del tiempo, a través de emulaciones, como por ejemplo, el caso del ‘Libro rojo’ de Jung, o el original manuscrito del ‘Alicia en el País de las Maravillas’, de Carroll”.
En ellos la caligrafía, las letras capitulares, las rúbricas y la puesta en página, entre otras prácticas, manifiestan cierta idea de “proto-libro” asociada al códice medieval.
A través de la catalogación
y estudio de los libros antiguos que hay en bibliotecas del país, se busca
colaborar en la difusión del patrimonio bibliográfico argentino, para saber
cuál es el lugar que tiene nuestro país en este campo.
Universidad Nacional de Lomas de Zamora-Facultad de Ciencias Sociales- Noviembre de 2015
La forma de comunicación escrita ha variado mucho desde sus inicios.
Desde las primitivas imprentas hasta los textos digitales nos fuimos adaptando a las nuevas tecnologías.
Un estudio analiza la modificación en los formatos y prácticas de lectura.
Investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora analizan esa evolución. “En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión” indica la investigadora Mercedes Rodríguez Temperley, y agrega: “En los textos digitales, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto”.
Para realizar el estudio “Nos basamos en la historia del libro desde su materialidad, desde sus soportes y analizamos cómo esa materialidad afecta los textos o su transmisión, cómo los formatos o soportes cambian los significados”, explicó la directora del proyecto de la cátedra de Literatura Española III, Rodríguez Temperley.
El proyecto nace con el nombre “Del códice medieval al hipertexto: Rupturas y nuevos retos en la era digital”.
Está dividido en dos partes, una teórica, donde se analiza la historia del libro desde su nacimiento, la evolución de su soporte y cómo ese proceso afecta el significado de aquellos que consumen su mensaje.
La otra parte se enfoca hacia la práctica, para lo cual se ha emprendido la catalogación, estudio y puesta en valor de la Colección Cervantina que se encuentra en la Biblioteca Bartolomé Ronco, en la ciudad bonaerense de Azul, una de las más grandes bibliotecas cervantinas de América Latina, donde se guardan ediciones de “El Quijote…” y otras obras de Cervantes que datan del siglo XVII.
Rodriguez Temperley explica que “en la tradición occidental existen varios tipos de soportes textuales ligados a diferentes momentos: el texto antiguo (ligado a la materialidad del rollo de papiro), el texto medieval (ligado a la materialidad del códice manuscrito), el texto moderno (ligado a la materialidad del libro impreso), hasta llegar a un cuarto momento posmoderno donde se destacan los soportes digitales y la aparición del hipertexto” y agrega: “La idea de hipertexto se genera en la década del ‘60, cuando surge un tipo de escritura o lectura no secuencial, la cual rompe con la idea de lectura jerarquizada que ha primado en los textos escritos”.
El otro punto que se analiza en el estudio son las prácticas de lectura y cómo éstas evolucionan con los cambios en los formatos que respaldan las obras, ya sea en pantalla o en papel.
“Los modos de lectura cambian con el tiempo, la lectura en una pantalla o en un texto impreso son distintas, podemos estar frente a las mismas palabras que conforman el texto, pero el proceso por el cual se crea el significado cambia”, resalta la investigadora.
Y añade: “En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión, hace pausas, es un ritmo de lectura variable; en los textos digitales, en cambio, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto: el lector lee un segmento, y de pronto aparece un hipervínculo que lo lleva a otro segmento diferente, fuera del texto, a otra interpretación, a otra información, y esa lo lleva a otra, por lo cual la atención está más dispersa y la lectura jerarquizada se quiebra, se hace discontinua”.
En ese sentido, sostiene que “hay quienes piensan que el lector cibernético está obligado a cooperar más que uno de un texto tradicional, por el otro lado, también hay quienes advierten una especie de juego, un ánimo lúdico, donde la llave no la tiene el lector, sino el autor de ese texto, quien se identifica más con un programador de un juego, del juego de la lectura”.
La investigación, que comenzó en el año 2014, tiene también como objetivo “entender los códices medievales y cómo ese formato pudo sobrevivir al paso del tiempo, a través de emulaciones, como por ejemplo, el caso del ‘Libro rojo’ de Jung, o el original manuscrito del ‘Alicia en el País de las Maravillas’, de Carroll”.
En ellos la caligrafía, las letras capitulares, las rúbricas y la puesta en página, entre otras prácticas, manifiestan cierta idea de “proto-libro” asociada al códice medieval.
Universidad Nacional de Lomas de Zamora-Facultad de Ciencias Sociales- Noviembre de 2015
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