jueves, 20 de agosto de 2015

SALUD Y MEDIO AMBIENTE

Mil intentos contra el HACRE  

El HACRE (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico) es una enfermedad frecuente en nuestro país, producida por la ingesta periódica y constante de arsénico (As).


 Si bien el arsénico era utilizado en la antigüedad como medicamento para diferentes curas, se llegó a comprobar que no tiene fines terapéuticos. El consumo periódico y en pequeñas dosis de arsénico, produce envenenamiento lento y letal.   




El doctor Eduardo Scarlato, jefe de Toxicología del Hospital de Clínicas “José de San Martín”, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), informa que “Esta enfermedad se presenta muchas veces a través de la piel, en su hidratación, en la sudoración de manos y pies. Otro estadío se caracteriza por manchas más oscuras y claras, llamadas “manchas en huevo de paloma”. Asimismo, presenta lesiones hiperqueratósicas (callosidades) que, en algunos casos, se malignizan. No sólo puede provocar el desarrollo de cánceres de piel sino de otros órganos. Se han descubierto poblaciones que pueden tener otro tipo de problemas, tales como presión arterial, trastornos hormonales o vasculares. No hay unicidad de síntomas”, subraya.      


Hiperqueratosis palmar                                                                           
                                                                                                                  Hiperqueratosis plantar. 

Resulta un verdadero desafío la variedad de señales que puede brindar. No es fácil asociarla como la responsable de muchos de estos malestares. “Desde el consumo hasta el desarrollo de la enfermedad pueden pasar varios años o décadas. Esto es un gran contratiempo para establecer el nexo causal”, destaca Scarlato. 


El As se encuentra en el interior de los volcanes, con la erupción de los mismos, se proyecta a la atmósfera en forma de cenizas, que es arrastrada por los vientos, pudiendo llegar desde los Andes hasta África, grafica la doctora en geología Griselda Galindo, del Laboratorio de Hidrogeología de Exactas (UBA). Una vez en suspensión, las lluvias lo precipitan al suelo, alojándose en las napas de los acuíferos. 

Además puede liberarse al medio ambiente por la minería y la actividad industrial. 
El valor aceptable recomendado según la OMS es 0,01mg/l como máximo. En nuestro país se tomó esa norma, pero con un período de adaptación de 5 años. En la Provincia de Buenos Aires el valor es de 0,05 mg/l hasta tanto se termine un estudio epidemiológico en curso en el Ministerio de Salud y la Secretaría de Recursos Hídricos, según informa Marta Litter, doctora en Química de Exactas (UBA) y presidenta del 5º Congreso Internacional sobre Arsénico en el Ambiente, realizado en 2014 en Buenos Aires. 

Considerado como cancerígeno por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), el arsénico ofrece versiones con distinto nivel de peligrosidad.

Las formas inorgánicas son las más tóxicas y las más frecuentes en el agua; mientras que las orgánicas son menos dañinas y están presentes en peces y moluscos, según destaca Litter. “Estos animales lo transforman y los seres humanos lo pueden comer sin problemas”, añade. 

Cuando se consume accidentalmente en altos niveles, el cuerpo reacciona con vómitos, dolores abdominales y diarrea, seguidos de entumecimiento u hormigueos en las manos y pies, o calambres. “En el caso de intoxicación aguda –precisa Scarlato– se administran  drogas que favorecen su pronta eliminación. Sin embargo, esto no es efectivo cuando la intoxicación es crónica en bajas dosis, como en el caso del HACRE. Aquí debe tratarse cada enfermedad en particular”
Lo ideal, es la prevención para no sufrir estas nefastas consecuencias. “Si el agua que se toma está contaminada con altos niveles de arsénico, no debe beberse más de la misma”, indica Scarlato. 

Para remediar esta grave situación, diversos grupos trabajan incansablemente. 

Pueden realizarse análisis individuales en organismos como la Comisión Nacional de Energía Atómica “que hace servicios a bajo costo”, según informa Litter, investigadora del CONICET. 

Alejandro Nadra y su grupo integrado por docentes y estudiantes de la UBA, pensaron en desarrollar el dispositivo, llamado SensAr, que fue premiado el año pasado en un certamen organizado por la fundación IGEM (International Genetically Engineered Machine) en Boston, Estados Unidos, y resultó la primera distinción para un equipo de América Latina. “Modificamos genéticamente la bacteria Escherichia coli para que, en presencia de arsénico, cambie de color. La idea es que el sensor sea sencillo como un test de embarazo”, enfatiza Nadra, investigador del CONICET. 

Desde otro laboratorio, en el INQUIMAE, estudian cómo “los óxidos de hierro puros se utilizan en la adsorción de arsénico en agua. El proceso está ampliamente difundido y también se lleva a cabo en los lechos acuosos naturales. Se realizan sustituciones con otros metales para “secuestrar” con escaso costo el arsénico”, describe la doctora Elsa Sileo. 

Además, ya existen métodos de remoción en uso. Entre ellos, la ósmosis inversa y los procesos de  coagulación-adsorción-filtración, aclara Litter. 
Entre sus últimos trabajos, utiliza nanomagnetitas, de origen nacional. Se colocan en una botella transparente con el agua a tratar, se deja al sol o bajo una lámpara ultravioleta durante cuatro a seis horas. Se obtiene así un flóculo (precipitado) que se deja decantar durante la noche y al otro día se filtra a través de un cerámico o una tela. “Logramos obtener agua apta para el consumo con los niveles de tolerancia indicados por la OMS. Los materiales que se usan no son costosos, porque es muy poca la cantidad de nanopartículas requeridas, y la energía solar es gratis”, concluye. 


Por otro lado en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) diseñaron un filtro doméstico capaz de remover el arsénico del agua con un geomaterial. Se trata de un suelo natural proveniente de Cuesta Colorada (La Calera, Córdoba) que retiene por adsorción, con una efectividad del 99%. Los participantes son María del Rosario Lozano y María Gracia Terreno Fernández, estudiantes de Diseño Industrial, Agustina Krapp, alumna de Ingeniería Civil, y el grupo de Investigación en Medios Porosos y Agua Subterránea (IMPAS) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Fcefyn) de la UNC. 

Luego de saber esto nuestra primera reacción sería hervir el agua para deshacernos del arsénico. 
¡Cuidado!
Esto sólo logrará concentrarlo,  resultando aún más peligroso. 

Revista Exacta Mente Nº 57- (UBA)
Ecositio-Noticias- UNC
HACRE - MODULO DE CAPACITACIÓN PARA ATENCIÓN PRIMARIA-PROGRAMA NACIONAL DE PREVENCIÓN Y CONTROL DE LAS INTOXICACIONES-MSAL.

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