Desde siempre, se lo asocia al queso fresco en el tradicional “postre vigilante”, a la “pasta frola” o al dulce de muchas de las facturas.
Sus propiedades saludables van más allá del gusto o predilección por este clásico de las mesas rioplatenses.
Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), comprobaron que el fruto del membrillo mantiene sus cualidades antioxidantes aún después de ser procesado.
Los científicos pudieron verificar que la cáscara y la pulpa, su mezcla con el azúcar, y el producto terminado, mantienen un alto contenido de polifenoles. Esta sustancia es reconocida por su rol en la prevención de enfermedades cardiovasculares y del cáncer, entre otras.
El estudio realizado desde hace varios años, comprobó que los antioxidantes del fruto de membrillo se mantienen tras el proceso térmico aplicado en la producción de dulces, mermeladas y jaleas. Esto es de suma importancia ya que esa propiedad es reconocida por su rol en la prevención de diferentes patologías.
“El estrés oxidativo es un proceso que provoca el daño de las células del organismo y termina generando distintas enfermedades. Puede ser ocasionado por diferentes factores, como el consumo de tabaco, la contaminación ambiental e, incluso, el estrés laboral”, explica Verónica Baroni coordinadora de la investigación junto a Pablo Ribotta en el Instituto Superior de Investigación, Desarrollo y Servicios de Alimentos (ISIDSA) de la UNC.
“Los antioxidantes, al evitar el deterioro de las células, previenen distintas afecciones”, agrega la especialista.
El sistema de defensa de cada persona posee una función antioxidante, que debe ser complementada con la incorporación de diferentes alimentos que contengan vitamina E, carotenos y polifenoles.
El membrillo es rico en polifenoles y ese elevado aporte de antioxidantes le otorga propiedades anticancerígenas, antiinflamatorias y antineurodegenerativas, entre otras.
Los autores del trabajo señalan que una porción de 40 gramos de dulce de membrillo aporta 148 miligramos de polifenoles, cantidad comparable con la que se ingiere en media copa de vino, otro de los productos alimentarios con mayor presencia de esta sustancia protectora.
El membrillo es un fruto duro y de sabor amargo. Para consumirlo se emplea como materia prima en la elaboración de dulces y mermeladas.
La Cydonia oblonga, nombre científico dado al membrillo, presenta pequeñas cantidades de vitaminas A, C, B1, B2 y B3. Entre los minerales se destaca la presencia de potasio, también aporta fósforo, hierro, calcio y una cantidad mínima de sodio. En la composición del membrillo se encuentra un elevado contenido en fibra, pectinas, taninos y sustancias gelatinosas.
El Juicio de Paris óleo sobre lienzo de Enrique Simonet Lombardo 1904 |
En la actualidad, el membrillero es importante más por su papel como patrón para las peras que por su fruto.
Es un árbol de hojas caducas de 5 a 8 metros de altura que crece lentamente. Su forma es irregular, y a medida que envejece se torna cada vez más retorcido y sus ramas se enredan. Tiene hojas elípticas con el extremo puntiagudo, que miden de 6 a 11 centímetros de longitud. Las hojas de los membrilleros silvestres son de bordes lisos. Su color es verde oscuro y están recubiertas con pelillos blancos.
Las flores constan de 5 pétalos de color blanco o rosado claro; miden unos 5 centímetros de diámetro y son muy vistosas. El fruto es a simple vista muy parecido a una pera, con 7-12 centímetros de largo y 6-9 centímetros de ancho. La piel es verde al principio, y amarilla en su madurez. A diferencia de las peras y manzanas, los membrillos no suelen consumirse frescos.
Es una planta oriunda de la isla griega de Creta, aunque algunos estudiosos ubican su origen en la región del Cáucaso, en el sudoeste cálido de Asia, en Oriente Medio. Prospera en zonas templadas con temporadas cálidas e incluso en zonas secas. Muy adaptable, tolera temperaturas de hasta -20 ºC, pero no los suelos húmedos pues tiende a desarrollar enfermedades fácilmente.
Los investigadores responsables del trabajo, se preguntaron si en el proceso de producción, el membrillo perdía sus polifenoles y, por ende, sus propiedades antioxidantes.
En los ensayos de laboratorio, los científicos caracterizaron la presencia de estos compuestos, es decir, establecieron qué tipo de polifenoles había y en qué cantidad. Realizaron este análisis tanto en el fruto, en la mezcla con azúcar, como en el producto terminado, en su versiones regular y light.
Los especialistas compararon los resultados y hallaron que no había una pérdida significativa de polifenoles. Además, aplicaron diferentes técnicas a nivel de laboratorio y comprobaron que la función antioxidante se mantuvo intacta.
V.Baroni |
P.Ribotta |
D.Wunderlin |
J.Gastaminza |
UNC - Abril de 2017
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