jueves, 3 de marzo de 2016

EXCLUSION SOCIAL

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE 

América latina es la región más desigual del planeta en cuestiones de pobreza. 

Aunque sus nuevas formas de manifestación no tienen que ver con las carencias materiales. Son vinculadas a la participación social, política, económica y cultural de una comunidad.

En la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el doctor en Ciencias Políticas Martín Maldonado, analiza este fenómeno social. 
Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública
Maldonado es  investigador asistente del Conicet en el Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública (IIFAP) de la UNC, y uno de los 20 científicos seleccionados y becados, entre más de 500 postulantes de todo el mundo, para participar en el seminario internacional “Urbanismo Sustentable III”, del Programa de Jóvenes Investigadores del Consejo Mundial para las Ciencias Sociales. El encuentro se realizará en la ciudad de Durban, Sudáfrica, del 9 al 13 de septiembre de este año. 

Mundialmente existe consenso en los efectos negativos de la posmodernidad y la globalización sobre la pobreza en América latina.


El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) comenzó a hablar de pobrezas, en plural, a mediados de la década del noventa. Se basan en la descripción de un mismo fenómeno. El surgimiento de novedosas problemáticas transversales asociadas, la creciente dificultad para construir explicaciones de causa-efecto y una multiplicación exponencial de la heterogeneidad y la complejidad de la pobreza en la región. 

Maldonado hace años dedica su investigación a las teorías sobre la pobreza y al diseño e implementación de políticas sociales. 

Para él, resulta fundamental analizar en detalle el fenómeno de la pobreza, a partir de la premisa de que existen muchos tipos de ella. “Si continuamos pensando en un concepto único y no reparamos en su heterogeneidad, estamos fallando de entrada; por ende, fracasarán todos los diagnósticos y políticas a aplicar”, asegura el especialista. 

Maldonado considera que la pobreza es cada vez menos “no tener” y cada vez más “no poder hacer”. Esto se traduce en que “las nuevas formas de pobreza se vinculan cada vez menos a las carencias materiales (alimentos, vestimenta, vivienda) y cada vez más a carencias simbólicas, de membresías, de participación en la vida social, política, económica y cultural de la comunidad donde uno vive”, explica. 


“En Argentina, en los años previos a la década del noventa, la cuestión era relativamente sencilla: había pobres, clase media y ricos. Los mecanismos de ascenso social estaban claros (estudio, trabajo y mantenerse alejados de vicios y problemas) y los de descenso social, también”, considera Maldonado al momento de buscar algunas explicaciones a este fenómeno. 

Enmarcados en la sociedad de consumo feroz que predomina en la actualidad, la brecha de desigualdad se hace más notable. “El Estado, las organizaciones sociales y hasta la publicidad nos cuentan todos los derechos que tenemos y cómo debemos exigirlos. El mercado nos ofrece miles de opciones y asocian la felicidad y el placer con la obtención de bienes materiales y sociales”, añade el especialista. 

Las nuevas formas de pobreza pueden definirse como “la distancia entre lo que me prometen y lo que efectivamente puedo conseguir”. Esto da paso a la exhibición cada vez más elocuente de sentimientos como bronca, frustración y resignación. “Éstos están reemplazando a los tres sentimientos que antes dominaban al estado de pobreza: hambre, frío y miedo. Ahora, la sensación de frustración es el nuevo rostro de la pobreza”, afirma Maldonado. 

Hay muchas pobrezas y desde las ciencias sociales se intentó catalogarlas, pero esas clasificaciones, “encorsetan y enmarcan” el objeto de estudio, indica Maldonado. 

“En Argentina coexisten al menos ocho protoformas distintas de pobreza, cada una de ellas con diferentes causas, manifestaciones y que afectan a variados grupos de población en lugares distintos”, señala Maldonado

Agrega que se habla de “protoformas” porque “no se trata de categorías acabadamente definidas ni delimitadas, sino más bien de componentes sociales que se articulan unos a otros para formar disímiles realidades”. De acuerdo al investigador, es mejor hablar de “realidades de exclusión” o “realidades de marginación” aunque la clasificación en sí misma es estigmatizante. 

Según el investigador, las ocho formas de pobreza o “realidades de marginación” que en la actualidad predominan en Argentina son: 


Pobreza estructural urbana | La más visible y conocida. Son los pobres que habitan en villas miseria o barrios urbano-marginales de las grandes ciudades. Tienen acceso a la mayoría de los servicios públicos, aunque sean de pésima calidad. Sufren discriminación y fragmentación social. 


Pobreza rural | Con características completamente distintas a la urbana. Altamente invisibilizada, no tienen acceso a servicios. Dependen mucho de la propiedad de la tierra y sufren las políticas extractivas. 



Pueblos originarios | Realidades muy particulares conforme a sus culturas que han sido históricamente avasalladas. Aunque hubo avances en la normativa en los últimos años, la mayoría aún no tienen la propiedad legal de sus tierras y sufre el avance de las fronteras agropecuaria y minera. 

Nuevos pobres o pobres por ingresos | Son las víctimas del ajuste neoliberal de la década del noventa. Mantienen bienes, educación y pautas culturales de clase media pero sus ingresos monetarios no les permiten sostener económicamente esa membresía de clase media. Son quienes debieron practicar el ajuste en sus vidas cotidianas. 



Grupos y colectivos marginados o excluidos | Grupos de personas estigmatizadas y segregadas por alguna característica física, cultural, religiosa, de nacionalidad, entre otras (colectivos LGTB, gitanos, personas con capacidades diferentes, extranjeros, etcétera). En muchos casos, esa exclusión provoca carencias materiales y sociales severas. 


Migrantes y trabajadores golondrinas | Se caracterizan por su alta movilidad. Se trasladan alrededor de la región siguiendo ciclos laborales (zafra, vendimia, recolección de manzanas). En las urbes trabajan en comercios y servicios. Hay pocos planes sociales pensados para poblaciones móviles. 



Pobres invisibles | Son la inmensa mayoría. Representan aproximadamente entre el 20 y el 55 por ciento de la pirámide social. Tienen trabajo, casa, auto o moto, educación y todos los servicios. Trabajan más de 8 horas diarias pero igual no llegan a fin de mes. Ven como se reduce de a poco su participación en los espacios de la comunidad, por falta de tiempo fundamentalmente. Son pobres en participación social. No tienen voz, no tienen representación gremial, no cortan la ruta, ni protestan. De hecho no tienen nada que los aglutine como grupo. 


Pobreza del estallido | Es un concepto construido desde los medios de comunicación. Relaciona pobreza con delincuencia e inseguridad. Estigmatiza a los varones jóvenes como delincuentes y a las mujeres como beneficiarias pasivas de planes sociales y, además, construye miedo y rechazo en el resto de la población. 

“Las mediciones de pobreza en Argentina no acompañaron esta evolución en la complejidad del fenómeno que intentan medir. Las principales mediciones oficiales y algunas no oficiales son obsoletas en sus diseños, sus metodologías, y perdieron credibilidad desde que comenzaron a ser manipuladas políticamente (tanto por el oficialismo como por la oposición). Cada cual usa la medición que políticamente le conviene y fuerza artilugios metodológicos y estadísticos para distorsionarla”, opina el especialista. 

UNC- Uniciencia- septiembre 2015

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