Se busca continuamente que nuestros celulares, sean cada vez más pequeños y nos provean de más aplicaciones.
En la actualidad, los circuitos electrónicos integrados, tienden a tener pequeñísimos tamaños, almacenar mayor volumen de datos y brindar mejores funciones.
Basta recordar el tamaño de los primeros equipos de telefonía celular, semejantes a un “ladrillo” por su tamaño y compararlos con los actuales.
Hace 30 años, a mediados de la década del 80, un celular pesaba 800 gramos y medía 33 x 4,5 x 8,9 cm. y si se lo compara con un equipo de última generación de estos tiempos, de 70 x 142 mm y 132 gramos de peso, veremos las diferencias.
En la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), más precisamente en el Instituto de Modelado e Innovación Tecnológica (IMIT-Conicet), el grupo de investigación en NANOFISICA formado por los doctores en Física, Romero, Gómez, Ferrón y Acosta Coden, tienen el desafío de buscar la aplicabilidad de la electrónica molecular.
Diego Acosta Coden, Alejandro Ferrón, Sergio Gómez y Rodolfo Romero, Foto: CONICET- Nordeste
La miniaturización está en el centro de la escena
gracias a la nanotecnología, que posibilita manipular los componentes a escalas
cercanas a la mil millonésima parte de un metro.
Es difícil imaginar cómo se
trabaja en esas escalas. Los especialistas lo asemejan al armado de un
rompecabezas, donde los átomos son las piezas a ubicar en determinadas
posiciones.
Se estima que dentro de veinte años se podría llegar a alcanzar los
elementos de un circuito integrado en escala atómica, siendo ése el límite de miniaturización.
Buscan asociar
a las moléculas de la naturaleza como componentes de circuitos electrónicos.
Como
no todas las moléculas pueden actuar como un cable, un transistor o un
rectificador, investigan las estructuras moleculares apropiadas, ya sean
naturales o artificiales, a escala nanométrica (mil millones de veces más
pequeño que un metro), que puedan actuar como conductores, diodos, etc. dentro
de un circuito electrónico.
Todo
esto surge a partir de una observación en la naturaleza. Siguiendo las leyes de
la mecánica cuántica, los átomos se ensamblan mediante interacciones eléctricas
a escalas más pequeñas que cualquiera de los circuitos conocidos.
Benceno |
El grupo del
IMIT trabajó con derivados del benceno y otros sistemas basados
en carbono, como el grafeno. Su estructura consiste en una única capa de
átomos de carbono distribuidos cíclicamente en forma de hexágono, similar a un
panal de abeja.
grafeno |
Determinaron mediante cálculos y simulaciones, cómo estos
sistemas cumplen con las funciones de un transistor. Midieron las propiedades
que surgían al variar los enlaces de un átomo de carbono en el benceno,
logrando resultados diferentes, si los carbonos observados eran adyacentes o
no.
“Son evaluaciones en base a modelos
teóricos y computacionales, que nos permiten modelar los sistemas, evaluar
resultados y sacar conclusiones” señaló Romero.
“Estamos en la etapa inicial, con un horizonte de veinte años para que
sea aplicable a una tecnología específica” señaló el doctor Romero, quien
eligió radicarse en Corrientes para seguir investigando, después de
post-doctorarse en la Universidad de Helsinki, en Finlandia.
“Nuestro trabajo está
orientado a satisfacer las necesidades de la miniaturización. Actualmente, usamos celulares que
tienen la capacidad de lo que era una computadora hace 20 años”, explicó Rodolfo Romero, investigador adjunto del CONICET
en el IMIT y responsable del grupo de Transporte Cuántico.
modelo atómico con electrones como ondas |
“Cuando se confina un electrón a regiones muy pequeñas, aparecen
fenómenos nuevos. El electrón deja de comportarse como si fuera una partícula
cargada y empieza a comportarse como una onda. Entonces, ahí tenemos que hacer
una descripción nueva”, detalló el investigador.
“Hacemos ciencia básica, lo que no quiere decir que sea simple, sino
que es la base de todo el desarrollo que viene después. En medicina, por
ejemplo, cuando se presenta una vacuna, detrás de ella hay muchos años de
trabajo. En nuestra disciplina pasa lo mismo: lo que estudiamos ahora permitirá
desarrollar la tecnología que vamos a usar después de 2030”, aclaró el
físico.
“Es indispensable estar al día,
leer los nuevos trabajos, conocer los formalismos teóricos, adaptarlos y así,
poder proponer algo innovador. Es una tarea bastante
demandante, pero nos permite lograr ensamblar todas las piezas de ese
rompecabezas y hacer una propuesta original”, explicó Romero.
“En nuestro caso, nos dedicamos a lo
teórico-computacional. Hacemos el cálculo y un poco de la teoría. La parte
experimental requiere un equipamiento e instalaciones que son muy costosas y en
Argentina actualmente existen solo 2 ó 3 laboratorios con capacidad de fabricar
estructuras a escala nanométrica”, indica Romero.
Los aportes teóricos
desarrollados en el IMIT sirven de base para trabajos experimentales que se
desarrollan en distintos lugares del mundo.
“Algunos
de nuestros artículos fueron tomados para probar ciertos efectos y fueron
destacados por revistas internacionales. Uno de los casos con mayor repercusión
fue el estudio de la transmisión de electrones a través de un interferómetro de
dos brazos. Consistía en pasar electrones por dos ramas y recogerlos en el otro
extremo. A través de esas dos ramas, pasa un campo magnético y al variarlo, se
encontraban distintas respuestas. Lo que hicimos fue desarrollar el modelo que
podía explicar ese tipo de comportamiento”, graficó el físico.
Se estudian los
estados de los electrones en presencia de una impureza que perturbe al sistema
en distintas posiciones.
La cantidad de estudiantes que
eligen carreras relacionadas con estas disciplinas parece no ser suficiente
para satisfacer el impulso de las investigaciones en nanotecnología.
“Tanto las empresas como los usuarios están
esperando que cada año la tecnología supere a la del año anterior, pero eso no
ocurre mágicamente. Se necesita mano de obra altamente calificada para poder
pensar esas nuevas tecnologías, para determinar de qué manera puedo conseguir,
por ejemplo, tener más transistores en el mismo espacio.
"Mantener un ritmo de
desarrollo que nos permita duplicar el número de componentes en una misma
superficie cada año -que es lo que viene pasando hace 4 o 5 décadas- es todo un
desafío. Para poder lograrlo será fundamental aumentar la cantidad de
científicos que se dediquen a investigar estos fenómenos”, aseguró Romero.
La
vocación de un futuro físico se puede despertar en lo cotidiano, en el interés
por los fenómenos que se ven diariamente, observando el funcionamiento de la
naturaleza.
UNNE-IMIT-Conicet- mayo 2016
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