jueves, 13 de octubre de 2016

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

DRONES DE BAMBU PARA SEGUIR VOLANDO 

Desde hace varios años, los drones, surcan el espacio internacional. 

Inicialmente se crearon con fines bélicos, pero luego fueron utilizados con fines comerciales, civiles y de entretenimiento. 

En los países con menos desarrollo tecnológico llegaron algún tiempo después. 

En los últimos años, empezaron a construirse en nuestro país, con distintos grados de sofisticación y fines, en el INVAP (Investigaciones Aplicadas- empresa estatal de alta tecnología de Bariloche), en Córdoba, en Buenos Aires y en Tucumán, entre otras provincias. 

Gustavo Juárez, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (FACET) de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), comenta que en la facultad adquieren “drones abiertos”, por piezas separadas para luego ensamblarlas y programarlas. Y comenzaron a desarrollar su estructura de bambú, para otorgarles valor agregado. 

En la actualidad, adquirirlos, es relativamente sencillo desde cualquier parte del mundo, incluyendo los modelos más sofisticados. 

Existe un desafío para regiones como el Noroeste Argentino y especialmente Tucumán: ser capaces de programar drones, repararlos, potenciarlos y adaptarlos a los diferentes usos y al contexto de cada región. 


La planta de bambú, es muy utilizada en la construcción sustentable. Posee rigidez y maleabilidad, resulta una excelente opción para reemplazar a algunos productos contaminantes y, además, crece a gran velocidad. 


Casa de bambú en Indonesia
El bambú es originario de la India, llegó al Noroeste Argentino a finales del siglo XIX. En Tucumán forma parte de la cultura campesina y está íntimamente relacionado al desarrollo de la industria azucarera. 

“El nuevo material, sirve principalmente para reemplazar la estructura del dron cuando sufre algún daño, porque el bambú tiene la ventaja de ser muy liviano y resistente, además de ser ecológico y encontrarse fácilmente en la provincia”, indica Juárez

Aclaró el investigador que en el caso de los vehículos aéreos a rotores, las principales fallas suelen presentarse en la estructura y la hélice. 

“La FACET adquiere las estructuras, placas navegadoras, rotores, baterías, cámaras y en el laboratorio hacen la integración electrónica de esos componentes y generan los algoritmos inteligentes para la navegación autónoma”, comenta el científico. 
FACET-UNT


La inteligencia artificial implica usar una serie de técnicas que facilitan las tareas a los seres humanos. 


Los algoritmos desarrollados por el equipo de investigación, permiten programar la placa controladora de vuelo, dotan de cierta autonomía al dron,  le permiten cumplir un objetivo y volver al punto de partida, tomando las decisiones correctas. 

De esta manera, son capaces de superar obstáculos en el trayecto y de sortear las inclemencias climáticas. 
“No sólo se propone armar y programar los drones en la misma facultad o desarrollar su estructura de bambú, sino que se busca aportar un servicio integral para la agricultura de precisión”, aclara el investigador. 

Esta iniciativa se materializa en conjunto, a través de un convenio con la Estación Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) para prestar un servicio a los agricultores. 

Juárez y su equipo, integran un Proyecto de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS) de la Nación, con la idea de cooperar con los agricultores de la región, a través de la EEAOC. “Buscamos que el agricultor no sólo sepa el estado de humedad del suelo, cuáles son las zonas afectadas por plagas sino que, además, pueda identificarlas en terreno y así actuar en consecuencia”, describió el director del laboratorio. 

Muchas veces se adquieren sofisticados sistemas de navegación aérea pero se carece del software necesario para procesar las imágenes. Otras veces se rompen piezas y cuando el dron viene cerrado no puede repararse. “La ventaja de una programación local de los drones es que podemos redirigirlos, reprogramarlos, repararlos y ayudar a interpretar imágenes, a un precio más accesible que los que se consiguen afuera”, precisó el investigador. 

“Por ahora se trabaja con drones multi-rotores, similares a helicópteros, que realizan vuelos estacionarios sobre un punto fijo en el espacio mientras realizan tomas”, explicó el docente de Exactas. 

“En breve empezarán a trabajar con drones tipo aviones, conocidos como alas volantes, que realizan vuelos pasantes más apropiados, según su criterio, para la agricultura de precisión”, vaticinó Juárez. 


UAV RO 350, ala volante
 de 3,5 mts de envergadura.
Puede volar a muy  baja  velocidad
y despegar en pistas cortas
La ventaja de estas alas es que, por su forma, son más sustentables. Pueden planear economizando batería, son capaces de recorrer más distancia y, por lo tanto, dan un panorama más acabado del campo en observación. 

Juárez consideró que el aporte más logrado que realizan es desarrollar algoritmos de inteligencia artificial, que se despliegan en ciertos lugares del mundo y que Tucumán no quede afuera. “De esa forma, desde la UNT aportamos a la ciencia, y con el proyecto de agricultura de precisión somos capaces de llevar todo lo que hacemos dentro de la universidad a la sociedad”, concluyó el investigador. 

Los drones más grandes del mundo pueden recorrer cien kilómetros de ida y cien de vuelta con control automatizado, (algo así como 3.000 campos de fútbol en un solo vuelo). Las minas abiertas más grandes del mundo, en Chile, ya los usan para tareas de topografía. En Medellín, los emplean para inspeccionar sus líneas de alta tensión, que suelen ser blanco de ataques de la guerrilla local. 


En lo civil, los drones se usan, para detectar fallas estructurales en edificios o puentes; en la agricultura y la ganadería, para sobrevolar y tomar imágenes de los campos. Se los utiliza en materia de seguridad, para detectar delincuentes furtivos, prevenir delitos o prestar apoyo aéreo en incendios u otros desastres naturales, por su velocidad de vuelo y porque no hay riesgo de perder vidas humanas durante la actividad. 


También se los emplea para la búsqueda de personas extraviadas en la montaña, y para el control fiscal en Argentina sirven para sobrevolar terrenos que fueron declarados al fisco como baldíos. Otro empleo tiene que ver con la vigilancia en las fronteras. 

Los vehículos aéreos no tripulados se utilizan para profundizar la investigación científica en diferentes disciplinas como la arqueología, topografía, biología, etcétera. Se utilizan para estudiar la ruta de un huracán o para reproducir la ruta de aves en libertad. 

UNT - Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología- Octubre de 2016

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