ENVEJECEMOS
POR LO QUE COMEMOS
Mas de una vez,
escuchamos hablar de antioxidantes.
¿Pero qué son y cómo influyen en
nuestro organismo y calidad de vida?
Investigadores mendocinos estudian el
fenómeno del estrés oxidativo.
Este proceso
puede combatirse mediante la ingesta de antioxidantes como las vitaminas A, C,
E, el selenio, el zinc, y los ácidos poliinsaturados, como el omega 3. Encontramos
estos compuestos en frutas, vegetales, cereales, legumbres y pescados.
En el organismo humano existen sustancias que
tienen un electrón desapareado en búsqueda constante para alcanzar la
estabilidad. Los radicales libres recorren el cuerpo para aparearse sacando
electrones de las membranas celulares. Esto produce daño en los tejidos y
deterioro del organismo.
Estos compuestos químicos son muy reactivos al perder
un electrón.
Adicionando a la alimentación la ingesta de menor cantidad de
carnes rojas, puede suministrarse el electrón buscado sin necesidad de que lo
hagan sacándolos de las membranas de las células.
Los investigadores tomaron
tres poblaciones: carnívoros u omnívoros, ovolacteovegetarianos y vegetarianos
estrictos o veganos, para determinar cómo los diferentes tipos de alimentación
podían incidir en el proceso.
En cuatro años analizaron a 120 hombres y mujeres
de 18 a 65 años. De cada uno de ellos se obtuvieron 57 datos correspondientes a
variables físicas, de peso y talla, químicas, cognitivas y psicológicas, entre
otras, ya que el estrés oxidativo no se vincula solamente a lo alimentario,
sino que también inciden factores ambientales como la polución, y físicos como
la actividad deportiva. Una actividad física regular y el no consumo de bebidas
alcohólicas y tabaco evitan el estrés oxidativo.
Pablo Mezzatesta, uno de los
integrantes del equipo, resaltó que “los
veganos, al consumir más vegetales –que tienen más antioxidantes- tienen mayor
protección a nivel celular, lo que retrasa el envejecimiento”. Añadió,
además que “los carnívoros o los de dieta
omnívora tienen más preponderancia a lo contrario”.
Entre los resultados se
destaca que el 51% de los participantes presentó valores altos de especies
reactivas del nitrógeno (radicales libres). Al compararlos con el hábito
alimentario se observó que en las personas con bajos valores prevalecía la
dieta vegetariana (49%) mientras que en quienes tenían niveles elevados el 90%
era omnívoro y, a su vez, consumía muy pocos vegetales.
Algunas recomendaciones
prácticas, sencillas de llevar a cabo, pueden contribuir a mejorar la
situación. “Por un lado, la incorporación
de cinco porciones diarias de frutas y vegetales. El plan ideal sería utilizar
las primeras como colación de media mañana y media tarde y las segundas en el
almuerzo y la cena, ya sea como ensaladas o en otros tipos de cocción,
idealmente al vapor”, puntualizó el especialista.
La directora del
proyecto, Emilia Raimondo, aporta aspectos fundamentales para reducir los
efectos del estrés oxidativo: “adoptar
hábitos de vida saludable (hacer ejercicios físicos tres veces por semana), descansar de 7 a 8 horas por día y evitar hábitos
tóxicos como el alcohol y el tabaco, entre otros”.
“A lo anterior se suma la
búsqueda de cierta armonía interior a la hora de vivir y afrontar los
acontecimientos cotidianos, lo que contribuirá positivamente a todo este proceso
de interrelaciones”, concluye la investigadora.
“Se
trata de una investigación aplicada que sirve a la salud pública como método
preventivo para evitar enfermedades o como método predictivo en el caso de que
las mismas ya existan, pudiendo sugerir cambio de hábitos en pacientes bajo
consulta, con una mayor evidencia científica. Por otra parte, este tipo de
estudios sienta las bases para realizar programas educacionales, con el fin de
mejorar estilos de vida o hábitos alimentarios” especifica el texto del
trabajo.
El equipo de investigación concluyó un ciclo de cuatro años en 2016 y
a partir del 2017 continúa enfocándose en las mismas tres poblaciones, pero
relacionando su alimentación con las enfermedades crónicas no transmisibles, lo
que tendrá un perfil más ligado a la salud pública. Ellos son:L. Sánchez;
C. Llaver; P. Mezzatesta; J. Díaz; B. Barrionuevo; J. Magrini Vilchez; S.
Milone; DG. Flores; M. Kemnitz; V. Avena; L. Gascón; M. Carrizo; G. Giménez
Bora; E. De Battista; R. Sosa; E.López Preli; L. Lima; G. Nardella y M.
Retamar, de la Facultad de Nutrición de la Universidad Maza, dirigidos por E.
Raimondo.
Universidad
Juan Agustín Maza - Facultad de Ciencias de la Nutrición-Mayo de 2017
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