EN BUSCA DE ENERGIAS SUSTENTABLES
Es innegable que todo se mueve, desarrolla y funciona gracias a la
energía.
Desde el principio de los tiempos los seres vivos luchan por conseguir la energía que mueve sus vidas.
En la Universidad Nacional del Sur,
(UNS), la doctora Carina Guzowski, especialista en economía de la
energía, estudia el rol de las universidades en la generación de conocimientos
que permitan formular políticas energéticas de largo plazo.
“Si bien Argentina cuenta con un elevado
potencial para el desarrollo de fuentes renovables de energía, no ha
logrado avanzar hacia un aumento en la capacidad instalada de generación”, señala
la doctora Guzowski.
“Para formular la política energética de un país es necesario concebir
al sistema energético como un sistema abierto que genera impactos
socioeconómicos y ambientales, y también se encuentra altamente expuesto a los
cambios que se suceden en los contextos institucionales y políticos”, agrega Guzowski.
La
investigadora de la UNS, que también pertenece al Conicet y al Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales del Sur, reseña que “las políticas energéticas en Argentina han variado en forma
significativa en las últimas cinco décadas, en el marco de cambios respecto de
la concepción del modelo de Estado".
Y explica: "Sin embargo, cuando se estudia la
evolución energética se ve que en todos los períodos se propulsó la inserción
del gas en los usos residenciales, industriales y de generación eléctrica,
principalmente por ser una fuente energética segura y de menores impactos
ambientales respecto de otros combustibles fósiles".
Expresa además que "esta política no
estuvo acompañada en los últimos 20 años por el diseño de medidas eficaces para
expandir las reservas de gas y lograr que sean suficientes para sostener una
demanda creciente”.
“En los
noventa el sector energético en Argentina estuvo dominado por decisiones
tomadas en forma exclusiva por el mercado. Sin embargo, a partir de 2002, se
evolucionó hacia una mayor intervención del Estado en la planificación y
gestión de los recursos energéticos”, agrega la investigadora.
Añade que “esto no ha resuelto los problemas del sector porque esa solución se
encuentra íntimamente relacionada con las características que presentan las
cadenas productivas en Argentina, muy vinculadas entre sí (cadena productiva
eléctrica imbricada con la del gas y la de los hidrocarburos) y a
problemas institucionales sistémicos de difícil resolución en el corto plazo,
ya que implica la discusión de nuevos marcos regulatorios e institucionales”.
Algunas condiciones del entorno
se han mantenido a lo largo de los períodos analizados, lo cual dificulta el
éxito de las políticas energéticas: debilidad y fragmentación institucional,
quiebre en las condiciones contractuales, falta de acceso al crédito o falta de
estabilidad en los marcos regulatorios.
“En
la actualidad, Argentina tiene una matriz energética fuertemente sostenida por
los hidrocarburos (88%), y una importante dependencia del abastecimiento de gas
importado que se ha sostenido con una política de subsidios focalizada en el
sector transporte y el sector energético”, aclara la especialista.
“Es el resultado de una política
energética que impulsó la penetración del gas en la oferta primaria de energía
y que ha conducido a que el 60% de la capacidad instalada de generación
eléctrica provenga del equipamiento térmico que quema en su mayoría gas”, indica
la economista.
Esta
situación tiene implicancias sobre el desarrollo económico y hace necesario
replantear la situación actual, la estructura del sector y realizar un
diagnóstico y cuantificación de las posibles consecuencias.
Requiere estudiar
la importancia de los sistemas energéticos en las estrategias de desarrollo
nacionales y los elementos principales que afectan dichos sistemas. Además, es necesaria la
comprensión de los factores determinantes de las políticas energéticas.
Desde
su enfoque, “un sistema energético se
encuentra conformado por cadenas energéticas altamente vinculadas entre sí,
donde el impacto de una determinada política sobre una cadena genera repercusiones inmediatas sobre otros eslabones de la misma cadena y
sobre otras cadenas productivas energéticas. Desde esta perspectiva quien
elabora y ejecuta la política debería tener en cuenta entonces esta
interdependencia intrínseca, característica distintiva del sector”.
El mundo se encuentra
iniciando una transición energética en la cual el cambio climático aparece
como un factor diferencial, y se suma a los factores tecnológicos y de precios
presentes en otras transiciones energéticas.
Esto impulsa el desarrollo de las
fuentes nuevas y renovables de energía (FNRE), que requieren de un gran apoyo
de los Estados. Según dice Guzowski, éstas deben ser diseñadas en el marco de
políticas energéticas globales que las enmarquen y que tengan en cuenta las
condiciones específicas del entorno.
“Concretamente, las fuentes renovables de
energía vinculan a las políticas de eficiencia energética y si bien Argentina
cuenta con un elevado potencial para su desarrollo, no ha logrado avanzar hacia
un aumento en la capacidad instalada de generación”, agrega.
Sostiene que “las políticas de promoción de renovables
han tenido problemas de diseño y contextos no propicios. Los instrumentos
puestos en funcionamiento para promocionarlas no lograron superar las barreras,
y las condiciones del entorno no fueron favorables. Así, quedaron emplazadas en la
generación distribuida para los mercados dispersos o aislados, donde también
existen problemas de implementación. Puede decirse entonces que existen los
instrumentos de promoción pero lo que falló es la ejecución.
Por otro lado, se
observa falta de sinergia entre la política energética y la política ambiental
en el contexto de las políticas de mitigación de cambio climático”.
Por todo esto, “la elaboración y discusión de la política
energética es fundamental para encontrar el camino hacia la elaboración de
estrategias que promuevan el desarrollo integral del sector, teniendo en cuenta
que la política sectorial forma parte de otra política más general y
transversal a todos los sectores.
Sin embargo, el establecimiento de la
política energética es una condición necesaria pero no suficiente para el
desarrollo del sector. Se considera que debería darse como condición necesaria
la estabilidad institucional y de los marcos regulatorios”, analiza la
economista.
En conclusión, Guzowski detalla que “la formulación de la política energética en Argentina debería
insertarse en una política de desarrollo nacional de largo plazo, en la que
deberán responderse dos cuestiones clave: ¿energía para quién?, y ¿energía para
qué?
Para la resolución de estos dos interrogantes deberían impulsarse acciones
interdisciplinarias orientadas a generar, vincular y transferir los
conocimientos desde la universidad hacia el plano público- privado de manera de
lograr un impacto significativo en los sectores sociales y productivos que se
encuentren relacionados con el consumo, la producción, la distribución y la
transmisión de energía y hacia quienes tienen la tarea de elaborar las
políticas energéticas nacionales”.
UN del Sur-Enero 2016
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