La radiactividad está en todos lados.
En la naturaleza, en nosotros mismos, como resabio del estallido del Big Bang iniciador del universo.
Esa radiactividad natural convive cotidianamente con nuestras vidas. Pasa desapercibida.
La artificial, creada por actividades humanas suele tornarse indeseable y muy peligrosa.
En la Universidad Nacional de Lujan, (UNLu), nuevas técnicas de física nuclear posibilitan determinar la cantidad de radiactividad en alimentos.
El licenciado Alberto Jech, de la UNLu, destacó que se trata de un método diferente de los químicos. Consiste en utilizar un detector de rayos gamma, que fue recientemente adquirido por la Universidad.
En principio se evalúan materias primas como granos y leche de producción nacional, pero en un futuro analizarán otros productos.
El detector de radiación gamma, es uno de los dos o tres que hay en el país.
Posee alta eficiencia, resolución y es de fácil uso. “Con él podemos detectar la radiación gamma. Cada isótopo determina un número determinado de rayos gamma con una determinada energía, por lo que, mirando la energía del rayo se puede decir qué elemento se está viendo; es una impresión digital”, aclara el investigador.
“Es un proyecto en el que trabajamos desde hace seis meses” explicó el licenciado Jech, quien es profesor del Departamento de Ciencias Básicas, División Física de la UNLu.
La radiactividad es una propiedad de ciertos elementos químicos cuyos núcleos atómicos son inestables, generando otros elementos cercanos en la Clasificación Periódica.
Para volver a alcanzar la estabilidad atómica atraviesan un proceso de desintegración que genera energía en forma de radiación ionizante que son las ondas electromagnéticas o de partículas, y es lo que se llama radiación.
Los isótopos son los átomos de un mismo elemento cuyos núcleos tienen distinta cantidad de neutrones por lo cual su masa atómica difiere.
Los elementos que presentan isótopos son los que poseen núcleos inestables, y por lo tanto pueden emitir radiación.
“En el grupo trabajan profesionales de Química de la Universidad Nacional de Luján y también de Nutrición. Estamos agrupando a los químicos, los físicos y las ciencias sociales con el fin de encontrar elementos radiactivos no naturales, por ejemplo cesio. Es un método de integración de un proyecto de investigación”, indicó Jech.
“En particular nos interesa la actividad radiactiva por efecto del potasio, que es uno de los escasos elementos radiactivos incorporados en los alimentos. Cuando uno estudia un alimento la mayor cantidad de radiación gamma está producida por el potasio 40”, aclaró el investigador.
Potasio 40 radiactivo |
“Asimismo, la mayor cantidad de potasio que hemos visto fue en la soja. Todavía no podemos hacer un análisis concreto acerca de si la soja, en todo el territorio argentino tiene el mismo potasio, pero me sorprendió esa medición porque fue un cambio brusco respecto de los pensamientos que teníamos sobre que la banana era el alimento que más potasio tenía”, detalló Jech, quien especificó que investigaron en varios lugares, entre ellos La Pampa Húmeda y la zona de Córdoba.
Potasio 39 NO radiactivo |
El potasio interviene en importantes reacciones bioquímicas en los humanos. Es fundamental en la contracción muscular, en la conducción de los impulsos nerviosos, en la acción enzimática y en la función de la membrana celular. El corazón es un músculo que necesita mantener reguladas las contracciones miocardiales.
Es común ver a los tenistas en mitad de un largo partido ingerir una banana para recuperar el potasio perdido, y evitar la fatiga muscular.
Se calcula que por cada 100.000 átomos de potasio normal, una docena son radiactivos.
Una persona de 70 kg contiene unos 140 gramos de potasio, de los cuales sólo emiten radiación 0,017 gramos, capaces de producir 266.000 desintegraciones en un minuto.
Jech indicó la forma en la que se utiliza el detector: “Se mide al alimento durante determinado tiempo para que la estadística sea exacta. La cantidad de horas depende de la intensidad que lleve de potasio, pueden ser pocas o muchas. En este momento se encuentra en un galpón de la Universidad y lo usamos para medir”.
Por ahora investigan productos obtenidos en nuestro país, como es el caso de los granos y la leche, pero de cara al futuro pone la vista en otros elementos. “A medida que se trabaja encontramos cosas nuevas. Ahora, tenemos que hacer un análisis de los materiales de construcción porque nos dimos cuenta de que algunos poseen actividad alta. No se puede seguir construyendo sin conocer los componentes que se utilizan”, aclaró.
De igual forma, confesó su felicidad por el proyecto realizado. “Estamos tratando de hacer un viejo sueño mío, que es que en la departamentalización de la Universidad se hagan investigaciones con distintas ramas de la ciencia”.
Jech se mostró orgulloso por los avances. “Hemos encontrado y perfeccionado un método nuevo para determinar cosas en los alimentos. Un método alejado de los químicos, empleando técnicas que nunca se habían aplicado, como el traspaso de la física nuclear a los alimentos. Ahora usamos técnicas nucleares, de física nuclear. Es una nueva línea que se abre. Para la Universidad Nacional de Luján determinar rápido la radiactividad en los alimentos es importante” culminó.
Detectar radiactividad artificial en los alimentos puede ocasionar diferentes patologías. El potasio 40 afecta a las mitocondrias (centrales energéticas de la célula), produce daños en la autorreparación celular, alterando el núcleo de la célula.
Además las células contaminadas, pueden fallar en la eliminación de metales pesados y otros compuestos tóxicos, y evitar que se cumplan las funciones de la membrana celular, ocasionando cambios en su volumen.
Sería algo así como que una fábrica perfecta (la célula), dejara de tener energía porque su usina no funciona, el directorio no pueda ejercer sus funciones directivas o “reparadoras”, el servicio de mantenimiento deje de eliminar los residuos, o el cerco perimetral no exista dejando entrar y salir sin controles.
UNLu - Junio de 2016