jueves, 28 de julio de 2016

CARROTS...CAROTTES...CAROTA...KAROTTE... ZANAHORIAS!!!!


CUANDO EL COLOR DEFINE LO MEJOR 


Súper nutritivas, saludables, sin contraindicaciones… las zanahorias participan de nuestra alimentación desde las primeras comidas. 

 Un grupo de científicos de seis países,  logró descifrar su genoma, y es el inicio ideal para desarrollar el conocimiento en otras hortalizas afines. 

El equipo internacional en el que participó el doctor Pablo Cavagnaro, investigador adjunto del CONICET en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), secuenció el genoma de la zanahoria e identificó un gen, que interviene en la acumulación de carotenoides. 

El beta caroteno forma parte de la familia de los carotenoides, pigmentos amarillos, naranjas y rojos que están presentes, en los distintos tipos de zanahorias. 

Existen zanahorias amarillas, moradas, rojas y blancas, los colores dependen de la acumulación de diferentes pigmentos o, en el caso de la blanca, de ninguno. 

Las más comunes son las naranjas, que deben su color al beta-caroteno, un potente antioxidante que además es precursor de la vitamina A, fundamental para la vista, la piel, los dientes y el buen funcionamiento del sistema inmune.

Los primeros registros sobre el color de la zanahoria – inicialmente amarillo y morado – datan de hace 1.100 años y son de Asia Central. En el siglo XVI aparecieron en Europa las de color naranja. 

“No está claro porqué se popularizaron inicialmente las de este color, pero debe haber habido algo que llamó la atención de los productores – tal vez su inusual color – que llevó a su selección para consumo y su posterior propagación y comercialización” cuenta el investigador, y agrega que en el mundo se consumen zanahorias de diferentes colores. 

“Por ejemplo, las moradas, con alto contenido de antocianos, y las amarillas, ricas en luteína, se consumen en regiones de medio oriente como Turquía, Siria, Afganistán e Irán, mientras que las zanahorias rojas, ricas en licopeno son bastante frecuentes en todo Asia, desde Pakistán hasta China”, agrega Cavagnaro. 

Los pigmentos carotenoides (como alfa y betacarotenos, licopeno y luteína) como los antocianos (pigmentos no carotenoides) tienen propiedades benéficas para la salud, son antioxidantes y se demostró que tienen efectos protectores contra algunos tipos de cánceres. 

El trabajo, publicado en la revista NATURE GENETICS también permitió señalar hace cuánto tiempo la zanahoria se separó evolutivamente de sus parientes, la lechuga (72 millones de años atrás) y la papa y el tomate (hace 90 millones de años). 

“Inicialmente la zanahoria no era naranja como se la conoce hoy en día, sino que eran amarillas o moradas. Se sabe que hay dos genes responsables de que haya pasado de estos colores al naranja característico, y uno de ellos fue el que se identificó y analizó en este trabajo”, explica Cavagnaro, quien trabaja en la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta, de Mendoza. 

Una vez ingerido, el beta-caroteno -tras una serie de modificaciones químicas- da origen a la vitamina A, fundamental para el desarrollo y mantenimiento de la visión, de los dientes, los huesos y la piel. 

Considerada como una vitamina liposoluble, es decir que se disuelve en las grasas, puede acumularse en nuestro organismo. 

Su carencia puede, a largo plazo, llevar al desarrollo de ceguera nocturna reversible o daño a la córnea, entre otras condiciones. 

En el mundo entre 1976 y 2013 se cuadruplicó la producción mundial de zanahoria (Daucus carota subsp. carota), según datos de FAO, y sólo en Argentina durante 2012 se cosecharon 260 mil toneladas

“Hay que tener en cuenta que el contenido de provitamina A en las variedades de zanahorias naranja de hoy en día es, en promedio, casi un 50 por ciento más alto que en las zanahorias de hace 40 años. Esto se logró principalmente por la selección recurrente de zanahorias con intenso color naranja, ya que el contenido de provitamina A está directamente relacionado a la intensidad del color, es decir que mientras más naranjas, mayor contenido de provitamina A”, agrega el biólogo. 

Según explica Cavagnaro, la secuencia del genoma de zanahoria es uno de los genomas de plantas más completos publicados hasta la fecha, en términos de cobertura y contigüidad de las secuencias. 

“La secuencia del genoma contribuirá a nuestro entendimiento sobre cómo funcionan los genes y rutas metabólicas que controlan caracteres interesantes para el mejoramiento de esta hortaliza, como son la acumulación de provitamina A y otros carotenoides, la resistencia a enfermedades, el contenido de antocianos y carbohidratos, las respuestas a estreses abióticos, y procesos reproductivos como la floración y la producción de semillas, entre otros” completa el científico. 

“Además, esta información va a permitir obtener variedades mejoradas de forma más rápida y eficiente, no sólo para zanahoria sino también en otras hortalizas cercanas como por ejemplo el apio, el perejil, el cilantro y el comino”, enumera Cavagnaro. 

En la investigación se estudió la evolución de la zanahoria y su separación de otras especies, con las que tiempo atrás compartía ancestros comunes. 

A partir de la secuenciación de su genoma y la comparación con otras trece especies, se determinó que la zanahoria divergió de las uvas hace cerca de 113 millones de años, del kiwi hace aproximadamente 101 millones, y de la papa y el tomate hace cerca de 90 millones de años. De sus parientes más cercanos, como la lechuga, se separó hace apenas 72 millones de años. 

“Este trabajo fue desarrollado por un equipo internacional liderado por Philipp W. Simon, de la Universidad de Wisconsin-Madison de los Estados Unidos y participaron 21 investigadores de siete países. La secuencia del genoma está disponible para el público y pueden acceder a su información tanto organismos estatales como privados que realizan investigación básica o trabajan en mejoramiento de cultivos”, concluye Cavagnaro.

NATURE GENETICS: http://www.nature.com/ng/journal/v48/n6/full/ng.3565.html 

CONICET- INTA- mayo 2016


jueves, 21 de julio de 2016

ESPELEOLOGIA

PINTURAS RUPESTRES 

Conocer la historia buscando en las cavernas es un trabajo apasionante. 

Poder relacionar los objetos encontrados con las pinturas halladas, nos da una idea más genuina de cómo vivían los pobladores originarios. 


Sierras de Ancasti en Catamarca
Investigadores de diferentes organismos, estudian en forma interdisciplinaria, los componentes del arte rupestre, en las cuevas de la Sierra de Ancasti, en el sitio arqueológico de Oyola, en Catamarca. 
entrada a la cueva

Tienen como objetivo vincular la historia de esos refugios con los hallazgos de la zona, rica en yacimientos arqueológicos. 

Como si quisieran armar un rompecabezas histórico, investigadores de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA), del Centro de Investigación y Transferencia de Catamarca (CITCA, CONICET/UNCA), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), analizan las pinturas y el suelo para reconstruir la historia de aquellos sitios. 

“Nuestro proyecto tiene como objetivo comprender la historia del pintado de las diversas cuevas que hay en la zona y tener una cronología precisa de las pinturas”, cuenta el arqueólogo Lucas Gheco, investigador de la Escuela de Arqueología de la UNCA y del CITCA. 


“Durante muchos años se pensó que el arte rupestre de estas cuevas era homogéneo y pertenecía a una cultura conocida como La Aguada, pero avances de la investigación demostraron que en realidad hay pinturas de distintos momentos históricos y, quizás, vinculadas a diferentes prácticas sociales desarrolladas por las personas en estas cuevas”, explica Gheco. 

Entre los motivos pictóricos se hallaron figuras antropomorfas (similares a las humanas), otras parecidas a animales como camélidos, aves o serpientes, y figuras geométricas como círculos, rectángulos, triángulos, puntos y líneas. 


Ahora, el desafío principal es unir la historia de las cuevas con la historia de los depósitos estratificados del suelo. Inferir  cómo las pinturas de cada momento interactuaron con las actividades que se llevaban a cabo allí. Y ver cómo esos vestigios se recuperan en las investigaciones arqueológicas. 


Así, las excavaciones en el terreno permitieron determinar la existencia de antiguos fogones, que dejaban hollín en las paredes. 

“Hay capas negras por arriba y por debajo de la capa de pintura rupestre, y las pudimos conectar con los momentos de combustión o de fuegos que se hicieron en los refugios”, ejemplifica el académico. 


La datación de estos fogones, a su vez, podría delimitar temporalmente la realización de cada pintura. 

Realizar el análisis químico de los componentes de las pinturas, integra la otra faceta de la investigación. 

“Tomamos unas muy pequeñas muestras, de un milímetro cuadrado. Es totalmente imperceptible y no dañan a la pintura- aclara Gheco-. Luego esa muestra es introducida en resina acrílica,  y se analiza capa por capa para determinar sus elementos”. 
Imágenes estratigráficas de las muestras

Esta técnica, conocida como micro estratigrafía, permite ver a la muestra de perfil, analizando las capas como si fuera un alfajor. 


De esta forma, de a poquito, se empezaba a armar el rompecabezas…

Los análisis de las muestras se llevaron a cabo en los laboratorios del INTI –más precisamente en el de Procesos Superficiales y el de Especies Cristalinas de Química- y en el Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural, dependiente de la UNSAM. 

Trabajando en conjunto, con intercambio de muestras y de resultados parciales, los investigadores pudieron determinar algunos de los componentes de las pinturas rupestres, que incluían pigmentos rojos, blancos y negros. 


Desde el INTI, los investigadores Sol Ugarteche y Rodrigo Álvarez se sumaron al proyecto. 

“Con análisis por rayos X pudimos detectar óxido de hierro en muestras de pigmentos rojos. Tiene sentido, ya que en la zona cercana a las cuevas hay sectores donde la tierra es muy rojiza”, explica Álvarez. 


“En los pigmentos blancos, en cambio, detectamos por técnicas de Rayos X sulfato de calcio (yeso) y otros compuestos calcáreos, como carbonato de calcio o el óxido de calcio”, agrega el técnico Rodrigo Álvarez. 

“Si bien la identificación de estos componentes, fue relativamente sencilla, lo que costó un poco más fue la identificación de aglutinantes, fundamental para que cualquiera de las sustancias mencionadas anteriormente se depositara y, así, se adhiriera mejor”, aclaran los investigadores. 

Una de las opciones con las que trabajan los científicos son los cactus de la zona, sin descartar otras posibilidades. 

“En el 2014, cuando viajamos para Catamarca a tomar las muestras, trajimos también muestras de pigmentos y muestras de cactus. Además plantamos cactus en el laboratorio para poder tener muestras a mano”, cuenta Álvarez. 

Tienen como objetivo intentar reproducir la pintura a partir de los datos recabados, para tratar de establecer un patrón. 

“Hicimos pruebas con varias concentraciones de cactus y pigmentos, hasta que llegamos a una mezcla que, luego de un proceso de añejamiento, nos daban resultados muy parecidos a los de la pintura rupestre”, relata. 

Aún les queda todavía a los investigadores hallar restos de carga orgánica. 


“Se sabe, a partir de investigaciones etnográficas y antropológicas en distintas zonas, que las pinturas rupestres pueden incorporar sustancias como grasas, aceites, sangre y hasta orina”, relata Gheco

El doctor Fernando Marte, integrante del proyecto desde el Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la UNSAM, considera que la Argentina ha crecido mucho en este aspecto. 


“La Argentina está bien posicionada, en la última década el campo de la conservación y la restauración ha avanzado. De hecho, hay carreras de grado, lo que implica que esté dentro del marco de la universidad. El potencial aún es mayor”, subraya. 

Gheco, prefiere poner el acento no sólo en los procesos históricos, sino en los individuos que nos antecedieron por estas tierras. 


“Nuestro objetivo es comprender las historias particulares y concretas de las personas del pasado. Muchas veces se reproducen grandes conceptos que parecen olvidar las actividades particulares de las personas que pintaron y usaron estas cuevas. Y ese es, en realidad, el objetivo que perseguimos en nuestro equipo de trabajo en cada investigación”, concluye. 


INVESTIGADORES 
UNCA/CITCA Catamarca: Dr. Marcos Quesada, Dr. Enrique Moreno, Dr. Marcos Gastaldi,  Mgter. Gabriela Granizo, Lic. Lucas Gheco, Lic. Soledad Meléndez, Lic. Antonela Nagel, Lic. Veronica Zucarelli, Lic. Débora Egea, Lic. Maximiliano Ahumada, Sr. Carlos Barot, Srta. Sofia Boscatto, Sr. Oscar Dechiara —fotógrafo— y Sr. Omar Burgos – artista plástico. 

TAREA-IIPC/UNSAM: Dr. Fernando Marte, Lic. Noemi Mastrangelo, Dr. Marcos Tascón y Lic. Daniel Saulino. 

INTI Buenos Aires: Tec. Rodrigo Álvarez, Téc. Quím. Sol Ugarteche, Lic. Andrea Poliszuk, Tec. Andrés Ceriotti  

UNCA/CITCA Catamarca- TAREA IIPC/ UNSAM- INTI/ Buenos Aires- CONICET- mayo 2016

jueves, 14 de julio de 2016

MARCADORES MOLECULARES

UN CAMINO HACIA COMIDAS MAS SEGURAS 

Los contaminantes alimentarios nos rodean. 

¿Cada vez que damos un apetecible bocado nos preguntamos si estará en condiciones saludables? 

En la Universidad Nacional de Rio Cuarto (UNRC), se investiga la presencia de Aspergillus, como un marcador molecular de contaminación. 


Aspergillus
Este hongo es utilizado para detectar y evitar la contaminación de productos en la cadena alimentaria. 

Aspergillus Niger, es el grupo de especies más frecuentemente aislado como contaminante en todos los productos analizados y es el único presente en la soja. 


El microbiólogo Guillermo Giaj Merlera, en su trabajo de tesis doctoral, se propuso identificar las distintas especies de Aspergillus en productos agrícolas, para obtener su correcta descripción y que esta información permita, a posteriori, determinar la toxicidad en los alimentos. 

El género Aspergillus tiene importancia debido a la capacidad que presentan algunas de sus especies de producir enzimas y ácidos orgánicos. 

Aspergillus niger
Existen algunas especies de Aspergillus que producen deterioro, contaminación de ciertos alimentos y pueden sintetizar micotoxinas. 
Se trata de un género de alrededor de 600 hongos (mohos) que es ubicuo, es decir, que lo encontramos ampliamente difundido. 


New ochratoxin A
 or sclerotium producing
species in Aspergillus
 section Nigri
Los hongos pueden clasificarse en dos formas morfológicas básicas: las levaduras y las hifas. El Aspergillus es un hongo filamentoso, compuesto de cadenas de células, llamadas hifas. 

Conocer las distintas especies de Aspergillus es esencial para  minimizar la entrada de estas micotoxinas en la cadena alimentaria, permitiendo la obtención de herramientas de diagnóstico rápido. 
De esta forma se puede monitorizar los puntos de control críticos de forma efectiva. 

El reconocimiento de las numerosas especies del género Aspergillus es difícil y requiere de expertos en taxonomía. 

En el trabajo realizado por Giaj Merlera se caracterizaron las poblaciones de Aspergillus sección Nigri,  aisladas de diferentes productos de interés agrícola de Argentina a través de un estudio polifásico, que incluyó datos morfológicos, fisiológicos, ecológicos y moleculares. 

“Los resultados demostraron que el agregado A. Niger es el grupo de especies 
más frecuentemente aislado como contaminante en todos los sustratos analizados, siendo el único presente en la soja”, aclaró el microbiólogo. 


A.carbonarius en uvas
“En pasas de uvas, el grupo taxonómico siguiente  en orden de importancia, fue la Serie Carbonaria y Aspergillus Uniseriados, y en maní, Aspergillus Uniseriados”, agregó el investigador. 

” En cuanto a la producción de micotoxinas, el 96% de las cepas identificadas morfológicamente como A. Carbonarius fueron capaces de producir Ocratoxina A (OTA), en cambio sólo el 0,63% de las pertenecientes al agregado A. Niger produjeron dicha micotoxina. Por lo tanto, se infiere que A. Carbonarius sería la principal especie responsable de la posible acumulación de OTA en los sustratos analizados. 
Cultivos de A.Carbonarius
Además, la producción de Fumonisina B2 por algunas cepas pertenecientes al agregado A. Niger alerta acerca de la posible presencia de esta micotoxina en los sustratos analizados”, informó Guillermo Giaj Merlera, oriundo de Serrano (en la provincia de Córdoba) y becario del Conicet. 

(Micotoxinas-Ocratoxinas:ver entrada 24-3-16). 

El doctor en Ciencias Biológicas también desarrolló un marcador ISSR (inter secuencias simples repetidas), el cual permitió evaluar la diversidad de especies de Aspergillus sección Nigri, cuyo análisis concordó con la identidad de los aislados basada en morfología clásica y uso de cebadores específicos. Además, identificó un marcador molecular, el cual le permitió evaluar las características fenotípicas de un gran número de cepas.

Un marcador genético o molecular es una herramienta necesaria en muchos campos de la biología tales como evolución, ecología, biomedicina, ciencias forenses y estudios de diversidad. Se utilizan para localizar y aislar genes de interés. 

Constituyen un segmento de ADN con una ubicación física identificable en un cromosoma y cuya herencia genética puede rastrearse. Puede ser un gen o alguna sección del ADN sin función conocida. 
Suelen utilizarse como formas indirectas de rastrear un patrón hereditario de un gen que aún no ha sido identificado. 
El ADN rastreado puede tener origen en el ADN nuclear (nADN),  ADN de cloroplasto clADN), ADN mitocondrial (mtADN),  o ADN ribosomal (RADN). 

Contribuyen a la identificación exacta de un especimen, aun cuando sus características morfológicas no se puedan cotejar. 
fuente: Porquebiotecnologia-
 cuaderno 108
Tienen un uso difundido en la mejora de especies agro-ganaderas, en la diagnosis de enfermedades como el cáncer, identificación parental y en la determinación de microorganismos contaminantes. 

Este trabajo científico, que permitió identificar nuevas especies no descriptas hasta el momento en Argentina y que son importantes para determinar la toxicidad en los alimentos, se llevó a cabo en el marco de la tesis de Doctorado en Ciencias Biológicas del microbiólogo Guillermo Giaj Merlera, llamada “Diversidad de especies de aspergillus sección Nigri aisladas de diferentes productos de interés agrícola”. 

UNRC-Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales- Junio de 2016

jueves, 7 de julio de 2016

ELECTRONICA MOLECULAR

PEQUEÑISIMO!!!     MINIATURIZACIÓN DE CIRCUITOS INTEGRADOS 

Se busca continuamente que nuestros celulares, sean cada vez más pequeños y nos provean de más aplicaciones. 

En la actualidad, los circuitos electrónicos integrados, tienden a tener pequeñísimos tamaños, almacenar mayor volumen de datos y brindar mejores funciones. 

Basta recordar el tamaño de los primeros equipos de telefonía celular, semejantes a un “ladrillo” por su tamaño y compararlos con los actuales. 

Hace 30 años, a mediados de la década del 80, un celular pesaba 800 gramos y medía 33 x 4,5 x 8,9 cm. y si se lo compara con un equipo de última generación de estos tiempos, de 70 x 142 mm y 132 gramos de peso, veremos las diferencias. 

En la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), más precisamente en el Instituto de Modelado e Innovación Tecnológica (IMIT-Conicet), el grupo de investigación en NANOFISICA formado por los  doctores  en Física, Romero,  Gómez, Ferrón y Acosta Coden, tienen el desafío de buscar la aplicabilidad de la electrónica molecular. 








Diego Acosta Coden, Alejandro Ferrón, Sergio Gómez y Rodolfo Romero, Foto: CONICET- Nordeste


La miniaturización está en el centro de la escena gracias a la nanotecnología, que posibilita manipular los componentes a escalas cercanas a la mil millonésima parte de un metro. 


Es difícil imaginar cómo se trabaja en esas escalas. Los especialistas lo asemejan al armado de un rompecabezas, donde los átomos son las piezas a ubicar en determinadas posiciones. 


Se estima que dentro de veinte años se podría llegar a alcanzar los elementos de un circuito integrado en escala atómica, siendo  ése el límite de miniaturización. 

Buscan asociar a las moléculas de la naturaleza como componentes de circuitos electrónicos. 

Como no todas las moléculas pueden actuar como un cable, un transistor o un rectificador, investigan las estructuras moleculares apropiadas, ya sean naturales o artificiales, a escala nanométrica (mil millones de veces más pequeño que un metro), que puedan actuar como conductores, diodos, etc. dentro de un circuito electrónico. 

Todo esto surge a partir de una observación en la naturaleza. Siguiendo las leyes de la mecánica cuántica, los átomos se ensamblan mediante interacciones eléctricas a escalas más pequeñas que cualquiera de los circuitos conocidos. 

Benceno
El grupo del IMIT trabajó con derivados del benceno y otros sistemas basados en carbono, como el grafeno. Su estructura consiste en una única capa de átomos de carbono distribuidos cíclicamente en forma de hexágono, similar a un panal de abeja. 


grafeno
Determinaron mediante cálculos y simulaciones, cómo estos sistemas cumplen con las funciones de un transistor. Midieron las propiedades que surgían al variar los enlaces de un átomo de carbono en el benceno, logrando resultados diferentes, si los carbonos observados eran adyacentes o no. 
“Son evaluaciones en base a modelos teóricos y computacionales, que nos permiten modelar los sistemas, evaluar resultados y sacar conclusiones” señaló Romero. 

“Estamos en la etapa inicial, con un horizonte de veinte años para que sea aplicable a una tecnología específica” señaló el doctor Romero, quien eligió radicarse en Corrientes para seguir investigando, después de post-doctorarse en la Universidad de Helsinki, en Finlandia.

“Nuestro trabajo está orientado a satisfacer las necesidades de la miniaturización. Actualmente, usamos celulares que tienen la capacidad de lo que era una computadora hace 20 años”, explicó Rodolfo Romero, investigador adjunto del CONICET en el IMIT y responsable del grupo de Transporte Cuántico.

modelo atómico con electrones como ondas
Cuando se confina un electrón a regiones muy pequeñas, aparecen fenómenos nuevos. El electrón deja de comportarse como si fuera una partícula cargada y empieza a comportarse como una onda. Entonces, ahí tenemos que hacer una descripción nueva”, detalló el investigador. 

“Hacemos ciencia básica, lo que no quiere decir que sea simple, sino que es la base de todo el desarrollo que viene después. En medicina, por ejemplo, cuando se presenta una vacuna, detrás de ella hay muchos años de trabajo. En nuestra disciplina pasa lo mismo: lo que estudiamos ahora permitirá desarrollar la tecnología que vamos a usar después de 2030”, aclaró el físico. 

“Es indispensable estar al día, leer los nuevos trabajos, conocer los formalismos teóricos, adaptarlos y así, poder proponer algo innovador. Es una tarea bastante demandante, pero nos permite lograr ensamblar todas las piezas de ese rompecabezas y hacer una propuesta original”, explicó Romero. 

“En nuestro caso, nos dedicamos a lo teórico-computacional. Hacemos el cálculo y un poco de la teoría. La parte experimental requiere un equipamiento e instalaciones que son muy costosas y en Argentina actualmente existen solo 2 ó 3 laboratorios con capacidad de fabricar estructuras a escala nanométrica”, indica Romero. 

Los aportes teóricos desarrollados en el IMIT sirven de base para trabajos experimentales que se desarrollan en distintos lugares del mundo. 


“Algunos de nuestros artículos fueron tomados para probar ciertos efectos y fueron destacados por revistas internacionales. Uno de los casos con mayor repercusión fue el estudio de la transmisión de electrones a través de un interferómetro de dos brazos. Consistía en pasar electrones por dos ramas y recogerlos en el otro extremo. A través de esas dos ramas, pasa un campo magnético y al variarlo, se encontraban distintas respuestas. Lo que hicimos fue desarrollar el modelo que podía explicar ese tipo de comportamiento”, graficó el físico. 


Se estudian los estados de los electrones en presencia de una impureza que perturbe al sistema en distintas posiciones.


Para poder seguir avanzando en las investigaciones es necesario contar con recursos humanos con formación académica de excelencia. 

La cantidad de estudiantes que eligen carreras relacionadas con estas disciplinas parece no ser suficiente para satisfacer el impulso de las investigaciones en nanotecnología. 

“Tanto las empresas como los usuarios están esperando que cada año la tecnología supere a la del año anterior, pero eso no ocurre mágicamente. Se necesita mano de obra altamente calificada para poder pensar esas nuevas tecnologías, para determinar de qué manera puedo conseguir, por ejemplo, tener más transistores en el mismo espacio. 

"Mantener un ritmo de desarrollo que nos permita duplicar el número de componentes en una misma superficie cada año -que es lo que viene pasando hace 4 o 5 décadas- es todo un desafío. Para poder lograrlo será fundamental aumentar la cantidad de científicos que se dediquen a investigar estos fenómenos”, aseguró Romero. 

La vocación de un futuro físico se puede despertar en lo cotidiano, en el interés por los fenómenos que se ven diariamente, observando el funcionamiento de la naturaleza. 

UNNE-IMIT-Conicet- mayo 2016