El periodo de lactancia es uno de los más importantes en la vida humana, ya sea para la mamá como para el recién nacido.
La madre es el único animal que se deja comer vivo.
Pero la dieta debe ser adecuada para garantizar el crecimiento del bebé.
En la Universidad Juan Agustín Maza (UMaza) de la ciudad de Mendoza junto al Banco de Leche Humana (BLH) del Hospital Lagomaggiore de esa ciudad, se realizó un estudio sobre los excesos y déficit de micro y macro nutrientes que afectan la calidad de la leche materna.
En la investigación relevaron a 164 mujeres en período de lactancia de las cuales un 78% presentó consumo excesivo de energía. Además, el 80% exhibió un excedente en la ingesta de grasas totales y el 87% de grasas saturadas.
El 77% de la muestra superó el consumo recomendado de colesterol y se obtuvo que el 83% superaba la media de sodio estimada para la población estudiada.
Se observaron niveles inferiores a los recomendados, como por ejemplo, los referidos a los ácidos grasos poliinsaturados (en un 55% de las mujeres) y de ácidos grasos monoinsaturados (93% de las participantes). El mayor déficit de micronutrientes se manifestó en el consumo de vitamina D, donde el 86,6% no alcanzó a cubrir las recomendaciones diarias.
La Licenciada Jesica Díaz, nutricionista participante del trabajo, destacó que “son preocupantes los nutrientes que esta población consume en exceso porque pueden conllevar a riesgos cardiovasculares”.
Y expresó que “es clave la instancia educativa, con el fin de promover cambios favorables en los hábitos alimentarios”. Finalmente, la investigadora subrayó que “es fundamental conocer y profundizar en esta problemática ya que no hay muchos trabajos que se dediquen a ella”.
Estela dos Santos, licenciada en nutrición y especialista en el tema, consideró que “es una paradoja lamentable que los nutrientes beneficiosos para la salud sean aquellos que se consumen en menor cantidad y que, por el contrario, aquellos perjudiciales a corto y largo plazo se consuman en exceso. Se trata de un problema cultural, de costo o de hábito”.
El equipo de investigación, además de Díaz (encargada del Espacio Amigo de la Lactancia Materna de la UMaza y nutricionista del BLH) y Dos Santos (docente de la UMaza y nutricionista del BLH) se completa con Cecilia Llaver (decana de la Facultad de Ciencias de la Nutrición de la casa de altos estudios mendocina); Daniel Flores, Natalia Ramos Lombardo, Luis Argés, Paola Vega y Paula Sosa.
Desde lo nutricional, el período de la lactancia es el más exigente en la vida de una mujer. Aumentan los requerimientos de casi todos los nutrientes, más que en el embarazo.
Durante muchos años, se insistió en lo fundamental que es la alimentación con leche humana, única capaz de garantizar el aporte nutricional, inmunológico y emocional al bebé.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) establece tres categorías para conocer si la leche de las mujeres se encuentra bien nutrida o no. Si un mineral o nutriente presenta una adecuación igual o inferior al 89% hay déficit; si, en cambio, se encuentra entre el 90 y el 109% la situación es normal y si supera el 110% se considera que hay exceso.
La OMS puede afirmar con plena seguridad que la lactancia materna reduce la mortalidad infantil y tiene beneficios sanitarios que llegan hasta la edad adulta.
Para el conjunto de la población se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida y a partir de entonces su refuerzo con alimentos complementarios al menos hasta los dos años.
Para que las madres puedan practicar el amamantamiento exclusivo durante los seis primeros meses, la OMS y el UNICEF recomiendan:
- Iniciar el amamantamiento durante la primera hora de vida;
- Practicar el amamantamiento exclusivo, es decir, proporcionar al lactante únicamente leche materna, sin otros alimentos o bebidas, ni siquiera agua;
- Dar el pecho cuando el niño lo reclame, ya sea de día o de noche;
- No utilizar biberones, tetinas o chupetes.
La leche materna es el primer alimento natural de los niños, proporciona toda la energía y los nutrientes que necesitan durante sus primeros meses de vida y sigue aportándoles al menos la mitad de sus necesidades nutricionales durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año de vida.
Promueve el desarrollo sensorial y cognitivo, además de proteger al bebé de enfermedades infecciosas y crónicas. La lactancia natural exclusiva reduce la mortalidad infantil por enfermedades de la infancia, como la diarrea o la neumonía, y favorece un pronto restablecimiento en caso de enfermedad.
Esta práctica contribuye a la salud y el bienestar de la madre, ayuda a espaciar los embarazos, disminuye el riesgo de cáncer ovárico y mamario, incrementa los recursos de la familia y el país, es una forma segura de alimentación y resulta inocua para el medio ambiente.
Es a la vez un acto natural y un comportamiento que se aprende. Abundantes investigaciones demuestran que las madres u otras cuidadoras necesitan un apoyo activo para instaurar y mantener un amamantamiento adecuado.
En 1992, la OMS y el UNICEF pusieron en marcha la Iniciativa «Hospitales amigos del niño» con la idea de favorecer la lactancia natural ayudando a las mujeres a ejercer el tipo de maternidad que lo propicia.
Estos organismos elaboran cursos de capacitación para las madres y el personal sanitario en apoyo de la lactancia materna.
La leche materna es una suspensión acuosa de nutrientes, células, hormonas, factores de crecimiento, factores inmunes, enzimas, etc, que ejercen una compleja interrelación entre la madre y su bebé.
Esta suspensión no es uniforme sino que tiene una composición variable. La leche varía con la hora del día y con el paso de los días en una misma madre, también varía a lo largo de la lactancia y aún dentro de una misma ingesta.
Todas las variaciones son funcionales, la leche humana tiene el potencial de adaptarse a las necesidades individuales de cada lactante. Por ejemplo, en el caso de las madres que alimentan mellizos, si estos tienen preferencia por un pecho determinado, puede encontrarse que cada pecho produce una leche diferente adaptada a cada niño.
Contiene agua, proteínas lácteas, (caseína, alfa-lactoalbúmina, lactoferrina), inmunoglobulinas, lisozimas, ( que confieren inmunidad), lipasas estimuladas por sales biliares, taurina, carnitina y nucleótidos.
Tiene hidratos de carbono como la lactosa, que facilita la absorción de calcio, galactosa que contribuye al desarrollo del sistema nervioso central. Oligosacáridos diez veces más que en la leche de vaca. Es fuente de calorías, y compiten en la adhesión de bacterias sobre el epitelio evitando los agentes patógenos.
Grasas, que generan energía, son esenciales para la formación de membranas celulares y el desarrollo del sistema nervioso. La existencia de gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados, garantizan normal formación del sistema nervioso y del mecanismo visual. Estas sustancias evitarían la esclerosis múltiple al controlar la degradación de mielina.
Además algunos ácidos grasos podrían alterar membranas de bacterias y virus logrando una defensa adicional.
La leche materna es rica en colesterol bueno, evitando las placas de ateroma y protegiendo frente a la enfermedad coronaria y aterosclerosis en el adulto.
Dentro de los minerales existentes en la leche humana, se encuentran el calcio, magnesio, hierro, cobre, zinc, sodio, potasio.
Las vitaminas que contiene son variadas y completas: vit A, D, E y K. B1, B2, Ac. Nicotínico, B6, Ac. Pantoténico, Biotina, Ac. Fólico, B12 y C.
UMaza - OMS- Fac.Med UBA-Fundalac-Abril 2017
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