jueves, 29 de septiembre de 2016

SALUD INFANTIL

EL FUTURO EN ELLOS 

Cuidar la salud de nuestros niños es prioritario. 

En Rosario, se brinda control oftálmico neonatal y apoyo a los padres en el tratamiento de niños autistas, orientado a los sectores carenciados. 

El desarrollo visual se produce en los primeros cuatro años de vida, desde el nacimiento pueden detectarse enfermedades evitables. 

En la Cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), se promovió un proyecto de ley que fue sancionado en la Cámara de Diputados de Santa Fe. 

El doctor Alejo Vercesi fue marcado desde su residencia de Oftalmología en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela, cuando tuvo que examinar a una niña de tres años y detectó que su pupila, en lugar de ser negra, era blanca debido a un tumor maligno de la retina. En su momento, la paciente fue operada pero al año falleció, debido a la metástasis que presentaba la enfermedad. 


“Si se le hubiera hecho antes un examen de reflejo rojo pupilar podría haberse detectado a tiempo la patología”, indica el ahora titular de la cátedra de Oftalmología, al impulsar el proyecto de ley. 

En el ingreso escolar, se realiza en la provincia de Santa Fe, por ley, el examen medico visual y auditivo, pero muchos de los tratamientos ya no son efectivos a esa edad. El desarrollo de la vista se produce antes de ese momento, según explica el especialista. 

Esta razón ha sido primordial. Establece la obligatoriedad de la realización del examen llamado “pesquisa del reflejo rojo pupilar” para todos los recién nacidos hasta los cuatro años, en el territorio de esa provincia. 

Y cuenta con media sanción en el Senado para convertirse en ley nacional. En resguardo de sectores vulnerables. 

Esta práctica anual podrá realizarse en los establecimientos públicos o privados de salud y deberá constar en un certificado médico. 

Es  “un test práctico y simple” que harán los neonatólogos como parte del examen pediátrico básico, que no estaba incorporado hasta ahora. 

Sólo es necesario un oftalmoscopio directo, (instrumento de bajo costo que posee un sistema de observación e iluminación), para constatar si el reflejo rojo pupilar está presente o ausente, y las características de su brillo y color. 

Según estadísticas, el 80% de los casos de ceguera infantil en nuestro país son evitables, el 20% son prevenibles y el 60% puede tratarse. 

“Esta práctica puede prevenir la ceguera infantil, cuyas causas están asociadas a la pobreza y a la falta de acceso a servicios de atención oftalmológicos”, sostiene el investigador, “así como también una serie de enfermedades oculares que pueden producir pérdida parcial o total de la visión y deben ser detectadas en el nacimiento y primer año de vida”, agrega. 


Entre ellas, se encuentra la ambliopía. Afecta del 2 al 5% de la población. Es la causa más común de pérdida de visión prevenible en los países desarrollados. “Sólo se presenta durante la infancia y puede tratarse efectivamente en este período. Los resultados del tratamiento son buenos si no se sobrepasa la edad en que la vía visual mantiene su plasticidad, de cuatro a seis años de edad”, aclara Vercesi. 

El estrabismo que afecta del 3 al 6% de la población, (entre la tercera parte y la mitad desarrollará ambliopía). “Aproximadamente, el 20% de los niños de cualquier edad padece defectos de refracción significativos, que si no son tratados con la corrección óptica adecuada dentro de los primeros años de vida, producirán una reducción importante de la agudeza visual”, agrega el especialista. 


La leucocoria, alteración del reflejo rojo pupilar que indica una disminución o ausencia de los medios transparentes del ojo y puede ser producida por numerosas enfermedades oculares que amenazan el sentido de la visión en el niño. 

El retinoblastoma,  tumor primario intraocular maligno que aparece en niños sanos entre los cuatro y los seis años de edad. “Una de sus manifestaciones precoces es la leucocoria, ya que el menor no refiere disminución de la agudeza visual pero su tratamiento diferido puede ser causa de ceguera o muerte”, expresa el oftalmólogo. 

La catarata congénita, se detecta durante el primer año de vida. “Su tratamiento quirúrgico precoz es la única posibilidad de impedir que el ojo portador no desarrolle visión adecuada. Detectada y tratada luego de los cuatro años de vida, no ofrece los resultados visuales que cuando es tomada precozmente, por el fenómeno conocido como ambliopización (disminución de la agudeza visual que no se corrige con anteojos)”, explica el médico. 

Por otra parte, las facomatosis son un grupo de enfermedades que afecta al sistema nervioso central, la piel y al aparato de la visión. En los primeros años de vida puede detectarse la alteración a través de la realización del fondo de ojo. 

La retinopatía del prematuro “se produce en los niños de pretérmino y/o de bajo peso para su edad gestacional, que a causa de la inmadurez de la retina más factores externos desarrolla esta patología ocular que, no tratada precozmente, puede conducir a la ceguera”, completa el investigador. 

Detectar estas anomalías visuales y diagnosticarlas a tiempo “permitirá prevenir las enfermedades, así como realizar tratamientos más simples y menos costosos que cuando la patología está ya avanzada”, afirma el oftalmólogo. 

Otro beneficio de este examen dentro de la atención primaria de la salud, será contar con estadística acerca de la cantidad de niños que presentan estas alteraciones y sus causas, implementar prácticas precoces y evitar enfermedades. 


Desde esa misma casa de estudios, fue desarrollado un proyecto de extensión en Neurología Infantil, para colaborar en el tratamiento de niños y adolescentes con trastornos de origen neurobiológico. 

Se brindó capacitación a padres y responsables de pacientes con TEA (trastornos del espectro autista), pertenecientes a grupos de alta vulnerabilidad socio-económica/educativa y sin cobertura social. 

Los trastornos de origen neurobiológico, presentan síntomas variados. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define a los TEA como un grupo de afecciones caracterizadas por la alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo. 

TEA abarca cuadros tales como el autismo infantil, el autismo atípico y el Síndrome de Asperger. 


El nivel intelectual varía mucho de un caso a otro. Va desde un deterioro profundo hasta casos con aptitudes cognitivas altas. Los afectados por TEA presentan a menudo afecciones como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad. 

La prevalencia es de uno sobre 88, afecta a todos los grupos raciales, étnicos y socioeconómicos. Suele ser más frecuente en niños que en niñas. 

“El diagnóstico representa un desafío, dado que no se expresa a través de un marcador biológico ni bioquímico específico, por lo que habitualmente no se completa hasta pasados los dos o tres años de reconocidos los síntomas”, explica la directora de la Especialización en Neurología Infantil , doctora Anahí Luque. 

“Una intervención intensiva, conductual, educativa e interdisciplinaria puede producir un impacto positivo en la evolución a largo plazo y permitir la inclusión escolar, social y laboral de los pacientes”, expresa la especialista sobre la importancia de un diagnóstico temprano. 

Los padres son muy importantes. Sin ellos es poco probable que los beneficios puedan sostenerse. “Su participación aporta para mejorar las habilidades, reducir la co-morbilidad y consolidar la confianza familiar a través de la optimización del conocimiento adquirido”, sostiene la psicopedagoga Arianna Gervaso. 

El proyecto se desarrolló en el Hospital Provincial del Centenario, con el objetivo de fortalecer la función de los padres, proporcionarles herramientas para comprender, modelar conductas y defender los derechos a la salud de estos niños. 

Participaron tres psicopedagogos, una fonoaudióloga, una psicóloga, una médica especialista en neurología infantil y una alumna del Centro de Práctica del Hospital. Capacitaron a un grupo de “facilitadores”, integrado por estudiantes avanzados de Medicina. Se convocó a familias de niños con TEA pertenecientes a grupos de alta vulnerabilidad socioeconómica/educativa y sin cobertura, a través del Programa Federal de Salud o de Obras Sociales. 

Los resultados fueron evaluados a través de los parámetros comportamentales, registrados al inicio y al final del proyecto. 

“La totalidad de los padres y cuidadores indicaron haber puesto en marcha los recursos propuestos por los profesionales y recalcaron haber obtenido resultados positivos”, afirman las especialistas. 

Estos son los logros alcanzados: 
Mayor independencia, aceptación de actividades y aumento de colaboración por parte de la institución escolar. 
Cambios favorables en la adquisición de hábitos de la vida diaria, aceptación de normas, límites o reglas de juegos, aumento de habilidades de interacción social y comunicación. 

Es un anhelo a cumplir en todo el país, cuidar de los niños con menores recursos. 

UNR- agosto/septiembre 2016 
 

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