jueves, 15 de diciembre de 2016

PLANTAS QUIMICAS-QUIMICOS DE PLANTAS

NUEVOS METODOS PARA OBTENER QUIMOSINA Y FURFURAL 

La quimosina es el iniciador fundamental para la elaboración de quesos. 



El furfural, es punto de partida en la elaboración de diversos productos químicos cotidianos. 



La mayoría de los quesos consumidos por los argentinos están elaborados con esta enzima naturalmente presente en  estómagos de rumiantes, pero es posible reemplazarla con vegetales modificados genéticamente. El insumo, elaborado con bacterias recombinantes (a las que se le modificaron sus genes), en la actualidad se importa. 
INDEAR

Pronto nuestro país comenzará a realizar la producción de quimosina bovina a escala industrial, utilizando plantas de cártamo transgénico diseñadas por Indear (empresa de Bioceres y el Conicet). 

Bioceres, es una empresa formada por empresarios agropecuarios en sociedad con Porta Hnos (uno de los principales accionistas de Bio4). Construyeron en Córdoba la planta fabril que se dedicará a sintetizar la quimosina a partir del cártamo modificado. 

Esta  experiencia es la primera a nivel mundial de elaboración de un insumo alimentario por medio del uso de plantas como biorreactores (molecular farming). 


Cártamo
“Las plantas presentan varias ventajas en comparación a los sistemas actuales de producción de moléculas recombinantes: muy bajo costo de producción, reducción del consumo de energía, sistema amigable con el ambiente, ausencia de patógenos y simplicidad de escalado”, explica Martín Salinas, gerente de Ingeniería y Procesos de Indear. 

Los emprendedores poseen unas 2000 hectáreas del cultivo, sembradas en diferentes provincias para asegurarse la producción ante un evento climático desfavorable. De esta manera podrían abastecer a toda la capacidad instalada anual de la planta industrial. “Cuando la fábrica esté operando a su máxima capacidad será posible abastecer toda la demanda interna de quimosina e incluso cubrir parte del mercado internacional”, explica el ingeniero Salinas. 

El uso del cártamo con el transgén de la quimosina bovina es sólo un inicio ya que existen otros proyectos de la empresa. Uno de ellos es la elaboración de enzimas para transformar la celulosa en glucosa. Se utiliza en la producción de “bioetanol” de segunda generación a partir de biomasa, (como residuos forestales o bagazo de caña). Este proceso tiene un importante desarrollo en Cuba desde hace algunos años. 

El desarrollo de Indear, estuvo presente en el Congreso Nacional CREA de septiembre 2016 en la Rural de Palermo. 


Por su parte, el FURFURAL, es un aldehído aromático de color amarillo claro que se oscurece expuesto a la luz y el aire. Tiene olor a almendras amargas. Es utilizado para producir solventes, alcoholes especiales y ácidos. 

El nuevo método de obtención, a partir de desechos de cultivos santafesinos, propone el cuidado del medio ambiente, aprovechando los residuos agrícolas que en la actualidad son quemados en gran cantidad. 

Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL-Conicet) desarrollaron un método para obtener furfural. Este aldehído (un alcohol deshidrogenado), interviene en la producción de alcohol furfurílico, que sirve para preparar resinas y adhesivos, y ácido furoico usado en la elaboración de bactericidas, medicamentos, aromatizantes y plásticos. 



En nuestro país se obtiene como subproducto de la industria taninera, que es muy contaminante. Este nuevo proceso plantea la manera de aprovechar residuos agrícolas que son quemados, y producen gran contaminación en la atmósfera. 


Se calcula que en América se producen alrededor de 300 millones de toneladas de desechos agrícolas por año. En la Argentina se generan unos 90 millonesde los cuales el 80% corresponde a maíz y caña de azúcar. 

El producto químico de interés es la hemicelulosa presente en los vegetales junto a la celulosa y la lignina. La avena contiene 36% y las mazorcas de maíz hasta el 35% de hemicelulosa. Los dos cultivos son importantes en el litoral. 

“Hasta ahora conseguimos un rendimiento muy bueno, pero haciendo el proceso desde la segunda fase, luego de que se hace un primer tratamiento del residuo” explicó Cristina Padro, del Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica (Incape-UNL-Conicet). 

Los resultados fueron similares o mejores que los que se consiguen por medio de ácido, el método convencional por el cual se llega a un 75% de rendimiento en las tanineras. 

“En la actualidad, el furfural se produce por medio de ácido sulfúrico, que es corrosivo y contamina mucho. Además, no se hace con desechos sino que es un resultado del trabajo con taninos”, contó Padro sobre el proceso en curso. 


La idea de la investigación es llegar a desarrollar el proceso completo de producción, desde que se extrae la xilosa, que contiene entre un 25 y un 40% del peso de los residuos y que es la que sirve para extraer furfural. 

“Es una etapa que nos falta desarrollar, para lo cual utilizaremos un método de explosión con vapor de agua. Se usa presión y se descomprime, lo cual genera que las fibras se abran y liberen la xilosa, que es lo que nos interesa. Normalmente, ese proceso se hace con ácido y a altas temperaturas”, detalló Padro, integrante del Grupo de Investigación en Ciencias e Ingeniería Catalítica (Gicic). 


Cuando las fibras son sometidas al vapor se genera algo de ácido, que es propio de la planta, suficiente para realizar la primera etapa del tratamiento. Con el método que proponen se puede producir furfural más rápido, con generación de residuos, que no son tóxicos. “La forma de evitar esos desechos es trabajar con otro solvente, de manera de extraer el furfural mientras se forma. Es un solvente orgánico que se puede reciclar”, graficó la científica.


“Es un proceso que se estudia desde hace cinco años. No sabemos si se desarrolló un proceso industrial similar fuera del país. Todo apunta a una industria nueva, que aproveche todo lo que se genera o que utilice el alcohol furfurílico”, finalizó la investigadora. 

Este es  un proceso amigable con el ambiente, competitivo económicamente y que contrasta con otro que afronta grandes problemas de contaminación, que requiere de reactores especiales debido a la corrosión del ácido y que necesita del tratamiento de efluentes. 


INCAPE
El trabajo conforma la tesis doctoral de Michael Nicolás  Vanoy, cuya directora es Padro y Carlos Apesteguia, los tres pertenecientes al Gicic, un grupo de 25 personas, entre investigadores y becarios, dentro del Incape (Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica), ubicado en el Centro Científico Tecnológico (CCT) de Santa Fe.


valorsoja.com -  UNL - Facultad de Ingeniería Química- Septiembre-Octubre de 2016

jueves, 8 de diciembre de 2016

LA PRIMERA COMPUTADORA

EL MECANISMO DE “ANTICITERA”

Es común pensar que el siglo XXI es el tiempo de las computadoras… 

En forma constante y permanente usamos notebooks, tablets, teléfonos celulares y otros dispositivos que nos “solucionan” la vida… 

Sin embargo, esta idea de “ordenar” datos y procesarlos es muy antigua. 

Christián Carman, filósofo recibido en la Universidad Católica Argentina (UCA) y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), analiza el “Mecanismo de Anticitera”, el dispositivo que permitía anticipar fenómenos astronómicos y sociales. Podría haber sido diseñado por Arquímedes en el siglo II a.C. 

El “cielo” era para la Antigua Grecia, un tema de circulación social que no pertenecía exclusivamente a los especialistas. La astronomía era moneda corriente  y eran necesarios observadores perspicaces y brillantes que pudieran analizar cada uno de los movimientos celestiales. 

Carman explica: “cuando las personas tienen su vida sincronizada con relojes no se necesita la ayuda de ningún evento del Universo. En cambio, si no se puede es necesario que todos vean lo mismo y en simultáneo, y lo único que podemos ver en sociedad es el cielo”. 

El investigador adjunto del Conicet y docente en varias instituciones, se formó en filosofía de la ciencia. Su tesis de doctorado constata si las teorías científicas inventan o más bien descubren los fenómenos que describen. 

En este marco, advirtió que uno de los campos más interesantes para abordar era el de la astronomía antigua, un escenario plagado de virtudes y contradicciones.  

El Mecanismo, fue localizado en 1900 por un grupo de buceadores en las costas de Anticitera, isla griega ubicada entre Creta y el Peloponeso

Isla Antikitera
Tras refugiarse a causa de una tormenta, en la rocosa isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidió sumergirse bajo esas aguas. 

Allí encontraron los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo. 


En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás. Y como desapercibido el misterioso “mecanismo”. 

Era un auténtico tesoro hallado en las profundidades del mar. Desde hace mucho se somete a estudio y exámenes de los más prestigiosos expertos del mundo. 

Es complejo y con múltiples funciones: mediante agujas concéntricas permitía definir la posición del sol, el día, el año, la ubicación de la luna y sus fases, la salida y la puesta de las estrellas, el sitio ocupado por los planetas (al menos los cinco que se conocían en esa época), e incluso, predecir eclipses. 

El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés Derek J. de Solla Price. 

Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas. 


Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo

Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar alguna pista sobre la función de la máquina. Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, pero logró establecer dos números: 235 y 127. 

El número 235 era la clave del mecanismo para computar los ciclos de la Luna

Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente pasaban en promedio 29,5 días. Eso era problemático para su calendario de 12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo necesario. 

El año natural, con las estaciones, y el año calendario perderían la sincronía

También sabían que 19 años solares son exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es “metónico”. 

En un ciclo de 19 años, a largo plazo el calendario estará en sintonía con las estaciones. En uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera encontraron el ciclo metónico. 

Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo empezó a revelar sus secretos. Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época

De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos. 

El otro número, 127, le sirvió a Price para entender las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra. 

Tras 20 años de intensa investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo…Aún quedaban piezas del rompecabezas por encajar. 

Un equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de Anticitera,  convenció a Roger Hadland, ingeniero de rayos X, para que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo. 

Y,  con otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número clave: 223. 

Tres siglos antes de la edad de oro de de Atenas, los antiguos astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11 días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición de manera que probablemente se producirá otro parecido. "Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y un substituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él. Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su posición", cuenta John Steele, experto en Babilonia del Museo Británico. 

Resulta que 223 era el número de otra de las ruedas del artilugio. 
El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir eclipses

No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna. 

Todo dependía de la Luna. Nada sobre la Luna es sencillo. No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota lentamente, en un período de 9 años. 

Con dos ruedas de engranaje más pequeñas, una de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26 dientes y medio, compensaba por el desplazamiento de la órbita. 

Al examinar lo que queda de la parte frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que “solía tener un planetario” como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor. 

El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos. 

Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes. 

Y los nombres de los meses que aparecían en otra rueda eran corintios. Se estima que el diseñador era un corintio y que vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa. Y Siracusa era el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes

Nada más y nada menos que quizás el científico más importante de la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna, encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más. 

Arquímedes estaba en Siracusa cuando los romanos llegaron a conquistarla. El general Marco Claudio Marcelo ordenó que no lo mataran, pero un soldado lo hizo. Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. 

"Arquímedes encontró la manera de representar con precisión en un sólo aparato los variados y divergentes movimientos de los cinco planetas con sus distintas velocidades, de manera que el mismo eclipse ocurre en el globo que en la realidad", fue escrito por Cicero en una de las máquinas de Arquímedes en la casa del nieto del general Marcelo. 

Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los árabes. 

El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se conoce es del siglo V e inscripciones en árabe. 

Y en el siglo XIII los moros llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa. 

Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo. 

Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo, el espacio y el Universo

Como afirma Carman, “ni más ni menos que eso, una verdadera computadora antigua que condensaba múltiples funciones”


Se estima que el artefacto se habría creado para que Arquímedes y sus discípulos ilustraran de una manera sencilla todo el conocimiento disponible en la época. “un ingenioso invento para democratizar el acceso a la ciencia. Una herramienta excelente para enseñar a alumnos curiosos”, explica el doctor de la UNQui. 

“Arquímedes construía aparatos similares al hallado. Sin ir más lejos, un texto de Cicerón en ‘La República’ describe el mecanismo con bastante detalle. Puede formar parte de la ficción pero su observación es muy similar a la que reconstruimos luego de examinarlo por horas”, agrega Carman. 

En base a una serie de cálculos, se comprobó que la tecnología era más antigua de lo que en principio se creía. “Si bien en un comienzo se suponía que el aparato era del 100 a.C, hoy sabemos que es un tanto más antiguo y que la fecha coincide, en base a una serie de ecuaciones matemáticas, con el escenario del que formó parte Arquímedes. No obstante, decir que él fue el autor es apresurado hasta el momento”, admite el investigador. 

Carman obtuvo una beca en Estados Unidos para trabajar con James Evans, uno de los principales exponentes en las investigaciones. Durante los últimos seis años se dedicó a recorrer  las huellas de este invento diseñado hace más de dos milenios: una tecnología desconcertante y misteriosa que concentra su atención.

UNQ- Departamento de Ciencias Sociales / BBC-Mundo / Noviembre de 2016

jueves, 1 de diciembre de 2016

MICROORGANISMOS INDUSTRIALES

BÚSQUEDA ANTÁRTICA 

Mejorar la industria alimenticia es una tarea laboriosa, que no tiene fin. 



Las enzimas colaboran en la elaboración y resultado final de nuevos alimentos. 

Investigadores de la facultad de la Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), realizan expediciones a la Antártida

Los científicos se enfocan en la búsqueda de microorganismos activos a bajas temperaturas con interés biotecnológico. 

El proyecto, desarrollado por el equipo de biotecnología de enzimas del Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI), dependiente de la facultad de Ciencias Exactas UNLP y del Conicet, está liderado por los bioquímicos Sebastián Cavalitto e Ivana Cavello. 

Cuenta  además, con la colaboración del laboratorio de Biotecnología de la cátedra de Microbiología de la Universidad de la República, de Montevideo (Uruguay), equipo conformado por Silvana Vero y Gabriela Garmendia. La campaña contó con el financiamiento y la logística del Instituto Antártico Uruguayo. 

Los científicos salen a “cazar” organismos microscópicos capaces de producir enzimas para uso en la industria alimenticia. El paisaje hostil y las temperaturas extremas bajo cero hacen que la tarea sea más desafiante. 

Por medio de la biotecnología, los investigadores se ocupan de la búsqueda de microorganismos que puedan producir enzimas novedosas, desde el punto de vista de su actividad o de su capacidad de resistir condiciones de trabajo específicas. 


Este trabajo, que lleva algunos años, se realiza en zonas donde las condiciones de vida son muy extremas: mucho frío (regiones antárticas), mucho calor (zonas termales), altas presiones (fosas marinas), alta exposición a la luz UV (la Puna) o de mucha acidez (regiones volcánicas). 

La idea es encontrar microorganismos que viven en condiciones extremas, suponiendo que sus enzimas funcionarán también de forma eficiente, en esas condiciones. 
Fin de la Campaña 2014

En 2014, los investigadores de la UNLP, recogieron muestras en la Antártida y lograron seleccionar una levadura con la capacidad de producir enzimas que hacen posible la clarificación del jugo de manzana en pocas horas, logrando un producto final de color homogéneo. 

Con el  éxito de la primera expedición, los científicos de la UNLP obtuvieron el financiamiento para un nuevo proyecto, titulado “Bioprospección de enzimas microbianas activas a bajas temperaturas con aplicación industrial”. 

En el otoño de este año, el grupo volvió al continente antártico para hacer un nuevo muestreo en distintos lugares de la Isla 25 de Mayo (Isla Rey Jorge), en las Shetland del Sur. El desafío es hallar microorganismos aptos para producir enzimas (pectinasas, celulasas, amilasas y arabino hidrolasas) activas a bajas temperaturas para su uso en la producción de vinos, sidra y jugos de frutas. 

El doctor Cavalitto, explicó que “los microorganismos psicrófilos –amantes del frío– han desarrollado estrategias para poder mantenerse viables y activos en un clima tan hostil, tales como la síntesis de enzimas adaptadas a bajas temperaturas para poder mantener el metabolismo estable y funcional; poseer una composición diferente de ácidos grasos en la membrana y, sobre todo, poseer la capacidad de producir sustancias anticongelantes tales como glicoproteínas y glicerol, cuyo objetivo fundamental es minimizar la formación de núcleos de hielo en su interior”. 

Las enzimas son proteínas (verdaderos catalizadores biológicos), que aceleran las reacciones químicas. Si no existieran, esas reacciones ocurrirían igual, pero tardarían muchísimo tiempo, no siendo eficientes para el organismo. Son biocatalizadores que se encuentran en todos los seres vivos. Existen muchísimas y muy variadas, para cada reacción químico-biológica hay una enzima (catalizador) específica. 

Algunas enzimas se utilizan en la industria para fines tan diversos como tiernizar carnes, clarificar jugos, producir edulcorantes o como aditivos de los detergentes para lavar la ropa. Las enzimas y demás proteínas que sintetizan estos microorganismos, son funcionales en condiciones de muy baja temperatura, y muestran características únicas. Poseen “una termoestabilidad elevada y  son resistentes a agentes desnaturalizantes tales como detergentes, solventes orgánicos y a pH extremos”, detalló el bioquímico. 

La doctora Ivana Cavello, integrante de la dotación científica que viajó en la última campaña, remarcó que “sumado a estas atractivas particularidades, la posibilidad de producirlas, cultivando los microorganismos a temperaturas cercanas al ambiente, genera una importante disminución en los costos, ya que no hay que calentar los cultivos para mantener la temperatura en los 30-37ºC típicos de los microorganismos mesófilos”. 


La expedición, que estuvo presente en la Antártida durante la campaña Antarkos XXXII, en abril y mayo de este año, logró tomar muestras en lugares donde no había sido posible hacerlo en viajes anteriores. 

En esta campaña se accedió a las zonas ASPA (Antarctic Specially Protected Areas) 125. Las zonas ASPA son muy interesantes para la toma de muestras con fines biotecnológicos, y también uno de los lugares de la Antártida de mayor interés paleontológico. Otra parte de la expedición se encargó de este tema. 

Allí se han encontrado afloramientos con restos fósiles de una amplia gama de organismos, incluyendo icnitas de vertebrados e invertebrados y abundante flora con impresiones de hojas. También se hallan troncos, granos de polen y esporas que datan de finales del Cretácico al período Eoceno. 

Los investigadores se concentran ahora en aislar todos los microorganismos que sean posibles (bacterias y levaduras) para identificarlos y caracterizarlos por sus “pooles” enzimáticos. 


De ahora en adelante, se profundizará el estudio de los microorganismos de interés que sean más eficientes, para evaluar la producción de las enzimas industriales más convenientes a los fines propuestos. 



UNLP -Facultad de Ciencias Exactas- Octubre de 2016