jueves, 9 de febrero de 2017

FLORES PARA CURAR

EXTRACTOS   SANADORES 

Es habitual que nos dejemos embelesar por la fragancia y la belleza de las flores. 

Mas allá del halago al recibirlas u ofrecerlas, ciertas flores tienen efectos curativos. 

El control del deterioro de los alimentos se realiza con productos de síntesis químicas que tienen efectos indeseables. 

Las Naciones Unidas advierten sobre la importancia de reducir el nivel de pérdidas y desperdicios de alimentos en la lucha contra el hambre. 


La Oficina para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO) asegura que  1.300 millones de toneladas de alimentos producidos en el mundo por año, se deteriora antes de ser consumidos. Ese tercio de comida arruinada, no solo privan de alimentar a las personas que lo necesitan, sino que además se produce una pérdida en las etapas de la producción alimentaria. 

Una de las causas está en las fallas en la distribución. El desarrollo de hongos descompone, por ejemplo, a las frutas. El uso de productos de síntesis genera cepas resistentes, incorporación de moléculas que no se degradan y residuos que pueden ser tóxicos. 

La flor de Eustoma grandiflorum, también conocida como Lisianthus, puede ser la solución al uso de estos productos. 

En la ciudad de Esperanza, provincia de Santa Fé, un grupo de investigadores dependientes de la Universidad Nacional del Litoral, (UNL), estudian las propiedades antifúngicas de estas hermosas flores azules. 


El doctor en Química Marcos Derita, perteneciente a la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA),  de la UNL e investigador del Conicet, encabeza las investigaciones sobre esta flor muy cotizada por su valor ornamental. 

Recientemente se ha demostrado que el extracto de lisianthus controla la podredumbre morena,  causada por el hongo Monilinia frutícola, que afecta a durazneros, frutillas y cítricos. 

“Para combatir el problema de la podredumbre morena se usan cada vez más fungicidas sintéticos, sin que haya control sobre las dosis en las frutas. Sin embargo, las exigencias de los mercados internacionales respecto del límite de uso de estos productos es cada vez más importante, hecho que debe tenerse muy en cuenta cuando se van a exportar estas frutas con carozo. Por otro lado, los hongos adquieren cada vez más resistencia a los químicos y los productos usados pierden efectividad”, explicó Derita. 

El investigador produjo extractos de las flores y los utilizó para controlar hongos que afectan distintas frutas de la zona. Encontró que era muy efectivo contra un hongo que ataca a los duraznos


“Vi que había compañeros trabajando con flores azules de lisianthus en un aspecto que tenía que ver con el mejoramiento como flor de corte, y me llamó la atención el color, por eso pedí algunas para estudiarlas. Es una flor de una gran importancia económica por su uso en la elaboración de ramos, adornos florales, entre otros, pero ahora tendrá un valor agregado por tener una actividad biológica contra un hongo que es patógeno de una fruta y que reduciría las dosis de los otros fungicidas o bien los sustituiría”, contó Derita. 


Botrytis cinerea
El científico estudia las propiedades de 21 plantas autóctonas para combatir de modo natural a los hongos que afectan las principales frutas de la región. Extrajo 62 muestras en total, contando extractos vegetales, extractos procesados químicamente, extractos liofilizados y aceites esenciales. Trata de encontrar principios activos  capaces de actuar como antifúngicos. 


Rhizopus stolonifer
Delimitó los “enemigos” a combatir a cuatro tipos de hongos: Penicillium, causante del moho verde y del moho azul en cítricos; Monilinia fructicola, que produce la pudrición parda de los frutos de carozo y “es la enfermedad más difícil en Sudamérica”; el Rhizopus stolonifer que provoca la podredumbre blanda; y Botrytis cinerea, agente de la podredumbre gris. 


Ascosporas en durazneros
Hay avances con un aceite esencial en tratamientos de poscosecha sobre frutillas que demuestran disminuir la acción de hongos Botrytis cinerea y Rhizopus stolonifer. 

Derita explicó que las investigaciones tienen un año y que el plazo para tener un producto probado para uso comercial podría tardar entre 5 y 6 más. En ese lapso, deberá hacer que el principio activo esté garantizado, (en el proceso de elaboración), con la misma concentración, evaluar métodos de aplicación para evitar efectos tóxicos y testear las posibles alteraciones organolépticas (olor, sabor) que las esencias puedan provocar en la fruta. En principio se trata de productos para poscosecha, aunque no descartan que puedan usarse también de modo preventivo en las plantaciones. 


Paola Gabriel, del Área de Cultivos Intensivos de la FCA de la UNL,  trabajaba en soluciones para contrarrestar los efectos de la temperatura en las plantas de lisianthus, que producen flores muy especiales por durar mucho tiempo una vez cortadas, con gran valor comercial. 

Las altas temperaturas provocan que no se elonguen los tallos de la flor, un fenómeno que los ingenieros agrónomos llaman “arrosetamiento”. “Las varas quedan cortas, por lo cual probamos con distintas dosis de una hormona llamada giberelina. Concluimos que mientras mayores eran las dosis, mayores eran las longitudes de los tallos”, explicó la investigadora.

Existen muchas variedades de lisianthus . Los investigadores trabajaron con las azules, blancas y rosadas. “Se usan para hacer arreglos florales. La idea es promover cultivos alternativos a las producciones tradicionales y en pequeña escala”, apuntó Gabriel. 

“Cuando vi la flor, su color azul fuerte me sugirió que posiblemente tenía antocianinas, que se sabe que son antifúngicas contra hongos humanos, por lo tanto, podría serlo contra hongos patógenos de las frutas. Esa acción también sucede, generalmente, con las plantas de flores amarillas o las aromáticas, que tienen composiciones químicas conocidas”, explicó Derita. 

También llamó la atención la durabilidad de la flor luego de ser cortada, que es de alrededor de quince días. “Cuando veo una planta que no se enferma, esa planta me interesa, porque evidentemente posee alguna composición química que la hace fuerte”, continuó el científico. 

El investigador realizó su tesis doctoral sobre los compuestos antifúngicos en extractos vegetales de treinta plantas para combatir hongos que afectan a las personas. En su proyecto del Conicet decidió aprovechar la información recolectada y sustituyó a los humanos por las frutas, tomando las principales producciones desde San Pedro, en Buenos Aires, hasta el Litoral, como frutillas, naranjas, duraznos y frutos de carozo en general. 

Lo motivó el uso de químicos (imidazoles y conazoles) para contrarrestar a los hongos, “que si bien son efectivos, cada vez obligan a aumentar las dosis (por el desarrollo de resistencias) y generan contaminación”. También mencionó productos de síntesis químicas con cloro, fluor o azufre, que no son degradables y se transmiten a quienes ingieren los alimentos tratados. De ahí que los mercados pidan “cada vez más control sobre los residuos de estos productos”, advirtió Derita. 


El hongo Monilinia fructícola actúa durante todo el año y produce manchas y cancros en la fruta, (una especie de momificación cuando madura). “Es muy común y difícil de atacar, por eso usar productos alternativos es interesante”, aseveró Derita

“El 80% de los extractos fue activo al menos sobre un patógeno”, indicó el químico. Las pruebas se realizaron in vitro sobre hongos aislados y reproducidos en laboratorio. 


El paso siguiente, ya está en marcha. Junto a su equipo -la farmacéutica Melina Di Liberto y la agrónoma Norma Álvarez-  evalúan los extractos en fruta cosechada. Las primeras pruebas se hicieron sobre frutilla y fueron exitosas. En el verano lo harán sobre duraznos del campo experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de Esperanza. 


Derita es optimista, porque en la fruta los extractos siempre funcionan mejor que en el laboratorio con el hongo aislado. “Un extracto como el de lisianthus posee entre 500 y mil moléculas, es muy complejo, con una variabilidad química importante. Pero no nos interesa aislar el principio activo, ya que puede ser que actúen en conjunto, pero sí es interesante saber qué tipo de moléculas hay”, detalló. 

También se busca determinar el nivel de actividad del extracto, que es la dosis mínima para provocar la inhibición del hongo. En este sentido, Derita apuntó a los aceites esenciales como los más prometedores. 


De todas formas la competencia con los productos de síntesis química que hoy se usan no será fácil, ya que tienen un principio activo definido mientras el investigador por el momento trabaja con compuestos que tienen infinidad de moléculas “que habrá que ajustar a una concentración mayor, siempre evaluando la toxicidad, porque el hecho de que no sea químico no implica que sea inocuo”. Además los químicos corren con la ventaja de ser fáciles de aplicar, efectivos y baratos. 

Sin embargo, Derita sentencia: “esto tiene una cuestión también filosófica; hay pequeños productores que podrían utilizar soluciones naturales, por ejemplo a través de intermediarios como emprendimientos de vinculación científica con la Facultad”. 

Marcos Derita llegó a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL hace un año, como investigador radicado en la casa de altos estudios. 
En los trabajos con lisianthus, lo acompañan las docentes de floricultura de la FCA Paola Gabriel y Marcela Buyatti. 

Además, estudian a la planta vinca, cuyo nombre científico es Catharanthus roseus, que produce dos tipos de compuestos muy valorados por sus propiedades para tratar algunos tipos de cáncer. Los genera en muy baja cantidad, por lo cual investigadores de la FCA estudian la mejor manera de incrementarlos. 

Son dos alcaloides que se usan en quimioterapia para tratar cáncer de mama, vejiga y testicular, entre otros, por lo cual cultivar la planta es de gran relevancia. 

“Gracias a una vinculación con una empresa, ingenieros agrónomos y fitoquímicos trabajan para mejorar el cultivo. Estamos evaluando cuáles son las mejores condiciones de estrés en el cultivo, necesarias para producir más alcaloides”, relató Marcos Derita. 

La vinca produce los alcaloides vincristina y vinblastina, que se conocen desde hace mucho tiempo. “Desde los 70 y 80 se sabe muy bien qué dosis se deben aplicar para combatir el cáncer por medio de quimioterapias, son compuestos bien estandarizados y evaluados. Por eso, a pesar de que con el tiempo se conocen productos nuevos para el cáncer, es importante saber cómo mejorar el cultivo de la planta”, indicó el investigador. 

UNL- FCA- El Litoral- dic 2016 - enero 2017  

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