CUANDO LA TIERRA TIEMBLA!!!
Nuestro mundo tiene su corazón temblando.
El centro de la tierra, formado por metales incandescentes, soporta la deriva imperceptible pero constante, de la corteza terrestre.
Las fallas geológicas son la más clara expresión de este movimiento.
En la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), estudian el mejor modo de gestionar el peligro sísmico.
Las investigaciones apuntan a conocer las diferentes formas en que construcciones similares reaccionan frente a movimientos sísmicos con distintas frecuencias de ocurrencia en una misma área.
Arnaldo M. Barchiesi, ingeniero civil, y máster en Ingeniería Sísmica y Dinámica Estructural, es quien dirige la investigación llamada “Efectos de sitios sísmicos en el área urbana del Gran Mendoza: aportes para la actualización de la microzonación sísmica de la misma”.
Un claro ejemplo es imaginar una bandeja llena de gelatina. En ella apoyamos un vaso de vidrio, otro de plástico y clavamos un chupetín. Al sacudir la misma, la forma en que se mueven los objetos depende de sus propias características y de la consistencia y espesor de la gelatina.
Esto es lo que ocurre con los movimientos sísmicos. Los investigadores verificaron que construcciones similares, situadas en sitios diferentes de una misma área, responden de distintas maneras. El estudio de los “efectos de sitio”, indica cómo llegan a la superficie los efectos sísmicos según la influencia y perfiles del terreno.
Afirma Barchiesi, jefe del Área Geotecnia del Instituto de Mecánica Estructural y Riesgo Sísmico (Imeris): “está poco estudiado e investigado en nuestro medio”.
“Sería necesario y conveniente que quienes están preocupados por la planificación y el desarrollo urbano de nuestras ciudades estuvieran interesados en este tema. Esto afecta a la planificación, al diseño sismorresistente y al conocimiento de la vulnerabilidad, es decir, poder estimar qué nivel de daño sufrirían las construcciones en casos de terremotos con distintas frecuencias de ocurrencia”, indica Barchesi, que es además profesor titular en las cátedras Mecánica de Suelos y Rocas I y II en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo.
Mendoza Capital |
El equipo liderado por Barchiesi, está formado por Francisco Mingorance, Juan Pablo Ibáñez, Antolín Porras, Mario Carlos Vacirca y Hugo Martín Placci. Pudo comprobar en sus investigaciones, que en las zonas con suelos gruesos y densos (gravas), se producen amplificaciones reducidas o moderadas de las aceleraciones que afectan las altas frecuencias, (o bajos períodos correspondientes a estructuras bajas o rígidas).
En las zonas con suelos finos y sueltos, (como los limos), ocurren amplificaciones significativas de las aceleraciones que afectan las bajas frecuencias, (o altos períodos que corresponden a estructuras elevadas o flexibles).
Además los especialistas verificaron que los contrastes de rigidez en los suelos resultan un factor causal de amplificaciones o modificaciones en la respuesta sísmica de un sitio. Estos contrastes tienen lugar en presencia de suelos con rigideces muy diversas en distintas profundidades de un mismo sitio.
En forma paralela, dentro de la UNCuyo, José Mescua es uno de los autores del libro “¡Está temblando! Origen, efectos y consecuencias de los sismos”, publicado por Ediunc (la editorial de la UNCuyo).
El estudio, ubicación y caracterización de las fallas geológicas es fundamental para decidir el ordenamiento territorial y las reglamentaciones de construcción en una de las zonas con mayor peligrosidad sísmica del país.
“Un conocimiento más detallado sobre cómo son, dónde están y cómo fue su comportamiento en el pasado no nos va a permitir predecir cuándo va a suceder un sismo, ni cómo se van a comportar en el futuro, ya que son un sistema muy complejo y que varía en el tiempo. Pero sí es importante que todas las actividades, como el ordenamiento territorial y las normas de construcción sismorresistentes tengan en cuenta ese conocimiento”, aclara Mescua al indicar la importancia de estudiar las fallas.
“Las normas sismorresistentes vigentes se actualizaron en 2013 y, después, cada municipio debía adherir a esas leyes. Pero esta reglamentación no contempla, por ejemplo, factores que tengan en cuenta la proximidad a las fallas”, agrega el investigador.
Mendoza esta instalada arriba de una zona llena de fallas y el mayor daño se produce en la zona cercana a la falla. Debe considerarse la deformación del terreno cuando se levanta un bloque respecto del otro. Ningún edificio que esté construido arriba soporta eso, por más sismorresistente que sea.
“Toda esa información debe ser tenida en cuenta para la planificación urbana, para saber dónde se pueden hacer qué actividades. En el caso de que se produzca un evento es importante, por ejemplo, qué edificios esenciales como hospitales o escuelas, que pueden servir de refugios, estén instalados en lugares lo menos peligrosos posible para que estén activos. Es importante empezar a tenerlo en cuenta porque, si no, los costos van a ser altísimos cuando ocurra un terremoto”, indica Mescua.
“La gente sabe que está en un lugar sísmico, con un peligro elevado. Incluso maneja palabras técnicas; ha escuchado hablar de fallas, pero cuando pasa un tiempo de los temblores se olvida del tema. Por eso nos parecía importante aprovechar este espacio que genera la Ediunc para dar información técnica de manera sencilla y ponerla al alcance de todos”, completa el geólogo e investigador al hablar del libro y la sensación de los habitantes de la región.
Es importante que estos estudios sean divulgados para generar mayor confianza en el conocimiento del sistema sísmico. Es la mejor herramienta para reducir los daños, y enfrentar los terremotos de la mejor manera.
Mendoza convive con temblores que son frecuentes, a veces más perceptibles que otras. Existen antecedentes de terremotos muy fuertes. Las investigaciones de esta índole deberían llamar la atención y ser tenidas en cuenta para la adopción de las medidas necesarias, tanto a nivel municipal como provincial y nacional.
UNCuyo- Septiembre de 2016
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