MUMUKI-
UNA NUEVA FORMA DE APRENDER Educar en estos tiempos es un permanente desafío.
Habilitar nuevos modos de participación, modificar las relaciones docente-alumno, plantear una dinámica alternativa de aprendizaje y estimular la creatividad promocionando la solidaridad son los valores reconocidos en la nueva plataforma.
“Mumuki” nació a fines de 2014 como un experimento para automatizar guías de estudio de programación informática. Recientemente ganó el premio INNOVAR 2016 en la categoría “Producto Innovador”.
En sus orígenes, el objetivo era lograr el orden en los apuntes en papel. Estos se desordenaban con facilidad, se perdían y presentaban errores. Se hacia necesario que la información estuviera disponible de forma clara y accesible en un formato digital.
Es decir
que surgió como una herramienta destinada a los estudiantes universitarios, que
les simplificara la vida. La iniciativa tuvo una excelente recepción entre el público
que comenzaba a utilizar la plataforma y a disfrutar de sus bondades. Franco Bulgarelli, docente de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) afirma que: “Programar es el arte de automatizar tareas”.
Mumuki responde a ambas expresiones, la convivencia entre arte y automatización.
“Hay
un montón de cosas que hacemos día a día que son repetitivas y que pueden
sistematizarse. Ese proceso es factible de ser expresado en un lenguaje que las
máquinas comprenden y reproducen de manera automática”, señala Bulgarelli,
especialista de la Universidad Nacional de Quilmes. La creatividad se perfila como un valor esencial, una cualidad inherente y diferencial del ser humano. “Todavía no existe un robot o una máquina que pueda programar”, apunta Federico Aloi, docente y graduado de la UNQ, y co-creador de la iniciativa.
En una segunda etapa Mumuki se instaló en los colegios. Por intermedio de la tecnología Gobstones –lenguaje de programación y didáctica específico para enseñar a programar, realizado por especialistas de la UNQ– la página comenzó a ser utilizada por adolescentes.
El primer objetivo fue contar con un repositorio
centralizado de ejercicios, luego los destinos fueron distintos. “Lo que queríamos era lograr que los
estudiantes de secundaria continuaran pensando en la materia sin la necesidad
de la presencia del docente. Un aprendizaje más allá de las aulas”, narra
Aloi. 
Así, comenzaron a aparecer explicaciones interactivas que acompañaban a los ejercicios y la iniciativa adquirió nuevas dinámicas.
Paralelamente y casi sin proponérselo, el nuevo modelo parecía resolver un inconveniente importantísimo en los niveles de enseñanza media: el ausentismo.
“Pronto, por intermedio de Mumuki observamos cómo los chicos tenían la oportunidad de recuperar una clase si es que faltaban por cualquier problema”, comenta Bulgarelli.
Y continúa con otra de sus ventajas: “Se trata de una herramienta que estimula la lectura. Todo el material está pautado con un lenguaje muy ameno que, en última instancia, democratiza el acceso al conocimiento”.
El software presenta dos modalidades. La primera, que es la más
extendida, se vincula con la conformación de una “organización”. Los profesores
pueden crear sus cursos y administrarlos. Además también es posible tomar el
Programa para instalarlo en las máquinas.
Muchas veces, para que las instituciones educativas lo utilicen es condición
necesaria que sus propias computadoras lo dispongan. El proyecto, que surgió de manera espontánea y se administra de modo independiente, es desarrollado por profesionales de la UNQ y de la UTN. Sin embargo, aquí nadie habla de dueños, ni de propiedades. Como el software y el contenido son libres, cualquier usuario que tenga ganas de corregirlo puede hacerlo sin problemas. “Interesados de Bolivia o bien de España nos enviaron correos porque registraron errores en los ejercicios. Y nosotros corregimos en consecuencia. Se produce un feedback que sirve muchísimo”, destaca Aloi.
Mumuki no es tan sólo una plataforma educativa.
Se trata de una idea aplicada que llena
de sentido el circuito comunicacional en tanto desarrolla nuevos modos de
participación, modifica las relaciones docente-alumnos, al plantear una
dinámica alternativa de aprendizaje que estimula la creatividad y promueve
valores como la solidaridad y genera un imaginario de comunidad virtual. Muchas
personas, desde distintas partes del mundo, que ayudan a que un proyecto
general prospere. El nombre surge a partir de una canción del maravilloso y recordado Astor Piazzola.
Franco Bulgarelli, uno de sus creadores, se confiesa como un auténtico seguidor de las producciones del bandoneonista y compositor argentino. La plataforma recibió ese nombre, en rigor de verdad, no por meras casualidades.
“Mumuki” también es útil para ilustrar las características del proyecto: es fruto de una idea que surgió en Argentina, con un contenido desarrollado en español rioplatense, que apunta a reducir el vicio que supone usar palabras en inglés para todo lo referido al campo de la informática.
UNQ- Departamento de Ciencia y Tecnología - Enero de 2017




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