EL
ASESINO SILENCIOSO
El asbesto, conocido vulgarmente como amianto,
produce enfermedades que pueden llevar a la muerte.
Está formado por un grupo de minerales metamórficos fibrosos.
Compuesto de silicato magnésico de cadena doble, tiene fibras largas y resistentes que se pueden separar y son flexibles como para ser entrelazadas. Resiste altas temperaturas.
Tiene un altísimo poder carcinogénico y produce un tipo de cáncer llamado mesotelioma.
Científicos de Colombia, Brasil, Estados
Unidos y Argentina estudian el impacto en la salud. Analizan la peligrosidad de
estar en contacto con la fibra, el riesgo en el que viven los países donde es
legal. Explican cómo se convive con uno de los contaminantes más nocivos para
la salud si no se tiene registro del riesgo.
Mundialmente
se producen alrededor de dos millones de toneladas de asbesto. La mitad de la producción
proviene desde Rusia. En más de cincuenta países ya fue prohibido, Argentina es
uno de ellos. En muchos otros sigue siendo legal, entre ellos China, la India y
Brasil, que consumen el sesenta por ciento de la producción total.
La
Organización Mundial de la Salud estima que mueren 107.000 personas cada año,
por enfermedades vinculadas al amianto. Las más comunes son las verrugas, y
diferentes tipos de cánceres como el de esófago, el de estómago, el de colon,
el de laringe, el de riñón y el de ovario; así como el mesotelioma.
Un estudio
realizado por la Academia de Ciencia de Nueva York asegura que “si las personas que están expuestas al
asbesto además son fumadoras, en el 53,2% de los casos será el causal de
muerte”.
Realizar trabajos en la extracción minera, en productos
manufacturados que contengan amianto, en cualquier rama de la industria de la
construcción, en la construcción naval, en la reparación de buques, en el
mantenimiento de edificios, de refinerías o de plantas químicas; en la producción
de energía y sus servicios o en los ferrocarriles produce un riesgo
significativo para la salud.
Pero también están en riesgo quienes no tienen –o
creen no tener– contacto directo con el amianto, porque en cualquier casa
pueden entrar productos que lo contengan: macetas de fibrocemento, tanques de agua, cañerías, depósitos de basura, demoliciones de
edificios cercanas o en el transporte, también,
se puede tomar contacto con las fibras.
“Uno
de los principales motivos por los que empezó a usarse amianto en las
construcciones fue para que resistieran al fuego; en Estados Unidos en 1970 más
de la mitad de los grandes edificios de varios pisos contenían el material”,
afirma Arthur Frank investigador
invitado por el Instituto de Salud Colectiva, de la Escuela de Salud Pública en
la Universidad de Drexel, en EEUU, quien investiga desde hace más de cuatro
décadas el tema. En el país del norte el asbesto/amianto no está prohibido.
El
día del atentado a las torres gemelas, además de las vidas perdidas en forma
directa, los rescatistas y todas las personas que estaban alrededor de las dos torres
destruidas inhalaron el polvillo con amianto que quedó suspendido en el aire.
También el que se depositó sobre pisos, muebles o artefactos; y quienes
limpiaron esos restos también aspiraron partículas nocivas para la salud.
Se
usó el asbesto para fabricar filtros de cigarrillos de la marca “Kent”, entre
1952 y 1956. En los envases o las tapas de vacunas y antibióticos (y hasta los filtros
para elaborar la Coca-Cola).
“Ninguna
máscara ni ninguna ropa son suficientes para evitar que una persona que trabaje
o esté en contacto con asbesto quede totalmente protegida”, aseguró Juan
Pablo Ramos-Bonilla, investigador de la Universidad de Los Andes en Colombia. El
investigador colombiano permanece en contacto con trabajadores expuestos al
amianto. Colombia es uno de los países en donde el uso es legal, no está
regulado por ley y, por lo tanto, hay una gran presencia de la sustancia.
En
Colombia se usa la palabra ‘crisotilo’
y así etiquetan a todos los productos que contienen asbesto. Entonces, los
trabajadores, saben la peligrosidad del asbesto pero no del crisotilo y eso
confunde mucho. Casi no se conoce casi la palabra amianto.
Los cinco
investigadores coincidieron en que “la
mejor prevención es prohibir el uso del amianto”.
Brasil, el gigante
sudamericano es el quinto productor de amianto en el mundo, con 250 mil
toneladas por año. Por esto, y al ser uno de los grandes consumidores, millones
de personas están expuestas en el ambiente y en el trabajo.
“Una de las enfermedades más graves que
ocasiona el polvo de amianto es el cáncer de pulmón. En Brasil hay un gran lobby
empresarial para que la extracción y el uso del amianto siga siendo legal.
Entre los fundamentos que usa el empresariado, asegura que el crisotilo brasileño es seguro, no causa problemas de salud y que,
además, no hay casos de ERA –enfermedades relacionadas al asbesto– reportadas
en trabajadores después de 1980, cuando introdujeron cambios para la protección”, afirma Vilma Sousa Santana,
del Instituto de Salud Colectiva de la
Universidad Federal de la Bahía, en Brasil.
Además, el país expone “un falso registro de las enfermedades y
sobre el índice de mortalidad que produce”, afirmó Vilma Sousa Santana,
quien lidera el equipo de investigación junto a Eduardo Alegranti.
Organismos
internacionales como la Agencia Internacional para la investigación del cáncer
considera al amianto una sustancia comprobadamente cancerígena.
La Organización
Mundial de la Salud establece que la aparición de los efectos crónicos por
exposición al amianto es independiente de la dosis de exposición. Por lo tanto,
es imposible establecer niveles seguros.
La Organización Internacional del
Trabajo recomendó que siempre que sea posible el amianto debe sustituirse por
productos o tecnologías menos nocivas.
La Unión Europea determinó la
prohibición del asbesto crisotilo, medida que en muchos países miembros ya
estaba concretada.
La mesotelioma es una enfermedad que aún no tiene cura
y que se desarrolla por la exposición al amianto. Argentina es uno de los 52
países que lo prohibió.
Muchos trabajadores y ciudadanos están expuestos a esta
fibra natural. Así como pasó con las torres gemelas, en Argentina, en el
atentado a la AMIA hubo una gran cantidad de desprendimiento de partículas de
amianto que afectaron de manera directa e indirecta a quienes estaban,
trabajaban o vivían en las inmediaciones de la calle Pasteur, en el barrio de
Once.
“Hay un subregistro de estas
enfermedades, por lo tanto no tenemos un registro real de los casos”,
afirma Rita Zurbriggen, médica especializada en el sistema respiratorio e
investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario,
trabaja hace más de veinte años con personas que contrajeron la enfermedad. Una
de las entidades con las que interactúa es la Asociación Argentina de Medicina
Respiratoria.
Cuenta la doctora
Zurbiggen: “Una enfermera de la ciudad de
Rosario pasaba a diario para entrar a su trabajo bajo el techo de unas cocheras
que tenían amianto. Durante veinte años hizo el mismo recorrido, finalmente se
enfermó por exposición ambiental”.
Y agrega: “Otro caso es el de un trabajador que realizaba sus tareas con altas
temperaturas, usaba delantal y guantes de amianto, en ciertas ocasiones comia
con sus compañeros sobre una plancha de amianto. Diez años de exposición le
bastaron para alcanzar la enfermedad, a los 43 años de edad. Siete años después
falleció”.
“Como el amianto tiene utilidad doméstica, tenemos casos de gente
joven que contrajo mesoteliomas”, completa Zurbriggen.
Las personas
expuestas luego del atentado de la AMIA, están siendo estudiadas en Ciudad Universitaria.
Universidad Nacional de Lanús
- Departamento de Salud Comunitaria-Dic. 2016
jueves, 23 de febrero de 2017
jueves, 16 de febrero de 2017
RECICLADO MISIONERO
LANA Y
NANOMATERIALES
La provincia de Misiones se destaca por la exuberancia de su flora y fauna.
Los ríos y su geografía enamoran a las personas que por allí pasan.
Pero no es sólo eso...
Desde la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), en la Facultad de Artes, un equipo de investigadores y estudiantes de la carrera Diseño Industrial, trabaja junto a productoras y artesanas de lanas. Buscan revalorizar el oficio convirtiéndolo en sustentable. Tiene como fin producir bienes sociales para fortalecer la identidad productiva.
Asimismo, desde la misma casa de altos estudios, usan residuos foresto-industriales y especies alternativas, como la moringa, para obtener nanofibras que mejoran los productos en la escala industrial.
En la región se produce una lana gruesa, proveniente del ganado lanar de raza criolla. La cría de este ganado tiene como fin el consumo de la carne. La lana obtenida es un subproducto que debe transformarse para poder comercializarlo en el mercado.
Javier Balcaza, es diseñador industrial y director del proyecto. Explicó el aporte de la universidad a los sectores productivos de la Provincia: “La Universidad debe tomar una postura crítica ante los procesos económicos que transforman el territorio, no sólo incorporando graduados con un perfil altamente profesionalizante, sino que es necesario desde la investigación, la extensión y la transferencia que se realiza en las facultades, buscar un profesional que en su práctica cuestione el enfoque reduccionista representado por el dualismo económico o los imperativos del mercado y tome decisiones a partir de su compromiso con el contexto social inmediato”.
Y agregó: “Si apuntamos al desarrollo rural, éste podrá conseguirse mediante promover innovaciones tecnológicas e institucionales, fortaleciendo las redes entre la comunidad, la universidad y los programas políticos”.
El proyecto se desarrolla en dos pequeñas localidades del sur misionero, Fachinal y Profundidad. Primero se estudiaron las posibilidades del material y luego las relaciones con los productores, la comunidad y los diseñadores.
El material usado resulta del descarte de la esquila. Luego del proceso con desmontadora, lavadora, cardadora y afieltradora, se implementa la vía comercial que lo hace sustentable.
“Lanas de Misiones” es una red de recuperación de material de descarte que hace una optimización de la producción de materia prima y productos elaborados. Con este trabajo se logró la integración de los estudiantes de la Escuela de Familia Agrícola (EFA) San Cristóbal y de las carreras de diseño de la Facultad de Arte y Diseño de Oberá.
Además mejora las condiciones productivas y laborales. Hace eficiente los recursos de fuerzas de trabajo, agua y energía.
El equipo de diseñadores industriales, liderado por el docente Balcaza, junto con los alumnos, comenzó a estudiar en 2011, las posibilidades de este material, y con un equipo de investigación, integrado por dos auxiliares y tres becarios, diseñó e instaló cuatro máquinas que facilitan el trabajo de las hilanderas y artesanas.
El proyecto resultó ganador del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR 2014.
Los investigadores del
Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, Conicet-UNAM), trabajan en el
desarrollo de nanofibras de celulosa, obtenidas a partir de residuos
foresto-industriales de especies tradicionales, como pino (Pinus elliottii y Pinus taeda) o eucaliptus (Eucalyptus grandis). También de otros cultivos alternativos en expansión, como la moringa
(Moringa oleífera), un árbol originario de la
India que se cultiva en Misiones.
Los especialistas destacan que las nanofibras son completamente biodegradables.
Su origen es orgánico y se obtiene a partir de recursos naturales abundantes en la región.
La nanocelulosa, material que se obtiene en base a las unidades estructurales más sencillas de la materia vegetal, genera una revolución en diversas industrias. Constituye un recurso clave para la bioeconomía, en regiones donde la actividad forestal es una de las principales fuentes de ingreso de la población.
Los usos de la nanocelulosa son múltiples y van desde la fabricación de materiales para automóviles, hasta insumos médicos.
Estos recursos podrán ser empleados en la fabricación de papel, de manera que se aumente su resistencia y genere procesos más amigables con el ambiente.
Los trabajos que se realizan en el nordeste del país apuntan particularmente al papel.
“Estudiamos la potencialidad de las nanofibras para reforzar papeles, particularmente los marrones que se utilizan para embalaje, que son los que representan el mayor volumen de producción de la industria papelera”, explicó la responsable del Programa de Celulosa y Papel (PROCYP), María Cristina Area.
El desarrollo de nanofibras de celulosa en Misiones comenzó hace tres años, con estudios basados en materiales como el aserrín de eucaliptos y el bagazo de la caña de azúcar.
De allí en más, se iniciaron distintas líneas de estudio. Buscan identificar la potencialidad de las especies y las diferentes aplicaciones de las mismas.
"Una de las fortalezas de estas nanofibras es que, a diferencia de otras nanopartículas en base a carbón que también se estudian, son completamente biodegradables. Son de origen orgánico y se obtienen a partir de recursos naturales abundantes en esa región, por lo que su potencialidad es enorme”, destacó la investigadora adjunta del Conicet en el IMAM, María Evangelina Vallejos.
Los frutos del árbol de moringa, se usan para la producción de aceite, mientras que las hojas se secan y se exportan a países europeos, donde son reconocidas sus propiedades medicinales.
Pese a que tiene un crecimiento muy rápido, la madera no puede ser aprovechada para la fabricación de papel por su baja densidad, pero sí es útil para la obtención de nanocelulosa.
En los primeros ensayos, que ya fueron publicados en revistas científicas y expuestos en congresos internacionales por la becaria doctoral Julieta Benítez, compararon las nanofibras de moringa con las obtenidas a partir de aserrín de eucalipto, y verificaron que las propiedades son similares.
“Un factor interesante es que para obtener las nanofibras de moringa se utiliza menos energía, lo que abarata el costo de producción. La idea final es que esta propiedad que probamos permita que la moringa se convierta en un cultivo alternativo de rotación en la región”, explica Area.
Los materiales de origen en la obtención de nanocelulosa son sometidos a procesos químicos y mecánicos, que permiten desestructurar las fibras y llegar a la escala nanométrica, un nivel imperceptible a simple vista, que equivale a la mil millonésima parte de un metro.
El resultado es un hidrogel, que contiene las nanofibras.
También se busca obtener el hidrogel a partir de aserrín de pino.
En los ensayos del trabajo, que está a cargo de la becaria doctoral Nanci Ehman, tratan de identificar si se obtiene mayor refuerzo al incorporar las nanofibras a la preparación de la pulpa, o aplicándolas en forma superficial sobre el papel.
El uso de residuos como materia prima y la disminución en el consumo de energía para su fabricación convierten a la nanocelulosa en un recurso fundamental para aumentar la sustentabilidad del proceso de producción de papel.
“El objetivo final es brindar otra herramienta para completar el círculo de la biorrefinería a pequeña escala y permitir conformar pymes que, en base a una materia prima barata como es el aserrín, puedan fabricar las nanofibras y venderlas a las empresas que fabrican papel. Eso permite no sólo sumar valor agregado, sino también atender la cuestión ambiental, aprovechar al máximo los recursos naturales y minimizar la generación de desechos”, concluye Area.
UNAM - Facultad de Artes- Facultad de Ciencias Quimicas y Naturales- Enero y Febrero de 2017
La provincia de Misiones se destaca por la exuberancia de su flora y fauna.
Los ríos y su geografía enamoran a las personas que por allí pasan.
Pero no es sólo eso...
Desde la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), en la Facultad de Artes, un equipo de investigadores y estudiantes de la carrera Diseño Industrial, trabaja junto a productoras y artesanas de lanas. Buscan revalorizar el oficio convirtiéndolo en sustentable. Tiene como fin producir bienes sociales para fortalecer la identidad productiva.
Asimismo, desde la misma casa de altos estudios, usan residuos foresto-industriales y especies alternativas, como la moringa, para obtener nanofibras que mejoran los productos en la escala industrial.
En la región se produce una lana gruesa, proveniente del ganado lanar de raza criolla. La cría de este ganado tiene como fin el consumo de la carne. La lana obtenida es un subproducto que debe transformarse para poder comercializarlo en el mercado.
Javier Balcaza, es diseñador industrial y director del proyecto. Explicó el aporte de la universidad a los sectores productivos de la Provincia: “La Universidad debe tomar una postura crítica ante los procesos económicos que transforman el territorio, no sólo incorporando graduados con un perfil altamente profesionalizante, sino que es necesario desde la investigación, la extensión y la transferencia que se realiza en las facultades, buscar un profesional que en su práctica cuestione el enfoque reduccionista representado por el dualismo económico o los imperativos del mercado y tome decisiones a partir de su compromiso con el contexto social inmediato”.
Y agregó: “Si apuntamos al desarrollo rural, éste podrá conseguirse mediante promover innovaciones tecnológicas e institucionales, fortaleciendo las redes entre la comunidad, la universidad y los programas políticos”.
El proyecto se desarrolla en dos pequeñas localidades del sur misionero, Fachinal y Profundidad. Primero se estudiaron las posibilidades del material y luego las relaciones con los productores, la comunidad y los diseñadores.
El material usado resulta del descarte de la esquila. Luego del proceso con desmontadora, lavadora, cardadora y afieltradora, se implementa la vía comercial que lo hace sustentable.
“Lanas de Misiones” es una red de recuperación de material de descarte que hace una optimización de la producción de materia prima y productos elaborados. Con este trabajo se logró la integración de los estudiantes de la Escuela de Familia Agrícola (EFA) San Cristóbal y de las carreras de diseño de la Facultad de Arte y Diseño de Oberá.
Además mejora las condiciones productivas y laborales. Hace eficiente los recursos de fuerzas de trabajo, agua y energía.
El equipo de diseñadores industriales, liderado por el docente Balcaza, junto con los alumnos, comenzó a estudiar en 2011, las posibilidades de este material, y con un equipo de investigación, integrado por dos auxiliares y tres becarios, diseñó e instaló cuatro máquinas que facilitan el trabajo de las hilanderas y artesanas.
El proyecto resultó ganador del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR 2014.
Pinus taeda |
Moringa |
Los especialistas destacan que las nanofibras son completamente biodegradables.
Su origen es orgánico y se obtiene a partir de recursos naturales abundantes en la región.
La nanocelulosa, material que se obtiene en base a las unidades estructurales más sencillas de la materia vegetal, genera una revolución en diversas industrias. Constituye un recurso clave para la bioeconomía, en regiones donde la actividad forestal es una de las principales fuentes de ingreso de la población.
Los usos de la nanocelulosa son múltiples y van desde la fabricación de materiales para automóviles, hasta insumos médicos.
Estos recursos podrán ser empleados en la fabricación de papel, de manera que se aumente su resistencia y genere procesos más amigables con el ambiente.
Los trabajos que se realizan en el nordeste del país apuntan particularmente al papel.
“Estudiamos la potencialidad de las nanofibras para reforzar papeles, particularmente los marrones que se utilizan para embalaje, que son los que representan el mayor volumen de producción de la industria papelera”, explicó la responsable del Programa de Celulosa y Papel (PROCYP), María Cristina Area.
El desarrollo de nanofibras de celulosa en Misiones comenzó hace tres años, con estudios basados en materiales como el aserrín de eucaliptos y el bagazo de la caña de azúcar.
De allí en más, se iniciaron distintas líneas de estudio. Buscan identificar la potencialidad de las especies y las diferentes aplicaciones de las mismas.
"Una de las fortalezas de estas nanofibras es que, a diferencia de otras nanopartículas en base a carbón que también se estudian, son completamente biodegradables. Son de origen orgánico y se obtienen a partir de recursos naturales abundantes en esa región, por lo que su potencialidad es enorme”, destacó la investigadora adjunta del Conicet en el IMAM, María Evangelina Vallejos.
Los frutos del árbol de moringa, se usan para la producción de aceite, mientras que las hojas se secan y se exportan a países europeos, donde son reconocidas sus propiedades medicinales.
Pese a que tiene un crecimiento muy rápido, la madera no puede ser aprovechada para la fabricación de papel por su baja densidad, pero sí es útil para la obtención de nanocelulosa.
En los primeros ensayos, que ya fueron publicados en revistas científicas y expuestos en congresos internacionales por la becaria doctoral Julieta Benítez, compararon las nanofibras de moringa con las obtenidas a partir de aserrín de eucalipto, y verificaron que las propiedades son similares.
“Un factor interesante es que para obtener las nanofibras de moringa se utiliza menos energía, lo que abarata el costo de producción. La idea final es que esta propiedad que probamos permita que la moringa se convierta en un cultivo alternativo de rotación en la región”, explica Area.
Los materiales de origen en la obtención de nanocelulosa son sometidos a procesos químicos y mecánicos, que permiten desestructurar las fibras y llegar a la escala nanométrica, un nivel imperceptible a simple vista, que equivale a la mil millonésima parte de un metro.
El resultado es un hidrogel, que contiene las nanofibras.
También se busca obtener el hidrogel a partir de aserrín de pino.
En los ensayos del trabajo, que está a cargo de la becaria doctoral Nanci Ehman, tratan de identificar si se obtiene mayor refuerzo al incorporar las nanofibras a la preparación de la pulpa, o aplicándolas en forma superficial sobre el papel.
El uso de residuos como materia prima y la disminución en el consumo de energía para su fabricación convierten a la nanocelulosa en un recurso fundamental para aumentar la sustentabilidad del proceso de producción de papel.
“El objetivo final es brindar otra herramienta para completar el círculo de la biorrefinería a pequeña escala y permitir conformar pymes que, en base a una materia prima barata como es el aserrín, puedan fabricar las nanofibras y venderlas a las empresas que fabrican papel. Eso permite no sólo sumar valor agregado, sino también atender la cuestión ambiental, aprovechar al máximo los recursos naturales y minimizar la generación de desechos”, concluye Area.
UNAM - Facultad de Artes- Facultad de Ciencias Quimicas y Naturales- Enero y Febrero de 2017
jueves, 9 de febrero de 2017
FLORES PARA CURAR
EXTRACTOS
SANADORES
Es habitual que nos dejemos embelesar por la fragancia y la belleza de las flores.
Mas allá del halago al recibirlas u ofrecerlas, ciertas flores tienen efectos curativos.
El control del deterioro de los alimentos se realiza con productos de síntesis químicas que tienen efectos indeseables.
Las Naciones Unidas advierten sobre la importancia de reducir el nivel de pérdidas y desperdicios de alimentos en la lucha contra el hambre.
La Oficina para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO) asegura que 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos en el mundo por año, se deteriora antes de ser consumidos. Ese tercio de comida arruinada, no solo privan de alimentar a las personas que lo necesitan, sino que además se produce una pérdida en las etapas de la producción alimentaria.
Una de las causas está en las fallas en la distribución. El desarrollo de hongos descompone, por ejemplo, a las frutas. El uso de productos de síntesis genera cepas resistentes, incorporación de moléculas que no se degradan y residuos que pueden ser tóxicos.
La flor de Eustoma grandiflorum, también conocida como Lisianthus, puede ser la solución al uso de estos productos.
En la ciudad de Esperanza, provincia de Santa Fé, un grupo de investigadores dependientes de la Universidad Nacional del Litoral, (UNL), estudian las propiedades antifúngicas de estas hermosas flores azules.
El doctor en Química Marcos Derita, perteneciente a la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA), de la UNL e investigador del Conicet, encabeza las investigaciones sobre esta flor muy cotizada por su valor ornamental.
Recientemente se ha demostrado que el extracto de lisianthus controla la podredumbre morena, causada por el hongo Monilinia frutícola, que afecta a durazneros, frutillas y cítricos.
“Para combatir el problema de la podredumbre morena se usan cada vez más fungicidas sintéticos, sin que haya control sobre las dosis en las frutas. Sin embargo, las exigencias de los mercados internacionales respecto del límite de uso de estos productos es cada vez más importante, hecho que debe tenerse muy en cuenta cuando se van a exportar estas frutas con carozo. Por otro lado, los hongos adquieren cada vez más resistencia a los químicos y los productos usados pierden efectividad”, explicó Derita.
El investigador produjo extractos de las flores y los utilizó para controlar hongos que afectan distintas frutas de la zona. Encontró que era muy efectivo contra un hongo que ataca a los duraznos.
“Vi que había compañeros trabajando con flores azules de lisianthus en un aspecto que tenía que ver con el mejoramiento como flor de corte, y me llamó la atención el color, por eso pedí algunas para estudiarlas. Es una flor de una gran importancia económica por su uso en la elaboración de ramos, adornos florales, entre otros, pero ahora tendrá un valor agregado por tener una actividad biológica contra un hongo que es patógeno de una fruta y que reduciría las dosis de los otros fungicidas o bien los sustituiría”, contó Derita.
El científico estudia las
propiedades de 21 plantas autóctonas para combatir de modo natural a los hongos
que afectan las principales frutas de la región. Extrajo 62 muestras en total,
contando extractos vegetales, extractos procesados químicamente, extractos
liofilizados y aceites esenciales. Trata de encontrar principios activos capaces de actuar como antifúngicos.
Delimitó
los “enemigos” a combatir a cuatro tipos de hongos: Penicillium, causante del moho verde y
del moho azul en cítricos; Monilinia fructicola, que produce la pudrición parda de los frutos de carozo y “es la
enfermedad más difícil en Sudamérica”; el Rhizopus stolonifer que provoca la podredumbre blanda; y Botrytis cinerea, agente de la podredumbre gris.
Hay avances con un aceite esencial en
tratamientos de poscosecha sobre frutillas que demuestran disminuir la acción
de hongos Botrytis cinerea y Rhizopus stolonifer.
Derita explicó que las investigaciones tienen un año y que el plazo para tener un producto probado para uso comercial podría tardar entre 5 y 6 más. En ese lapso, deberá hacer que el principio activo esté garantizado, (en el proceso de elaboración), con la misma concentración, evaluar métodos de aplicación para evitar efectos tóxicos y testear las posibles alteraciones organolépticas (olor, sabor) que las esencias puedan provocar en la fruta. En principio se trata de productos para poscosecha, aunque no descartan que puedan usarse también de modo preventivo en las plantaciones.
Paola Gabriel, del Área de Cultivos Intensivos de la FCA de la UNL, trabajaba en soluciones para contrarrestar los efectos de la temperatura en las plantas de lisianthus, que producen flores muy especiales por durar mucho tiempo una vez cortadas, con gran valor comercial.
Las altas temperaturas provocan que no se elonguen los tallos de la flor, un fenómeno que los ingenieros agrónomos llaman “arrosetamiento”. “Las varas quedan cortas, por lo cual probamos con distintas dosis de una hormona llamada giberelina. Concluimos que mientras mayores eran las dosis, mayores eran las longitudes de los tallos”, explicó la investigadora.
Existen muchas variedades de lisianthus . Los investigadores trabajaron con las azules, blancas y rosadas. “Se usan para hacer arreglos florales. La idea es promover cultivos alternativos a las producciones tradicionales y en pequeña escala”, apuntó Gabriel.
“Cuando vi la flor, su color azul fuerte me sugirió que posiblemente tenía antocianinas, que se sabe que son antifúngicas contra hongos humanos, por lo tanto, podría serlo contra hongos patógenos de las frutas. Esa acción también sucede, generalmente, con las plantas de flores amarillas o las aromáticas, que tienen composiciones químicas conocidas”, explicó Derita.
También llamó la atención la durabilidad de la flor luego de ser cortada, que es de alrededor de quince días. “Cuando veo una planta que no se enferma, esa planta me interesa, porque evidentemente posee alguna composición química que la hace fuerte”, continuó el científico.
El investigador realizó su tesis doctoral sobre los compuestos antifúngicos en extractos vegetales de treinta plantas para combatir hongos que afectan a las personas. En su proyecto del Conicet decidió aprovechar la información recolectada y sustituyó a los humanos por las frutas, tomando las principales producciones desde San Pedro, en Buenos Aires, hasta el Litoral, como frutillas, naranjas, duraznos y frutos de carozo en general.
Lo motivó el uso de químicos (imidazoles y conazoles) para contrarrestar a los hongos, “que si bien son efectivos, cada vez obligan a aumentar las dosis (por el desarrollo de resistencias) y generan contaminación”. También mencionó productos de síntesis químicas con cloro, fluor o azufre, que no son degradables y se transmiten a quienes ingieren los alimentos tratados. De ahí que los mercados pidan “cada vez más control sobre los residuos de estos productos”, advirtió Derita.
El hongo Monilinia fructícola actúa durante todo el año y produce manchas y cancros en la fruta, (una especie de momificación cuando madura). “Es muy común y difícil de atacar, por eso usar productos alternativos es interesante”, aseveró Derita.
“El 80% de los extractos fue activo al menos sobre un patógeno”, indicó el químico. Las pruebas se realizaron in vitro sobre hongos aislados y reproducidos en laboratorio.
El paso siguiente, ya está en marcha. Junto a su equipo -la farmacéutica Melina Di Liberto y la agrónoma Norma Álvarez- evalúan los extractos en fruta cosechada. Las primeras pruebas se hicieron sobre frutilla y fueron exitosas. En el verano lo harán sobre duraznos del campo experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de Esperanza.
Derita es optimista, porque en la fruta los extractos siempre funcionan mejor que en el laboratorio con el hongo aislado. “Un extracto como el de lisianthus posee entre 500 y mil moléculas, es muy complejo, con una variabilidad química importante. Pero no nos interesa aislar el principio activo, ya que puede ser que actúen en conjunto, pero sí es interesante saber qué tipo de moléculas hay”, detalló.
También se busca determinar el nivel de actividad del extracto, que es la dosis mínima para provocar la inhibición del hongo. En este sentido, Derita apuntó a los aceites esenciales como los más prometedores.
De todas formas la competencia con los productos de síntesis química que hoy se usan no será fácil, ya que tienen un principio activo definido mientras el investigador por el momento trabaja con compuestos que tienen infinidad de moléculas “que habrá que ajustar a una concentración mayor, siempre evaluando la toxicidad, porque el hecho de que no sea químico no implica que sea inocuo”. Además los químicos corren con la ventaja de ser fáciles de aplicar, efectivos y baratos.
Sin embargo, Derita sentencia: “esto tiene una cuestión también filosófica; hay pequeños productores que podrían utilizar soluciones naturales, por ejemplo a través de intermediarios como emprendimientos de vinculación científica con la Facultad”.
Marcos Derita llegó a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL hace un año, como investigador radicado en la casa de altos estudios.
En los trabajos con lisianthus, lo acompañan las docentes de floricultura de la FCA Paola Gabriel y Marcela Buyatti.
Además, estudian a la planta vinca, cuyo nombre científico es Catharanthus roseus, que produce dos tipos de compuestos muy valorados por sus propiedades para tratar algunos tipos de cáncer. Los genera en muy baja cantidad, por lo cual investigadores de la FCA estudian la mejor manera de incrementarlos.
Son dos alcaloides que se usan en quimioterapia para tratar cáncer de mama, vejiga y testicular, entre otros, por lo cual cultivar la planta es de gran relevancia.
“Gracias a una vinculación con una empresa, ingenieros agrónomos y fitoquímicos trabajan para mejorar el cultivo. Estamos evaluando cuáles son las mejores condiciones de estrés en el cultivo, necesarias para producir más alcaloides”, relató Marcos Derita.
La vinca produce los alcaloides vincristina y vinblastina, que se conocen desde hace mucho tiempo. “Desde los 70 y 80 se sabe muy bien qué dosis se deben aplicar para combatir el cáncer por medio de quimioterapias, son compuestos bien estandarizados y evaluados. Por eso, a pesar de que con el tiempo se conocen productos nuevos para el cáncer, es importante saber cómo mejorar el cultivo de la planta”, indicó el investigador.
UNL- FCA- El Litoral- dic 2016 - enero 2017
Es habitual que nos dejemos embelesar por la fragancia y la belleza de las flores.
Mas allá del halago al recibirlas u ofrecerlas, ciertas flores tienen efectos curativos.
El control del deterioro de los alimentos se realiza con productos de síntesis químicas que tienen efectos indeseables.
Las Naciones Unidas advierten sobre la importancia de reducir el nivel de pérdidas y desperdicios de alimentos en la lucha contra el hambre.
La Oficina para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO) asegura que 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos en el mundo por año, se deteriora antes de ser consumidos. Ese tercio de comida arruinada, no solo privan de alimentar a las personas que lo necesitan, sino que además se produce una pérdida en las etapas de la producción alimentaria.
Una de las causas está en las fallas en la distribución. El desarrollo de hongos descompone, por ejemplo, a las frutas. El uso de productos de síntesis genera cepas resistentes, incorporación de moléculas que no se degradan y residuos que pueden ser tóxicos.
La flor de Eustoma grandiflorum, también conocida como Lisianthus, puede ser la solución al uso de estos productos.
En la ciudad de Esperanza, provincia de Santa Fé, un grupo de investigadores dependientes de la Universidad Nacional del Litoral, (UNL), estudian las propiedades antifúngicas de estas hermosas flores azules.
El doctor en Química Marcos Derita, perteneciente a la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA), de la UNL e investigador del Conicet, encabeza las investigaciones sobre esta flor muy cotizada por su valor ornamental.
Recientemente se ha demostrado que el extracto de lisianthus controla la podredumbre morena, causada por el hongo Monilinia frutícola, que afecta a durazneros, frutillas y cítricos.
“Para combatir el problema de la podredumbre morena se usan cada vez más fungicidas sintéticos, sin que haya control sobre las dosis en las frutas. Sin embargo, las exigencias de los mercados internacionales respecto del límite de uso de estos productos es cada vez más importante, hecho que debe tenerse muy en cuenta cuando se van a exportar estas frutas con carozo. Por otro lado, los hongos adquieren cada vez más resistencia a los químicos y los productos usados pierden efectividad”, explicó Derita.
El investigador produjo extractos de las flores y los utilizó para controlar hongos que afectan distintas frutas de la zona. Encontró que era muy efectivo contra un hongo que ataca a los duraznos.
“Vi que había compañeros trabajando con flores azules de lisianthus en un aspecto que tenía que ver con el mejoramiento como flor de corte, y me llamó la atención el color, por eso pedí algunas para estudiarlas. Es una flor de una gran importancia económica por su uso en la elaboración de ramos, adornos florales, entre otros, pero ahora tendrá un valor agregado por tener una actividad biológica contra un hongo que es patógeno de una fruta y que reduciría las dosis de los otros fungicidas o bien los sustituiría”, contó Derita.
Botrytis cinerea |
Rhizopus stolonifer |
Ascosporas en durazneros |
Derita explicó que las investigaciones tienen un año y que el plazo para tener un producto probado para uso comercial podría tardar entre 5 y 6 más. En ese lapso, deberá hacer que el principio activo esté garantizado, (en el proceso de elaboración), con la misma concentración, evaluar métodos de aplicación para evitar efectos tóxicos y testear las posibles alteraciones organolépticas (olor, sabor) que las esencias puedan provocar en la fruta. En principio se trata de productos para poscosecha, aunque no descartan que puedan usarse también de modo preventivo en las plantaciones.
Paola Gabriel, del Área de Cultivos Intensivos de la FCA de la UNL, trabajaba en soluciones para contrarrestar los efectos de la temperatura en las plantas de lisianthus, que producen flores muy especiales por durar mucho tiempo una vez cortadas, con gran valor comercial.
Las altas temperaturas provocan que no se elonguen los tallos de la flor, un fenómeno que los ingenieros agrónomos llaman “arrosetamiento”. “Las varas quedan cortas, por lo cual probamos con distintas dosis de una hormona llamada giberelina. Concluimos que mientras mayores eran las dosis, mayores eran las longitudes de los tallos”, explicó la investigadora.
Existen muchas variedades de lisianthus . Los investigadores trabajaron con las azules, blancas y rosadas. “Se usan para hacer arreglos florales. La idea es promover cultivos alternativos a las producciones tradicionales y en pequeña escala”, apuntó Gabriel.
“Cuando vi la flor, su color azul fuerte me sugirió que posiblemente tenía antocianinas, que se sabe que son antifúngicas contra hongos humanos, por lo tanto, podría serlo contra hongos patógenos de las frutas. Esa acción también sucede, generalmente, con las plantas de flores amarillas o las aromáticas, que tienen composiciones químicas conocidas”, explicó Derita.
También llamó la atención la durabilidad de la flor luego de ser cortada, que es de alrededor de quince días. “Cuando veo una planta que no se enferma, esa planta me interesa, porque evidentemente posee alguna composición química que la hace fuerte”, continuó el científico.
El investigador realizó su tesis doctoral sobre los compuestos antifúngicos en extractos vegetales de treinta plantas para combatir hongos que afectan a las personas. En su proyecto del Conicet decidió aprovechar la información recolectada y sustituyó a los humanos por las frutas, tomando las principales producciones desde San Pedro, en Buenos Aires, hasta el Litoral, como frutillas, naranjas, duraznos y frutos de carozo en general.
Lo motivó el uso de químicos (imidazoles y conazoles) para contrarrestar a los hongos, “que si bien son efectivos, cada vez obligan a aumentar las dosis (por el desarrollo de resistencias) y generan contaminación”. También mencionó productos de síntesis químicas con cloro, fluor o azufre, que no son degradables y se transmiten a quienes ingieren los alimentos tratados. De ahí que los mercados pidan “cada vez más control sobre los residuos de estos productos”, advirtió Derita.
El hongo Monilinia fructícola actúa durante todo el año y produce manchas y cancros en la fruta, (una especie de momificación cuando madura). “Es muy común y difícil de atacar, por eso usar productos alternativos es interesante”, aseveró Derita.
“El 80% de los extractos fue activo al menos sobre un patógeno”, indicó el químico. Las pruebas se realizaron in vitro sobre hongos aislados y reproducidos en laboratorio.
El paso siguiente, ya está en marcha. Junto a su equipo -la farmacéutica Melina Di Liberto y la agrónoma Norma Álvarez- evalúan los extractos en fruta cosechada. Las primeras pruebas se hicieron sobre frutilla y fueron exitosas. En el verano lo harán sobre duraznos del campo experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de Esperanza.
Derita es optimista, porque en la fruta los extractos siempre funcionan mejor que en el laboratorio con el hongo aislado. “Un extracto como el de lisianthus posee entre 500 y mil moléculas, es muy complejo, con una variabilidad química importante. Pero no nos interesa aislar el principio activo, ya que puede ser que actúen en conjunto, pero sí es interesante saber qué tipo de moléculas hay”, detalló.
También se busca determinar el nivel de actividad del extracto, que es la dosis mínima para provocar la inhibición del hongo. En este sentido, Derita apuntó a los aceites esenciales como los más prometedores.
De todas formas la competencia con los productos de síntesis química que hoy se usan no será fácil, ya que tienen un principio activo definido mientras el investigador por el momento trabaja con compuestos que tienen infinidad de moléculas “que habrá que ajustar a una concentración mayor, siempre evaluando la toxicidad, porque el hecho de que no sea químico no implica que sea inocuo”. Además los químicos corren con la ventaja de ser fáciles de aplicar, efectivos y baratos.
Sin embargo, Derita sentencia: “esto tiene una cuestión también filosófica; hay pequeños productores que podrían utilizar soluciones naturales, por ejemplo a través de intermediarios como emprendimientos de vinculación científica con la Facultad”.
Marcos Derita llegó a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL hace un año, como investigador radicado en la casa de altos estudios.
En los trabajos con lisianthus, lo acompañan las docentes de floricultura de la FCA Paola Gabriel y Marcela Buyatti.
Además, estudian a la planta vinca, cuyo nombre científico es Catharanthus roseus, que produce dos tipos de compuestos muy valorados por sus propiedades para tratar algunos tipos de cáncer. Los genera en muy baja cantidad, por lo cual investigadores de la FCA estudian la mejor manera de incrementarlos.
Son dos alcaloides que se usan en quimioterapia para tratar cáncer de mama, vejiga y testicular, entre otros, por lo cual cultivar la planta es de gran relevancia.
“Gracias a una vinculación con una empresa, ingenieros agrónomos y fitoquímicos trabajan para mejorar el cultivo. Estamos evaluando cuáles son las mejores condiciones de estrés en el cultivo, necesarias para producir más alcaloides”, relató Marcos Derita.
La vinca produce los alcaloides vincristina y vinblastina, que se conocen desde hace mucho tiempo. “Desde los 70 y 80 se sabe muy bien qué dosis se deben aplicar para combatir el cáncer por medio de quimioterapias, son compuestos bien estandarizados y evaluados. Por eso, a pesar de que con el tiempo se conocen productos nuevos para el cáncer, es importante saber cómo mejorar el cultivo de la planta”, indicó el investigador.
UNL- FCA- El Litoral- dic 2016 - enero 2017
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