jueves, 9 de marzo de 2017

INVASORES EN LA PATAGONIA

VISONES Y CASTORES: EL ABRIGO QUE NO FUE 

Introducir especies no nativas en cualquier territorio es sumamente peligroso. Mucho más si pueden adaptarse al entorno comiendo cualquier alimento. Al no tener depredadores pueden multiplicarse tranquilamente. 


El zoólogo Juan Manuel Girini es investigador de la Sección Ornitología del Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Junto a un equipo de especialistas viajaron a la Patagonia Argentina para estudiar el impacto del visón americano, (Neovison vison). 

El  animal exótico, se transformó en una verdadera amenaza para los ecosistemas sureños, poniendo en riesgo de extinción a distintas especies de aves acuáticas de la región. 


“Tras ser introducido en la Patagonia, y a medida que perdió valor como recurso para la industria de las pieles, el visón se escapó o fue directamente liberado de los criaderos, y comenzó así a dispersarse por toda la región”, explica Girini. 

El estudio científico busca medir el impacto de mamíferos  carnívoros, terrestres y acuáticos, que habitan todos los continentes. La mayoría son de dieta carnívora o son carroñeros, (mustélidos que  se asemejan a la marta). 


El visón americano afecta la población de las aves acuáticas. Se alimenta de prácticamente todo animal que encuentra cerca. Los estudios revelaron que hay especies que han disminuido su población, en especial las aves migradoras que suelen vivir en las proximidades del agua, como cauquenesmacaescisnes de cuello negro, patos y otras aves anfibias. 

Además consume todo tipo de peces, mamíferos, aves, crustáceos, insectos, y anfibios disponibles en el entorno. A su voracidad le suma una enorme facilidad para distribuirse por terrenos diversos como lagos, ríos y costas, adaptándose rápidamente a diferentes tipos de climas y regiones. 

“El nuestro es el primer estudio que se hace en la región sobre el impacto del visón americano en el ecosistema, y tiene gran importancia como justificación y prueba fáctica para que las autoridades tomen medidas de control sistemáticas sobre la población del visón, como la captura”, señala Girini y asegura: “Es la única manera de proteger a las especies locales que están gravemente amenazadas”. 

Esta especie “come tanto aves acuáticas como terrestres o paseriformes”, dice Girini. Al ser muy voraces, ponen en peligro la existencia de muchas especies nativas, de cualquier hábitat. 


El visón americano es pariente de hurones y comadrejas, y originario de América del norte. Fue introducido en la zona sur del continente durante la primera mitad del siglo XX por la industria peletera, y al liberarlos, se convirtió en una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, por su potencial colonizador y gran poder de adaptación. 


Vista del volcán Lanin-Pque.Nac.Lanin
“Es un depredador voraz como todos los mustélidos, y se encuentra muy adaptado a los ambientes acuáticos”, agrega Girini, quien investiga la población de visones americanos en la zona del Parque Nacional Lanín, en Neuquén, desde 2012, como parte de las tareas de doctorado, dirigidas por el experto Diego Montalti. 

“Para estimar la incidencia del visón en las poblaciones locales, estudiamos sitios en los que el mamífero no se encuentra y luego lo comparamos con los sitios en los que sí está presente”, lo que ofrece de manera precisa la forma en que afecta al ecosistema, manifestó el especialista, quien en la actualidad trabaja en la División de Zoología Vertebrados del Museo de la UNLP. 


Girini confirmó que “el visón depreda huevos, pichones y adultos y eso provoca que baje el índice de supervivencia y reproducción” de aves de hábitos acuáticos, dejando a salvo, por ahora, a las especies que no frecuentan este tipo de ecosistema. Su observación durante los trabajos de campo, fueron realizados en las épocas de primavera y verano entre 2012 y 2016. 


Pque.Nac.Lanin
“El visón se distribuye desde el centro patagónico, y fue desplazándose hacia el norte gradualmente”, aclara Girini. 

A pesar de algunos relevamientos, por ahora “es difícil estimar la cantidad de estos mamíferos presentes en el Parque Nacional Lanín, a donde llegó a mediados de la década de 1990, y en todo el territorio patagónico”, completa el biólogo. 

“Durante el estudio, trabajamos con guardaparques y biólogos del Parque Nacional”, proyecto del que, además, participaron muchos observadores aficionados de aves, conformando “un ida y vuelta entre ciencia y sociedad”, destaca el investigador. 


El visón, tiene pequeñas orejas que apenas se desprenden del contorno de su cabeza y  diminutos ojos negros que contrastan con su pelaje marrón violáceo y mide aproximadamente 60 cm. 

Originario de EEUU y Canadá, donde no  afecta al ecosistema porque convive en los bosques con sus depredadores naturales, el búho real, los halcones, el coyote, los gatos monteses y linces, los caimanes e incluso otros mustélidos. Pero en la Patagonia estas especies no están presentes. 

Debido a la calidad de su pelaje para la industria de la moda y la facilidad de su domesticación, el visón americano fue introducido en el sur argentino y en Chile en los años 30, donde se instalaron criaderos. Hacia fines de las década de 1940, escapes, liberaciones intencionales e imprudencia fueron los causantes de su dispersión en los bosques. 

Finalmente, en la década del 60 y principio de los 70 cerraron la mayoría de los criaderos, arruinados por la incursión de las pieles sintéticas. 

“Los visones no son malos, simplemente son animales que están en un lugar inadecuado. Muchas veces ser ecólogo no significa ser militante ecologista, los científicos tenemos que tomar decisiones para conservar el ecosistema y las especies nativas. Todo es culpa del ser humano, porque nosotros somos los que introdujimos estas especies y nos tenemos que hacer cargo”, explica el doctor en Ciencias Biológicas e investigador de la Administración de Parques Nacionales, Alejandro Valenzuela. 


“En 1946 emprendedores peleteros liberaron una cincuentena de castores canadienses en Tierra del Fuego, cuya caza fue prohibida durante más de tres décadas”, comenta el ecólogo chileno Ramiro Crego, estudiante de Doctorado del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de North Texas. 
Tierra del Fuego

Hay millares de castores acampando por el extremo sur de Chile y de Argentina, provocando la extinción de la diversidad biológica de la zona. 

En el caso del castor, las consecuencias de su actividad son muy visibles, pues son “ingenieros ecosistémicos capaces de modificar el entorno de una forma impactante”, advierte Crego. 

“Los castores modifican el hábitat con el objetivo de generar condiciones adecuadas para vivir. Con troncos y ramas crean en los ríos presas que generan diques donde construyen sus madrigueras”, explica el investigador de Chile. 

Existen cambios en el paisaje y también químico-físicos. La actividad del castor altera la oxigenación del agua de los ríos, y modifica la configuración de los sedimentos, lo que provoca la transformación de la comunidad de invertebrados, favoreciendo la abundancia de unas pocas especies


Tierra del Fuego
“El problema ya está extendido a toda Tierra del Fuego y la zona del archipiélago Cabo de Hornos. Actualmente (los castores) ya están subiendo por el continente y hay quien ya los ha visto cerca de Torres del Paine (Chile)”, alertó Crego. 


Tierra del Fuego
En distintas ocasiones se intentó erradicarlos, dinamitando los diques o poniendo trampas en los ríos, pero ninguno de esos intentos fructificó, pues son una especie “muy dinámica y difícil de atrapar” subrayó Crego. Asegura que se puede tardar hasta “dos semanas en cazar un castor”. 

“A largo plazo, si no se erradica la población de castores y visones, se perderán especies y se generará un ecosistema completamente distinto al nativo”, aseguró el ecólogo chileno.

UNLP - Facultad de Ciencias Naturales y Museo- Febrero de 2017-
La Tercera-diario de chile-20-1-2015

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