En los últimos tiempos, los alimentos se han convertido en bienes muy preciados.
En una economía complicada como la actual, poder dar sustento a cada uno de los habitantes es un desafío imponderable.
El hambre no diferencia sobre los gustos y elecciones.
“Una alimentación saludable es aquella que promueve la salud y previene la enfermedad, debe ser completa, suficiente, variada, placentera, sostenible en el tiempo y debe respetar las tradiciones y las costumbres de la persona para que ésta pueda ser compartida”.
Entre aquéllos que no se cuestionan si van a tener o no un plato de comida en sus mesas, se han manifestado últimamente falsos argumentos sobre ciertos grupos alimenticios.
Dudar entre la ingesta de lácteos o no…, la incorporación de transgénicos en nuestra dieta…, el consumo de salmón natural o de criadero…, la seguridad de los alimentos procesados…, o la incorporación de carnes rojas…, es muy frecuente al ver programas de tv, leer revistas y mensajes en las redes sociales, aportados por “auto denominados expertos”, que sólo nos confunden y nos llevan al consumismo.
La Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), advierte sobre estos mensajes y propone la reflexión en el lanzamiento de las “XIII Jornadas Argentinas de Nutrición 2016”, en Defensa del Alimento.
Es notoria la mala prensa brindada a gran número de grupos alimenticios.
Creer que nos pueden “hacer mal”, causar intoxicación, provocar cáncer y todos los males que salen de la “Caja de Pandora”, es un mito deleznable.
El peor de los males es eliminar los nutrientes necesarios para una sana alimentación.
En base a esto, la SAN comunica: “En los últimos años hasta la actualidad hemos asistido a un proceso sorprendente de demonización categórica de la mayoría de los grupos de alimentos. Este fenómeno está guiado, la mayor parte de las veces, por “pseudo expertos”, individuos sin especialización en alimentos, salud y nutrición. Consideramos que ha llegado la hora de quitarle a los alimentos el rótulo de “amenazante” ya que éstos son un bien imprescindible.”
“La demonización de los alimentos que algunos sectores instalaron con argumentos carentes de base científica, pueden convencer al consumidor desprevenido. Los medios de comunicación (diarios, TV, revistas, Internet) representan las fuentes primarias de la información”, continúa el organismo en su comunicado.
“Cuando estas fuentes comunican mensajes absolutos, enfatizando aspectos negativos en los alimentos, pueden conducir a un pensamiento dicotómico y ambivalente, generando ansiedad, desesperanza e incremento de la incidencia de una obsesión patológica por consumir alimentos saludables, puros y limpios”, enfatiza la SAN.
“El proceso de demonización de los alimentos incide en la gestión de la salud pública y configura un nuevo escenario con enorme impacto en la nutrición y la calidad de vida de los ciudadanos. La demonización acorrala al consumidor sin generar mejoras en el mercado de los alimentos”, afirman los licenciados en nutrición.
“Estos mensajes pueden generar en la sociedad una sensación de temor y un rechazo a las recomendaciones nutricionales de las Guías Alimentarias que están vigentes en nuestro país”, finalizan en su mensaje.
Con frecuencia en las clases de Microbiología de los Alimentos, ante la gran cantidad de contaminantes alimentarios microbianos, ha surgido la expresión “¡entonces, no se puede comer nada!”, y la respuesta siempre ha sido la misma: “es beneficioso comer “de todo” pero en pocas cantidades”.
Si algo nos afecta o no es digerido en nuestro organismo en particular, él mismo se encargará de accionar los mecanismos de reparación necesarios para completar la nutrición.
Si la ingesta de tal o cual alimento es excesiva, a nuestro sistema le costará más sobrellevarlo.
Esto es aplicable también para el comunicado de la SAN, donde nos aconsejan NO suprimir algún grupo alimenticio.
Recordar que el aporte de grasas, azúcares, proteínas, vitaminas, y sales minerales, (como el calcio, fósforo, magnesio, etc.), son fundamentales para el crecimiento.
Las grasas se transformaron en las “malas de las películas”, pero son esenciales a la hora de formar membranas celulares, proteger a nuestro organismo, intervenir en sustancias que conforman nuestro cerebro y el sistema nervioso, generar vitaminas, hormonas y pigmentos.
Los azúcares constituyen la energía inmediata y de reserva. El combustible que se quema en la célula para permitir el desarrollo de nuestra vida.
Las proteínas constituyen los tejidos musculares, y permiten la aceleración de reacciones bioquímicas de nuestro organismo, actuando como enzimas. También forman anticuerpos, transportan oxigeno y dióxido de carbono en la hemoglobina. Aseguran la supervivencia formando albúmina y caseína. Se unen a los ácidos nucleicos transmitiendo los caracteres de la herencia.
Las vitaminas son sustancias químicas variadas que nuestro organismo no puede sintetizar. Se deben ingerir con los alimentos para garantizar el normal funcionamiento, sin ellas se producen enfermedades que pueden llevar a la muerte y que sólo pueden revertirse con la administración de las mismas.
Sólo una dieta variada asegura la correcta nutrición del organismo.
Las Guías Alimentarias del Ministerio de Salud se pueden descargar en forma gratuita aqui
En adhesión al Consejo para la Información sobre Seguridad de Alimentos y Nutrición (Cisan) y a la Sociedad Argentina de Nutrición.
http://www.cisan.org.ar/cisan_seguridad.php
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