jueves, 25 de febrero de 2016

ACUAPONIAS

CULTIVOS  EFICIENTES

La cría conjunta de peces y plantas es una estrategia combinada de aprovechamiento de recursos. 

Esta actividad es incipiente en nuestro país, y entre sus ventajas se cuenta la mejor utilización del agua y la producción de proteínas de alta calidad. 

Acuaponia es la integración de la Acuicultura (cría de peces) y la hidroponía (cultivo de plantas en agua) en un sistema de recirculación cerrado que permite un aprovechamiento del recurso agua y de los nutrientes. 

La actividad está ganando atención como un sistema bio-integrado de producción de alimentos en pequeña escala. 
En el país se considera un proceso productivo con gran potencial en superficies reducidas. 

Profesionales de las facultades de Ciencias Veterinarias y Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Nordeste (UNNE) pusieron en marcha un proyecto de acercamiento a este sistema no convencional de cultivo. 

“Se trata de un proyecto de extensión y trasferencia en el cual trabajamos con alumnos de una escuela rural agrotécnica y con productores hortícolas para desarrollar modelos experimentales y didácticos, pero en realidad la experiencia servirá para definir posibles líneas de investigación que profundicen el conocimiento sobre el proceso acuapónico” explicó el director del proyecto MSc. Alfredo Oscar González, investigador del Instituto de Ictiología del Nordeste de la Facultad de Ciencias Veterinarias. 

La co-dirección del proyecto está a cargo del ingeniero agrónomo Guillermo Perrens, de la Cátedra Horticultura de la Facultad de Ciencias Agrarias, y participan además docentes y alumnos de ambas unidades académicas. 

González explicó que “en el proceso de acuaponia, los efluentes ricos en nutrientes de los tanques de los peces son usados para fertilizar la producción hidropónica de plantas. En este sistema, las raíces y las bacterias remueven los nutrientes del agua, y los liberan de contaminantes”. 

Y aclara el investigador, “los nutrientes generados por las heces de los peces, las algas y la descomposición de los alimentos son contaminantes que si no se remueven podrían alcanzar niveles tóxicos para los peces, pero dentro de un sistema acuapónico, sirven como fertilizante líquido para el cultivo de las plantas. A su vez, las camas hidropónicas o de plantas funcionan como un biofiltro que mejora la calidad del agua, que será recirculada a los tanques de los peces”. 


“Se implementaron  unidades acuapónicas, que contaron con dos recipientes plásticos por unidad, uno que contenía a los peces,  y otro para las camas de hidroponía. Las camas de hidroponía se realizaron con soportes  a las cuales se les practicó un orificio donde se introducía un porta planta,  perforados en la parte inferior para dar paso a las raíces de la planta y sostenidas por goma espuma”, aclara González

“Cada 15 días se realizaron monitoreos para determinar la biomasa de peces y plantas, corregir la dieta de los peces, detectar eventuales enfermedades en éstos,  evaluar el desarrollo de las plantas y verificar posibles deficiencias nutricionales” explicó el director del proyecto. 

González resaltó que “con la experiencia del proyecto de Acuaponia se trató de infundir las ventajas de este sistema productivo, entre ellas la mejor utilización del agua y la producción de proteínas de alta calidad, y que pueden ser aprovechados para el mejoramiento de las condiciones de vida de sectores de la población como los pequeños horticultores de las periferias urbanas de nuestra región”. 

“La Acuaponia supera dificultades que por separado tienen la acuicultura y la hidroponía. Es que la cría de peces dentro de estanques de agua, con las deyecciones y excedentes de alimentos, genera cantidades importantes de amoníaco que si no son controladas pueden resultar dañinas y hasta letales para los peces, mientras que la hidroponía requiere el uso de fertilizantes”, informa González. 

Esta actividad cuenta con dos grupos de productores a nivel mundial. 
Acuaponia casera
Acuaponia industrial










El primero formado por quienes llevan adelante sistemas acuapónicos de manera doméstica o aficionada, con fines ornamentales o de autoconsumo, y el segundo grupo, representado por quienes llevaron la acuaponia a una escala comercial, haciéndola una actividad rentable.

Los primeros ensayos publicados en acuaponia se remontan a la década del setenta, pero no fue sino hasta veinte años después, en la década del noventa, que empezaron a obtenerse datos concretos aplicables a producciones comerciales. 

La utilización de un sistema acuapónico de manera casera o doméstica, es una excelente opción cuando se pretende tener un aporte de alimento auto-producido, en pequeñas superficies. 

La acuicultura, por su parte,  es una técnica para producir cultivos orgánicos extraordinariamente eficiente, no produce efluentes contaminantes y apenas consume recursos básicos comparados con las técnicas agrícolas tradicionales. 

Es importante destacar que la acuaponía tiene sobradas ventajas, ya que hace mejor uso del espacio, es más productiva, (apenas consume el 5% del agua de un cultivo tradicional), y no necesita maquinaria pesada para laborar la tierra ni para cosechar. 

Universidad Nacional del Nordeste-Facultad de Ciencias Agrarias- Septiembre de 2015

jueves, 18 de febrero de 2016

BIOMATERIALES

REGENERACION OSEA 


Haber perdido parte de hueso por situaciones indeseables, ya sean accidentes, o quirúrgicas, (por tumores, quistes o anomalías óseas), ahora pueden repararse gracias a este desarrollo nacional.

En la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), un grupo de investigadoras de la Facultad de Odontología trabajan en el diseño de una membrana que estimula a las células y produce la formación de tejido óseo en pocas semanas. 


Liliana Missana y María Victoria Jammal (docentes de la Universidad) idearon un biomaterial accesible desde lo económico. 

Buscan regenerar hueso partiendo de una proteína recombinante humana (rh), la paratohormona, junto a otra proteína, el colágeno, muy abundante en huesos y piel. 

Con ambas sustancias se forma una membrana maleable que puede direccionarse a los fines que el profesional considere conveniente. 

Missana explicó que se coloca el material con una proteína como estimulante en un armazón, que es el colágeno. “El cuerpo lo acepta, lo coloniza y las mismas células del paciente migran desde los bordes de los tejidos sobre él, estimulados por la proteína recombinante humana y así se genera el hueso con la forma que el profesional desee darle”, puntualizó. 

La regeneración ósea se vuelve fundamental también en casos de reabsorción ósea, producto de pérdida de dientes. 

En todos los casos, la necesidad de volver a contar con el hueso íntegro se vuelve fundamental. Es necesario para devolverle la estructura y funcionalidad a la parte afectada del cuerpo. 


El hueso puede regenerase entre 5 y 8 mm, con alternativas costosas y complejas. Para extensiones mayores a 8 mm, puede usarse hueso del mismo paciente, huesos procesados del banco de huesos (de personas fallecidas) y huesos animales. 

La línea de investigación está en trámite de registro en el Instituto Nacional de Patentamiento Industrial (INPI) y está inscripto con el nombre de Regebone (“rege” de regenerar y “bone” de hueso en inglés). El equipo se completa con la colaboración de Jorge Juárez (tesista), Nina Pastorino (odontóloga), María Lilia Romano (técnica) y Viviana Schemberger (odontóloga).  

Missana comentó que “una de las exigencias de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para aprobar el biomaterial es que se realicen pruebas tanto en animales pequeños como medianos”. 

El equipo ya realizó pruebas exitosas en la cabeza (calota) de ratas y en un período de seis semanas consiguió regenerar el 57% del hueso faltante a partir de la aplicación del biomaterial de colágeno y la rhPTH (Recombinante Humana Paratohormona). 

Resta realizar pruebas con animales medianos y por ese motivo, los investigadores de la UNT firmaron un convenio de cooperación con profesionales de la Universidad Nacional de Rosario, quienes proveerán de criaderos de conejos para la siguiente etapa. 

“Estamos en conversaciones con el Sistema Provincial de Salud de la Provincia (SIPROSA) para que se realice un relevamiento en los servicios de odontología y traumatología de los pacientes que requieren hueso”, agregó la científica. El gran aporte del biomaterial es que “es de industria nacional, por lo tanto los costos para producirlo son menores con la idea de que sea más accesible para la gente en lo económico. Esto es importante teniendo en cuenta que la mayoría de los materiales de relleno óseo que se usan en nuestro país son importados” señaló  Victoria Jammal , y agregó que “fue elaborado en el Laboratorio de Patología Experimental de la Facultad de Odontología de la UNT”. 

Jammal suma otra de las ventajas del biomaterial, “es maleable, adaptable a cualquier defecto óseo, de fácil manipulación y que se conserva a temperatura ambiente. También el hecho de ser “ecoamigable” ya que no genera efectos negativos en el ambiente”. 


La investigación asocia técnicas de la ingeniería molecular con la ingeniería de tejidos. Missana describió “que se valen de la mezcla de la proteína recombinante humana (rh), llamada así porque es externa al cuerpo, con un biomaterial (el colágeno) para diseñar un armazón. El armazón se coloca en la zona donde hay ausencia de hueso para estimular su crecimiento”. 


Precisó que “la Paratohormona, que está presente en todos los seres vivos y se libera según las necesidades del cuerpo, normalmente está asociada a la reabsorción, no a la neo formación. Entonces, el aporte más importante de la investigación es que, colocada en una membrana y liberada en forma intermitente, estimula a las células y a la neo formación ósea”. 



La doctora Missana estimó que con la nueva técnica “los pacientes podrán recibir implantes bucales cuando tengan el hueso para recibirlos. Conseguirán hablar y comer mucho mejor luego de una cirugía reparadora por un cáncer óseo bucal, es decir, les devolveremos la calidad de vida”, sintetizó. 

Missana se desempeña hace 25 años en el área de la ingeniería de tejidos. Cuando realizó su tesis doctoral en la Universidad Nacional de Okayama (Japón) trabajó con una proteína morfogenética ósea que combinó con distintos vehículos y uno de esos fue el colágeno, con el cual obtuvo los mejores resultados. 
En Japón la técnica está patentada y se usa para múltiples tratamientos. 


Al volver a la Argentina, creó un equipo de investigación que desde hace siete años se concentró en la rhPTH (recombinante Humana Paratohormona) que se presentaba recientemente en el mercado. El desafío a vencer por su equipo de investigación es producir un tejido en condiciones de laboratorio y que después sea aceptado por el organismo. 

Universidad Nacional de Tucumán-Facultad de Odontología-Noviembre de 2015

jueves, 11 de febrero de 2016

INTERCONEXIONES

¿NOS CREEMOS INVISIBLES?



En este mundo informatizado se infravalora la información que se produce en teléfonos e internet. 

Y cómo nos afecta sin darnos cuenta. 


Gerardo Simari es investigador asistente del CONICET y trabaja en el Instituto de Ciencias e Ingeniería de la Computación (ICIC, CONICET-UNS). 

Simari reflexiona sobre las prácticas vinculadas con  Internet, las telefonías móviles, y demás recursos tecnológicos que están actualmente incorporados, y cómo el desconocimiento de su funcionamiento vuelve vulnerables a los usuarios, a niveles impensados. 


“Cuando cualquiera de nosotros activamos el GPS en el celular…, revisamos los mails desde el mismo dispositivo…, nos registramos en las redes sociales, subimos fotos y expresamos nuestra opinión política en Facebook y Twitter…, acudimos al banco para sacar tarjetas de crédito en donde dejamos nuestros datos…, y luego compramos en supermercados donde nos ofrecen una tarjeta de puntos que almacenará en qué gastamos el sueldo, qué consumimos, qué comemos y cuáles son nuestros gustos…, cabría preguntarse ¿Qué pasa con todos estos datos? ¿Para qué, por ejemplo, Angry Birds pediría tener acceso al GPS? ¿Por qué Facebook solicita que se incluya la localización?”, indica el investigador. 

Simari relata: “En 2009 Malte Spitz, miembro del Partido Verde Alemán, pidió a su compañía de teléfono que le mandara los datos que tenían sobre él. Algunas demandas más tarde Malte recibió un CD con un Excel de treinta mil líneas (como “Guerra y Paz” de Tolstoi, con casi 1900 páginas, pero multiplicado por tres). El documento sólo comprendía seis meses de información que fueron entregados por él a una agencia de visualización de datos, los cuales sumados a la información obtenida de las distintas redes sociales y blogs de libre acceso pudieron conformar un mapa virtual, algo así como un diario de la vida de este funcionario. En él se puede ver cuándo Malte viajó en avión, con quién se comunicó, quién lo llamó, cuánto tiempo duró esa conversación, cuándo comió o durmió, quién le mandó mensajes y qué decían esos textos”. 


Malte, como casi todas las personas de esta era, tiene en su bolsillo un celular que cada cinco minutos hace “ping” a la antena más cercana y le pregunta: “¿Hay algún WhatsApp para mi?” “¿tengo algún correo?”. El teléfono, desde la comodidad de un pantalón o una mochila, todo el tiempo está diciendo “estoy acá”, “ahora estoy allá” o “ahora me vine más acá”.  

“Los celulares son esencialmente dispositivos de radio como los handys o los que usan los taxis para comunicarse con la central, y lo que hacen es conectarse con la antena más cercana, por lo que las empresas de teléfono saben qué celular está conectado a qué antena, y esos datos quedan almacenados en una base”, detalla el investigador. 

Simari hace una introducción al mundo de datos actual. Narra que el acceso a Internet es cada vez más común en la población de países con diferentes grados de desarrollo. Se estima que un 40 por ciento de la población mundial tiene acceso, mientras que en 1995 era sólo el 1 por ciento. 

Desde otra parte está el fenómeno de “la nube” (the cloud, en inglés), posibilitado gracias a lo  anterior y también al desarrollo de tecnología inalámbrica. Haciéndose extensivo a la mayoría de los usuarios con Gmail (y otros servicios menos populares de correo pero con grandes números de usuarios), documentos en línea (Google Docs, ahora Google Drive) o Dropbox (para compartir documentos y accederlos desde cualquier dispositivo), entre muchos otros. 


Además el aspecto social estalló primero con Facebook y Twitter, y luego con otros servicios que permiten conectarse con otras personas para compartir contenidos. 

El desarrollo y abaratamiento constante de celulares con gran capacidad de procesamiento y almacenamiento, permitió que todo esto sea más accesible. La realidad muestra que las personas están constantemente acumulando datos.


“No nos damos cuenta de la cantidad de información que producimos ni del valor que tiene. Los servicios que usamos todos los días no son nada gratuitos sino que estamos pagándolos con los datos que entregamos para usarlos. Para darnos una idea de esto basta recordar que WhatsApp fue comprada por Facebook hace un tiempo por alrededor de 16 mil millones de dólares, cifra que se asemeja al PBI de muchos países pequeños y que equivale a mas de 30 mil dólares por hora durante un año entero”, detalla el investigador. 


Existió información almacenada que posteriormente sirvió para atentar contra la privacidad y la vida de las personas. Por ejemplo, en Holanda a principios del siglo XX, se hizo un censo de religiones para determinar cuánto dinero debían darle a cada comunidad, a cada iglesia, o sinagoga. Cuando llegaron los nazis accedieron a esa información y solo el 10 por ciento de los judíos holandeses sobrevivió a la segunda Guerra Mundial. 

Otro caso digno de mencionar se dio cuando el gobierno de Ucrania mandó un mensaje de texto a unos manifestantes que decía lo siguiente: “ha sido usted registrado como participe de una manifestación ilegal masiva”. “Seguramente, esto lo supieron porque cada teléfono en la plaza profería esa información”, explica Simari. 


Cada vez que abrimos el navegador para comenzar la búsqueda de algo que queremos comprar…, o consultar por lugares y alojamientos vacacionales…, vemos con sorpresa que al ingresar en nuestra casilla de mail, a los costados de la página aparecen numerosas publicidades alusivas. 


Simari explica que las páginas guardan “cookies”. Es decir, “pequeñas porciones de datos que almacenan los navegadores, que además de ser útiles para guardar el idioma en el que se navega y personalizar la experiencia del usuario, pueden ser accedidos por servidores de publicidad para decidir qué mostrar. Hay formas de configurar los navegadores para  evitar esta explotación de los datos personales, pero la gran mayoría de las personas poco conocen de ello o no están dispuestas a aprender a usarlas”. 



Cuando, aburridos, instalamos la aplicación Angry Birds se nos pide el libre acceso al GPS. Simari explica que esto puede ser requerido para usos inocentes como avisar cuando hay amigos cerca o mostrar puntajes máximos por ciudad, por ejemplo, como así también para fines netamente comerciales como vender los registros de ubicación a compañías que se dedican a aglomerar información para obtener un perfil y después bombardear el usuario con publicidad específica. 

Aunque un ciudadano no sea una personalidad destacada, cada perfil esta ahí esperando por ser visto. 

Nadie puede saber cuándo le cambia la suerte y se convierte de repente en alguien famoso. 

El problema no son las empresas que son malas guardando datos, no son los gobernantes que puedan aprovecharse de ello, el problema es que esa información vuelve a las personas vulnerables de una manera impredecible. 

De momento vivimos sin tener conciencia de ello. 

Vivimos a la vista de todos, sin notarlo, como en casas de cristal. 




J. Naser- CONICET- nov. 2015 

 

jueves, 4 de febrero de 2016

DESERTIFICACION

CUSTODIANDO EL SUELO 


La desertificación de tierras en la República Argentina es una problemática que afecta a 42 millones de personas. 




Desde su creación en 2011 el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación (ONDTyD) monitorea y trata de mitigar este riesgo de degradación de las tierras. 

El observatorio provee información relativa al estado en que se encuentra el territorio con el fin de prevenir, y mitigar riesgos. 

Estos datos son usados por los tomadores de decisiones públicas y privadas de la Argentina para concientizar e informar a la sociedad en general. 

Utilizan un sistema de indicadores que permiten el monitoreo en tiempo y espacio,  mapas interactivos con un repositorio de datos geo espaciales en línea y Sitios Piloto en diferentes ecosistemas del país. 
Sitio Piloto Centro-oeste

En los Sitios Piloto se estudia detalladamente  los procesos vinculados a la temática y se generan datos a nivel local que permitan la extrapolación a nivel regional. 

Es una plataforma de intercambio de información actual, registro histórico, bibliográfica, ideas y experiencias relacionadas a la temática. 
Sitio Piloto La Rioja
Está diseñada para tener la capacidad de convertirse en una herramienta de gestión participativa y espacio de encuentro entre las administraciones públicas, las universidades, centros técnicos-científicos y el conjunto de la sociedad en todo aquello relacionado con la degradación de tierras y desertificación en Argentina.  


Sitio Piloto Patagonia
“Según diversos estudios, el 70 por ciento del país está formado por tierras secas. La erosión avanza a razón de 650 mil hectáreas por año” indica  Elena María Abraham, investigadora independiente del
Sitio Piloto San Luis
Consejo en el Instituto Argentino de Investigación de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCUYO), al hablar sobre el Observatorio, un proyecto que resultó de una iniciativa conjunta entre el sector científico-tecnológico, el CONICET, la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). 


Pero ¿qué se entiende por desertificación? 

La investigadora detalla: “es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas, resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”. 

Es así que el ONDTyD genera y sistematiza información relacionada con esta problemática en forma de indicadores que permiten el monitoreo en tiempo y espacio.


Ante los indicadores ambientales, que alertan acerca de las condiciones del ambiente, es necesario contar con un sistema de monitoreo que sirva para revisar, diseñar, conducir estrategias, y establecer prioridades de políticas de corto, mediano y largo plazo. 

Según Abraham “era necesario un marco nacional para vigilar la degradación de tierras y la desertificación, para mantener el enfoque de sustentabilidad de los territorios que nos proporcionan alimentos, bienes y servicios. Realizar una mejor planeación para actuar de forma oportuna y efectiva ante los efectos que pongan en riesgo a las poblaciones, a los sistemas de producción y a los ecosistemas más vulnerables”. 

El sistema se sustenta en el conocimiento y participación de los miembros de la red del ONDTyD, que  actualmente cuenta con más de 200 profesionales del sector científico-tecnológico y político, en todo el país. 


Patagonia- I.Jacobacci-INTA
Diferentes esfuerzos se vienen realizando a escala mundial, nacional y regional para conocer la extensión, tendencia y costo de la degradación/ desertificación de las tierras. Entre ellos, el proyecto Evaluación de la Degradación de Tierras en Zonas Áridas (LADA, por sus siglas en inglés) -que finalizó en 2011- sentó las bases para un sistema nacional de monitoreo en Argentina. 

“Justamente para dar continuidad a este proyecto es que surge la creación del ONDTyD en septiembre del año 2011, y, para lograr los objetivos planteados, se implementó el Sistema Nacional de Monitoreo y Evaluación de la Degradación de Tierras, Desertificación y el Manejo Sustentable en el año 2013”, narra Abraham. 

Para más datos  http://www.desertificacion.gob.ar/

CONICET- 23-11-2015