jueves, 19 de mayo de 2016

ARQUEOLOGIA

SOBERANIA, DESDE NUESTRAS RAICES 
Vuelta de Obligado- San Pedro- Pcia.Bs.As.

Buscar en los restos de nuestras entrañas telúricas ayuda a conocer de donde venimos, y sobre todo, hacia donde vamos. 

La soberanía se manifiesta en cada grano de tierra, en cada cristal de arena removido y en cada resto hallado. 


La batalla de la Vuelta de Obligado es un hecho histórico, como punto de inflexión, que marca la promulgación del Día de la Soberanía. 

Desde la Universidad Nacional de Luján, un grupo de investigadores llevan adelante campañas arqueológicas en busca de objetos relacionados a la batalla ocurrida el 20 de noviembre de 1845. Los científicos buscan encontrar respuesta a cuestiones como la determinación del lugar de una posible “fosa común” o sepulturas colectivas de los caídos. 

En el Partido de San Pedro, a orillas del río Paraná, el equipo dirigido por Mariano Ramos, antropólogo especializado en Arqueología, realiza excavaciones en los sitios en los que las tropas al mando del general Lucio Mansilla  emplazaron sus cañones y campamentos. 

Modernos buques de guerra enemigos, escoltados por una flota de barcos mercantes, pretendieron remontar el Paraná para comerciar con las provincias del Litoral y el Paraguay. Para impedirlo, los combatientes confederados sufrieron durante horas el brutal hostigamiento.  


Fragmentos de bombas de hierro, con paredes de una pulgada, que eran del tamaño de una pelota de fútbol y “perdigones” esféricos más pequeños que se dispersaban al estallar el proyectil, fueron hallados en las barrancas. 

Restos de botellas de ginebra o de cerveza, clavos, “piedras de chispa” y cerámica indígena revelan el modo en que los soldados se aprestaron a la batalla y, en muchos casos, enfrentaron a la muerte: hubo 250 caídos del lado argentino, en la tenaz resistencia de las baterías criollas, que contaban con cañones de menor calibre, más antiguos y que lanzaban proyectiles macizos. 

“Quizás el terror de combate se previno mediante la ingesta de bebidas alcohólicas en forma controlada, como ocurría en los conflictos previos a la Primera Guerra Mundial”, comentó Ramos y estimó que los artilleros sobrevivían poco tiempo en su puesto “y quienes los reemplazaban debían tener una alta preparación –como todos ellos–, sabiendo que iban a morir”


Los sucesos de Obligado forman parte de los “temas prohibidos, o tabú, que tenían versiones distintas a las de la historia oficial, como las represiones de las montoneras provinciales durante el gobierno de Mitre, la Semana Trágica, la masacre de grupos indígenas en Napalpí, los fusilamientos de José León Suárez en 1956, la masacre de Trelew en 1972, los desaparecidos... siempre hubo versiones oficiales que deformaban lo ocurrido y la Arqueología tiene la posibilidad de presentar versiones alternativas a esas historias oficiales”, afirma el investigador. 

“Hay diferentes fuentes de información, los historiadores utilizan principalmente los documentos escritos y los arqueólogos trabajamos con el registro material que encontramos, cosas, objetos que nos permiten dar otras versiones”, explicó el arqueólogo y contó que “en mayo de 2000 hicimos la primera excavación y a partir de ese momento hicimos 26 campañas”. 

“Cada campaña lleva cerca de diez días, en los que compartimos la vida cotidiana, como una familia de hasta 30 personas. Los hallazgos son nuestro objetivo, pero muchos sitios han sido saqueados, y en este caso también, por coleccionistas, por ‘huaqueros’, que se llevaron todo lo que tenía cierto volumen. Esto ocurrió desde casi la finalización de la batalla”, explicó Ramos

“Lo que hacemos son excavaciones en extensión con superficies considerables, de decenas de metros cuadrados en distintas áreas del sitio, en la zona donde se instalaron los cañones desde agosto hasta noviembre de 1845 y en el campamento situado a unos  200  metros hacia el interior del monte, en el que convivieron no menos de mil soldados. Excavamos con cucharines,  espátulas,  pinceles, no con palas ni con picos. Lo hacemos muy lentamente. En la actualidad hemos excavado unos 350 metros cuadrados”, informa el antropólogo. 


“Usamos como referencia la información que nos dan los vecinos, que nos han llevado al monte a ver un terraplén hecho a pala, de unos 20 metros por 5 metros, pero cubierto de vegetación que no permite advertirlo a simple vista”, comentó. 

Las dos campañas anuales se apoyan también en imágenes satelitales, fotografías aéreas, detectores de metales y electromagnetómetros, que detectan anomalías por debajo de la superficie del suelo. 


Los objetos hallados se guardan con una referencia del sitio en que fueron ubicados y son enviados a los laboratorios de la UNLu o a laboratorios externos, como el Grupo de Arqueometalurgia (GAM) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. 

Luego son entregados al Museo de la Batalla de Obligado o, desde 2009, al primer Centro de Interpretación Indígena, que dirige la cacica Clara Romero, en San Pedro, ya que se han hallado muchas piezas de cerámica de quienes habitaron ese sitio durante cientos de años. Con Clara y el grupo QOM de San Pedro se realizan muchas actividades, incluso de educación intercultural. 

“Los objetos los podés confrontar con los documentos escritos”, puntualizó Ramos y señaló como ejemplo de este contraste el plano de la batalla del almirante inglés, Sulivan, con la ubicación de las baterías y sus restos al desembarcar, los que “no coinciden con el registro de las excavaciones”. 


“Nuestras excavaciones, desde 2000 hasta 2011, en las que dimos con los restos de la segunda batería, no coinciden exactamente con el plano de Sulivan”, indicó el investigador de la UNLu y advirtió: “Encontramos lo que no dicen los documentos”. “Nos apoyamos con firmeza en la información material más que en documentos escritos, que sabemos que no siempre, pero muchas veces, están sesgados por distintos intereses políticos e ideológicos”, afirmó. 

La investigación arqueológica en Obligado “fue la primera realizada en el país sobre un campo de batalla y se transformó en una referencia para otros arqueólogos”, indicó el investigador y detalló que el trabajo se amplió hace cinco años a otros escenarios de la Guerra del Paraná, como El Tonelero en Ramallo y San Lorenzo y Quebracho, en la provincia de Santa Fe. 

“Vuelta de Obligado se transformó en una escuela de Arqueología de campo para muchos equipos que trabajaron con nosotros y hoy investigan en otros lados, de las universidades de Buenos Aires, de Rosario, de La Plata o del Centro de la Provincia de Buenos Aires”, subrayó el investigador y puntualizó que “tuvimos estudiantes, becarios y pasantes que hoy son profesionales, algunos doctores”. 

Esta  actividad arqueológica en Obligado, persigue objetivos que debieran echar luz sobre el histórico momento, como determinar el punto de una posible “fosa común” o enterramiento colectivo de los caídos. 
Existe una  legislación nacional y provincial que el grupo de investigación considera especialmente. 



Los avances en estos estudios darán nuevas certezas acerca de un hecho que es recordado, en los billetes de 20 pesos, ilustrados con  una imagen de la batalla que nos ocupa. 


Investigar y confirmar con elementos tangibles, como los hallazgos realizados, sobre los acontecimientos producidos hace 170 años nos llevarán a afianzar nuestra Soberanía. 

UNLu-Mayo de 2016 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario